EL ARTE TRANSFORMADOR Y LA EMANCIPACIÓN DEL SER HUMANO

Foto: NulfoYala(2020)

El arte, por esencia, está llamado a la transformación. El mundo expresado a través de la creatividad y la imaginación del artista es, desde ya, una acción revolucionaria contra los convencionalismos que impone la denominada “realidad” del mundo objetivo.

Toda manifestación artística tiene como uno de sus fines el manifestar la expresión vital del espíritu humano desde múltiples perspectivas. De manera que, en cada una de esas manifestaciones se exprese la trascendencia e intemporalidad de la vivencia humana desde los confines de la imaginación hasta la transformación de la realidad a partir de la visión y los sueños del artista. Y es, precisamente, esta capacidad de transformación de la realidad a través del arte, que se abordará en la presente reflexión.

El arte, por esencia, está llamado a la transformación. El mundo expresado a través de la creatividad y la imaginación del artista es, desde ya, una acción revolucionaria contra los convencionalismos que impone la denominada “realidad” del mundo objetivo, con el que se bombardea al ser humano desde su cuna social, en la familia, hasta su empoderamiento a través de la institucionalidad que lo moldea, lo define y lo forma, para que no pueda dudar ni por un momento que esta “realidad” es inevitable y por tanto es a la que está condenado hasta su muerte.

En el proceso de su creación, el artista se apropia del mundo y lo transforma desde su sensibilidad y pensamiento. Resultando en un nuevo mundo con sus matices y sus propias leyes, mostrando que otros mundos son posibles, que la tragedia de la “realidad” no es inevitable.

El artista revolucionario intenta escapar de estos moldes. Y en el proceso deconstruye, hasta destruir en algunos casos, esta visión impuesta de la cotidianeidad de la realidad. En el proceso de su creación, el artista se apropia del mundo y lo transforma desde su sensibilidad y pensamiento. Resultando en un nuevo mundo con sus matices y sus propias leyes, mostrando que otros mundos son posibles, que la tragedia de la “realidad” no es inevitable. La sola acción de anunciar y denunciar las injusticias y los desmanes que sufre la humanidad, en su arte, es de por sí un acto transformador y por tanto revolucionario; pues asume su rol de formador y transformador de la conciencia social, mostrando una luz y esperanza al final del túnel: Letras, pintura, escultura y todas las artes que trabajan y transforman el espíritu humano.

Pero para que el arte viva, no solo se necesita el compromiso transformador del artista, también se necesita la valentía para encarar esta tarea. Valor para que surja, nazca y florezca la expresión de las más hermosas pero feroces fibras de su ser, que buscan abrirse espacio en la marea de la brutal “realidad” que enajena y esclaviza al ser humano en sus afanes delirantes de riqueza y poder.

Pero para que el arte viva, no solo se necesita el compromiso transformador del artista, también se necesita la valentía para encarar esta tarea. Valor para que surja, nazca y florezca la expresión de las más hermosas pero feroces fibras de su ser.

Y esta tarea no siempre es fácil. El artista como todo ser humano también come y tiene necesidades materiales. Necesidades que el poder de la “realidad” maneja a su voluntad. No es secreto que algunos artistas a lo largo de la historia hicieron arte por pedido y a voluntad del mecenas o el empresario que no siempre tenía el interés en lo artístico, sino más bien en lo fiduciario.

Un arte asimilado, convertido en una triste mercancía, cuyo precio no depende más que de la popularidad mediática construida por la opinión de “expertos”, que la mayoría de las veces son conglomerados comerciales dependientes del mismo mecenas que hace negocio o política con ellas.

La grotesca diversión ha comprado el arte y al artista. Es lo que vende y el rating, ahora, es lo único que importa.

Un arte vacío, donde todo es arte y por tanto nada lo es, tal como lo manifestó el artista plástico español, Jon Illescas. Un arte vendido al mejor postor que no lo compra por su valor artístico, sino por la cotización comercial en la casa de subastas, reducido en casos extremos a un burdo reality, al estilo de series televisivas de cable como “el precio de la historia” donde la historia es lo de menos y lo importante es el morbo con el que se trata de dar contenido al fetiche de la mercancía: no importa si es la bacinica que usó Van Gogh o si sus calzoncillos fueron falsificados, el fetiche se ha transformado en el show. La grotesca diversión ha comprado el arte y al artista. Es lo que vende y el rating, ahora, es lo único que importa.

La humanidad no puede ser humanidad sin el arte. Pero el arte, por principio, debe estar al servicio de la humanidad para ser coherentes con este propósito. Lamentablemente el interés económico no siempre es compatible con la vocación de humanidad. Y tristemente tenemos las memorias de los mártires del arte que pasaron hambre y miserias por seguir su vocación artística hasta morir en situaciones de la más absoluta pobreza y soledad para que años después, su vida y sus obras se conviertan en mercancía de culto o como activo fiduciario para revenderse en cifras exorbitantes de dinero cuando la demanda sea favorable en el mercado. Es el caso del pintor Amadeo Modigliani, su cuadro “Nu Couché” se subastó por 170,4 millones de dólares el 9 de noviembre del 2015 en una casa de subastas de Nueva York. El pintor murió el 24 de marzo de 1920 a la edad de 35 años en la extrema pobreza y su mujer Jeanne Hébuterne se suicidó posteriormente con ocho meses de embarazo, viéndose sola y casi en la indigencia.

La humanidad no puede ser humanidad sin el arte. Pero el arte, por principio, debe estar al servicio de la humanidad para ser coherentes con este propósito. Lamentablemente el interés económico no siempre es compatible con la vocación de humanidad.

El arte es un acto de rebelión que humaniza al ser humano. La belleza, el dolor, la pasión y todos los sentimientos de redención humana volcadas del mundo interior del artista al exterior, en su obra. Una parte de la humanidad es redimida con cada obra de arte alcanzada a la plenitud de su realización. Pero esta rebelión adquiere un sentido liberador cuando se impregna de ideales de lucha y reivindicación de causas sociales, cuando el arte con toda su intensidad transformadora muestra las injusticias y la desgarradora “realidad” a la que están condenados muchos seres humanos del inframundo, que no tienen voz y que son invisibles en la maquinaria publicitaria de los grupos de poder y de sus sistemas políticos y económicos.

El arte es un acto de rebelión que humaniza al ser humano. La belleza, el dolor, la pasión y todos los sentimientos de redención humana volcadas del mundo interior del artista al exterior, en su obra.

La libertad y el compromiso liberador es arte en acción. Cada artista que nace y florece, enaltece el espíritu humano. Desde la calle, el barrio y ahora también desde las redes sociales, los blogs, etc., la expresión del arte debe diseminarse por todos los medios posibles para llegar a todos los rincones del mundo, cual agua vital que fluye libre, horadando las piedras a su paso, así sea necesario.

La libertad y el compromiso liberador es arte en acción. Cada artista que nace y florece, enaltece el espíritu humano. Desde la calle, el barrio y ahora también desde las redes sociales, los blogs, etc., la expresión del arte debe diseminarse por todos los medios posibles para llegar a todos los rincones del mundo

El compromiso con el arte debe ser de todos, no solamente dándole el valor, reconocimiento, retribución justa y el lugar que merecen los artistas por las horas de trabajo dedicadas al arte, que visto así, resulta ser esencial para la humanidad tanto o más importante como las demás profesiones; sino también, el compromiso con la formación del espíritu creador de las generaciones presentes y futuras, un espíritu emancipador y por tanto impregnado de la rebeldía generadora de “realidades”, creadas a través del arte, a través de las cuales la existencia humana pueda justificar su humanidad y la búsqueda emancipadora del ser humano en el tiempo.

nulfoyala@gmail.com