EL CAUDILLO MESIÁNICO FASCISTA Y EL MOVIMIENTO IDENTITARIO REGIONALISTA-SEPARATISTA EN BOLIVIA. EL PELIGRO LATENTE PARA LA INTEGRIDAD Y LA DEMOCRACIA DEL PAÍS

Foto: nulfoyala@(2021)

El peligro se siente en el aire, está presente, crece y se hace cada vez más poderoso. El fascismo no está jugando, se mantiene expectante para dar la estocada final y fulminar todo lo que se interponga en sus fines. Por ahora, fingir el juego democrático es conveniente; pero luego, sacará las garras y los dientes; y sin compasión, arremeterá para imponer su voluntad, desde y a partir del ideario y construcción identitaria regionalista. Es previsible que, una vez consolidado el separatismo, se convertirá en una doctrina federal-nacionalista “cruceña”.

Días atrás, titulares de la prensa boliviana han reseñado la polémica por el desconocimiento del valor simbólico y como Símbolo Patrio de la Whipala en los actos protocolares del CCXI aniversario del Grito Libertario del Departamento de Santa Cruz, realizado el 24 de septiembre del 2021. Este acto polémico culminó con la negativa del Gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, de otorgarle el uso de palabra al presidente en ejercicio de Bolivia, David Choquehuanca, con la justificación de que, al haber izado la Wiphala en el atrio sin permiso de “los dueños de casa”, fue una provocación y una ofensa para el pueblo cruceño.

Este acontecimiento, no constituye un hecho aislado; más aún, se constituye en un nivel más en la escalada de tensiones que se va generando, de un tiempo a esta parte, en pro de la reactivación de la confrontación y situación de conflicto en el País, cuyos fines principales intentaremos desentrañar en este artículo de opinión.

Es necesario, inicialmente, dirigir nuestra atención a la problemática de la identidad y tradición que se asume como agraviado por la iza de la Whipala, símbolo “extraño” e impuesto. Este supuesto agravio surge a través de la exaltación y creación de raíces étnicas y culturales con un profundo sentido tradicionalista; buscando justificar un sentido forzoso de una identidad construida y diseñada, para mostrar un destino común hacia la grandeza y prosperidad a partir de esa identidad asumida. Identidad diseñada a la medida de un conservadurismo separatista, que responde sobre todo a intereses económicos y de clase; cuyo objetivo final es buscar el poder político permanente, basado sobre todo, en la construcción de un sentido histórico. Buscando responsabilizar de los problemas y la imposibilidad de su realización por el “extraño”, el migrante de otras regiones o las políticas centralistas del gobierno; que, supuestamente interfieren con los designios de grandeza a los cuales está destinado el pueblo para el completo desarrollo y aplicación de su modelo-identidad “cruceño”, según se hace ver por los artífices de esta construcción.

Más allá del derecho legítimo a la construcción y reivindicación cultural permanente, a la que tienen derecho los pueblos; lo peligroso del asunto surge cuando se busca direccionar y distorsionar el sentido de identidad, a partir de la exclusión, rechazo o la discriminación del otro. Y esto se demuestra en el acto de denegación a la iza de un símbolo patrio, cómo es la Whipala; manifestándose, por sus detractores, que este símbolo no representa, y por ende es una provocación, a la región. De esta manera, este sentido de identidad se moldea hacia una posición de confrontación directa y excluyente; qué se constituye, además, un desafío hacia el sistema legal y político; y por ende, hacia la Constitución misma del estado boliviano. De manera que, si esta identidad direccionada no se siente representada dentro de la nación en la cual se encuentra, será cuestión de tiempo la inminente separación de esa nación, bajo el argumento del derecho a autogobernarse según lo manda la necesidad del sentido de su identidad amenazada.

Este encaminamiento de la identidad hacia la exaltación de sus tradiciones, busca en el fondo una pureza étnica y cultural. Un sentido incuestionable de uniformidad dentro del ideario establecido sobre los constructos identitarios. Y aunque, inicialmente se enarbolan discursos de integración de pueblos indígenas u otros sectores de la población, que no son nacidos en esa región, más temprano que tarde estarán obligados a asumir la decisión de estar dentro o fuera del movimiento identitario. De decidir, si se pertenece a la región, su identidad y sus principios; o, a  marcharse si no comparte el sentido ideológico de esta identidad excluyente.

Lo llamativo del asunto es que, se viene reivindicando un movimiento supuestamente democrático o que busca una democracia; pero, democracia no es exclusión, y de ninguna manera debería asumirse como causa de amenaza o provocación, el acto de izar una bandera; más aún, cuando este emblema está reconocido por la legislación del Estado Boliviano. De esta manera el discurso democrático qué enarbolan los caudillos del movimiento separatista, se cae, por este tipo de acciones de intolerancia y exclusión.

Este tipo de actos de reivindicación y direccionamiento hacia una identidad separatista, busca reafirmar el liderazgo caudillista: peligroso y fascista, que se van enquistando de manera sutil pero progresiva en el sentido de pertenencia y reafirmación en el sentido de identidad regionalista de la gente; a través de un proceso de manipulación mediática por los medios de comunicación que están al servicio de los grupos de poder y que, por supuesto, están también detrás de este movimiento regionalista-separatista.

Este movimiento regionalista-separatista, viene siendo caracterizado desde un tiempo a esta parte, además, por promover un rechazo y desprecio hacia todo aquello identificado cómo externo y extraño a ese constructo identitario: el sentido de los camba o de lo cruceño puesto en contraposición antagónica frente a lo colla, a lo andino. De esta forma, la estrategia de moldeamiento y construcción identitaria, se desarrolla por la reafirmación permanente de este sentido de identidad regionalista, supuestamente tradicional e histórica; en el que, por supuesto, no encaja lo “andino” del occidente boliviano. Esto no obstante, y paradójicamente, de la ascendencia andina o del origen étnico de regiones tan dispares como los Balcanes, de dónde provienen, también, muchos de los ascendientes de los caudillos separatistas que dirigen hoy este movimiento.

La debilidad y fragilidad de este discurso identitario separatista, se contrasta con la diversidad y sincretismo cultural, que caracteriza hoy en día a la idiosincrasia cultural e identidad boliviana; más aún, en la región oriental y específicamente en el departamento de Santa Cruz, donde muchas manifestaciones culturales andinas han sido asumidas como propias y son practicadas cotidianamente en las diversas actividades sociales y manifestaciones culturales y recíprocamente, también, en cada una de las regiones del país. La tendencia hoy en día es que, este sincretismo se vaya profundizando; y se transforme en un mosaico y amalgama cultural rica en diversidad, tradición y costumbres.

Este hecho es intencionalmente desconocido por los grupos de poder y por el caudillismo fascista que se va incubando en esta región. Se ha venido utilizando hábilmente, el desencanto social y la frustración “in crescendo” a partir de la reelección indefinida de Evo Morales, que fue contrario a una voluntad del referéndum; lo cual ha sido hábilmente capitalizado en muestras y manifestaciones permanentes de exaltación de la voluntad popular a través de un peligroso caudillismo fascista; que recogió y articuló, juntamente los grupos de poder político y económico de extrema derecha, este sentir para generar el derrocamiento del gobierno boliviano en el 2019.

Dado que las masas, tradicional e históricamente, han sucumbido a las acciones y gestos temerarios de sus caudillos, en situaciones de confrontación; no ha sido difícil la exaltación, con cierto aire de divinidad para sus acólitos, de este liderazgo fascista y regionalista-separatista. Está aún reciente el recuerdo en la memoria, cuando arropado por militares y policías; y ya, con el gobierno derrocado en el 2019, cómo el líder del derrocamiento, ingresó al palacio de gobierno con biblia en mano y dos rodillas ante su divinidad, consumó su acto de exaltación mesiánica, como caudillo ungido por la voluntad de dios.

Ahora, el caudillo mesiánico se ha entronizado del poder regional con el que fue electo como Gobernador de Santa Cruz. Se ha transformado, a sí mismo, en la voz del pueblo. En la voz de dios que habla a través de su boca; en el caudillo mesiánico qué no solo ve como su posesión privada a todo un departamento; sino que, se arroga, incluso, ser uno e indivisible con el pueblo “cruceño” que dice representar.

Actualmente, el discurso regionalista-separatista denota una exacerbación agresiva de un regionalismo intolerante y excluyente con todo aquello que sea considerado diferente, o que represente una amenaza a sentido identitario moldeado por un conservadurismo hecho a la medida de los intereses de grupos de poder detrás del movimiento. Ya se observa, por ejemplo, cómo comienza a exigirse subordinación al supuesto supremo interés de la región; que, por supuesto, está intrínsecamente ligado a la voluntad del caudillo.

A ello se suma una permanente convocatoria para la movilización y la acción de las masas; a partir de la creación de un escenario en el que se muestra que la región, que dice defender, es víctima de supuestos avasallamientos,  imposiciones culturales, imposiciones económicas e incluso imposiciones ideológicas. De esta manera, las masas se mantienen alertas y en permanente acción defensiva; que, fácilmente, pueden derivar en cualquier momento a una acción ofensiva y descontrolarse en actos de violencia y confrontación que trágicamente podrían derivar, incluso, en una indeseada guerra civil, como pregonan, en redes sociales, las voces más radicales del movimiento separatista.

Bajo este discurso regionalista y separatista, se hace un llamado permanente para una unificación de estilo corporativista, unas veces por prebendas y otras por miedo. Se convocan a empresarios, organizaciones sociales trabajadores; e incluso ahora, a sectores indígenas y campesinos, que históricamente han sido explotados y avasallados hasta la servidumbre, por los mismos hacendados y terratenientes que ahora dicen apoyar y juran reconocer sus derechos como pueblos originarios. Paradójicamente, también, estas mismas clases de otrora, ahora resultan en defensores de los recursos naturales y territorio, cuando son los principales explotadores de la naturaleza y comercializadores de tierra y territorio con fines de acumulación económica.

Sin embargo, fue durante el golpe de estado del 2019, que ha sido revelado el verdadero rostro fascista de este caudillismo mesiánico sustentado por los grupos de poder económico y político. Durante el cruento golpe de estado, donde se ha masacrado inmisericordemente a ciudadanos bolivianos, han sido grupos militares, policiales y grupos irregulares parapoliciales, quienes juntamente con los comités cívicos se han puesto al servicio de los delirios fascistas del caudillo mesiánico, todo ello con la bendición de algunos jerarcas de la Iglesia Católica. Tristemente, se ha observado cómo se sembraba miedo y se imponía el autoritarismo de los operadores del gobierno de facto, elegidos para tal fin. Resulta hasta patético, por ejemplo, el show mediático con el que se pretendió ensalzar la movilización de “las ollas comunes” en un stand de la reciente FEXPO en Santa Cruz; cuando es un recordatorio, para muchas personas, de los abusos, persecuciones, encarcelamientos, tapiados de instituciones públicas, personas humilladas y denigradas, funcionarios obligados a renunciar por los abusos y agresiones de estos grupos parapoliciales fascistas. Es, también, triste y lamentable, cómo estos mismos Comités Cívicos, añoran esas épocas: pronunciamientos, manifiestos, amenazadas, convocatorias y otras acciones para la sedición en pleno 2021. Todo ello es un doloroso recordatorio que, en Bolivia, las acciones sediciones gozan de impunidad, incluso permisible por el actual gobierno que fue derrocado, precisamente por estas acciones. Al parecer el cálculo político, el miedo a perder el poder o la conveniencia política oportunista, tienen más peso que el peso de la justicia.

Estos posicionamientos fascistas están lejos de terminar. Los Comités Cívicos siguen destilando odio e intolerancia hacia el disenso o la oposición. No están lejos las acciones a las que fueron sometidos ciudadanos, prácticamente, condenados a una muerte civil, cuyo supuesto delito fue pertenecer al partido político derrotado o por no seguir los mandatos autoritarios de los caudillos cívicos entronizados, que dicho sea de paso, tenía licencia para todo, durante el fatídico golpe de estado del 2019. Estas persecuciones, vejámenes y abusos, pueden activarse en cualquier momento. Siempre comienzan con los famosos paros cívicos movilizados, que son acciones fascistas de hecho, dirigidas contra los derechos y libertades de la misma gente que dicen representar. La estrategia cívica es espeluznante: estrangular y torturar al pueblo que dicen amar para sus ambiciones desmedidas de poder, imponiendo el terror fascista en cada acción de sedición que se organiza. La doctrina del terror cívico: “quién no está con los intereses del pueblo (que por supuesto son los intereses de los cívicos) está contra el pueblo, y el pueblo (entiéndase como caudillos cívicos) tiene del derecho de tomar todas acciones necesarias contra aquellos que estén en contra”.

Si bien, el movimiento regionalista-separatista y su caudillo mesiánico, en el pasado, por conveniencia y oportunismo político, se ha pronunciado por un supuesto respeto hacia lo diferente “andino” o “externo” con relación a su carácter identitario; hoy en día, ya no es necesario fingir. El racismo exacerbado no puede contenerse y tampoco se evita. Este racismo no es reciente, ha sido alimentado durante años, difundiendo un sentido distorsionado de superioridad de lo «camba» frente a lo «colla», identificado como lo “extranjero” pese a ser parte de una misma nación y lo ajeno al modelo-identitario “cruceño”.

Es así que, el acto de desprecio hacia un Símbolo Patrio, como es la Whipala, más allá de las connotaciones políticas y legales, refleja un profundo acto de intolerancia y racismo. Más aún, cuando proviene de una autoridad regional qué fue electa democráticamente y que al parecer olvida que más de un 45% no votó por él y dentro de los que votaron se encuentran, paradójicamente, personas que se identifican culturalmente con la Whipala. Es previsible que este acto político de provocación repercutirá en la profundización del racismo, ya exacerbado por este movimiento separatista; generando un clima de tensión, que podría fácilmente derivar en una confrontación de imprevisibles consecuencias.

Al parecer es un acto deliberado lo manifestado por el caudillo mesiánico, cuando dijo: «vamos a terminar lo que comenzamos…». Bajo un escenario de confrontación se podría re articular  un escenario de movilización y conflicto en el país. No deja de llamar la atención, por ejemplo, el conflicto de los cocaleros de los Yungas, cuestiones como quién está detrás de estas confrontaciones, qué intereses políticos hay de por medio, quién financia las movilizaciones y otras cuestiones quedan en el aire. Una convulsión social favorecería al caudillo mesiánico y al movimiento regionalista-separatista; pues, entre otros aspectos, consolidaría y unificaría el movimiento en torno a él cómo figura insustituible del movimiento. En un eventual y con un escalamiento del conflicto y confrontación favorecería la estrategia fascista del caudillo mesiánico. Las masas que lo siguen, al verse confrontadas, no tendrían otra opción que asumir acciones de hecho, pues estarían defendiendo su región su identidad y su cultura.

Esta vez el objetivo de un eventual intento de golpe de estado, no sería tanto tomar el poder nacional; si no, ganar una posición estratégica para consolidar los fines separatistas. Desequilibrar el poder del país para independizarse. No existe un mejor escenario para lograr la ansiada separación, que un país dividido y en conflicto, asfixiado por las movilizaciones. Lo patético del asunto es que, seguramente, los Comités Cívicos y grupos de oposición política del país van a seguir ingenuamente el juego de confrontación, pensando que ganarán poder político; y, sin embargo, serán utilizados y luego descartados cuando se consolide una separación definitiva. En este escenario qué es el objetivo final de estos grupos de poder y del caudillo mesiánico elegido para este fin.

Detrás de la máscara de demócrata, de cualquier caudillo mesiánico, se encuentra un profundo delirio de poder. El arrogarse la voluntad de todo un pueblo para convertirse en un mesías salvador y utilizar acciones fascistas, disfrazadas de fundamentalismo religioso, lo convierte en un potencial peligro para la paz y la convivencia democrática. Históricamente han existido varios caudillos mesiánicos fascistas, todos ellos con grandes delirios megalomaníacos y profundas actitudes narcisistas. Creyendo ser los elegidos, por la voluntad de dios, para salvar a su pueblo de los enemigos externos que lo amenazan. Estos caudillos mesiánicos fascistas casi siempre pretenden o simulan ser personas del pueblo, al respecto, recuérdese la fotografía en las redes sociales del caudillo mesiánico del movimiento regionalista-separatista, tomándose un helado; sentado humildemente, en el puesto de venta, pero olvidando el pequeño gran detalle de qué las personas del pueblo no usan trajes de marca y tan caros para posar en una foto.

Otra de las habilidades de todo caudillo mesiánico es la manipulación de las masas. Históricamente, se ha visto cómo a través de un trabajo propagandístico, con ayuda de algunos medios de comunicación y, por supuesto de operadores políticos, se utiliza a la gente para la consolidación del poder en torno a su figura. Trabajadores, empresarios, desempleados; y, ahora, hasta grupos indígenas son movilizados; no solamente como una forma de demostración de poder político, sino también como un medio hábilmente camuflado para lograr el objetivo final, ya referido líneas arriba: el separatismo y la independencia, y con ello, el control del poder total. Los discursos de federalismo o reivindicación de mayor autonomía, solamente son decoraciones discursivas y retóricas. El fin último es la consolidación del poder político en el líder caudillo y los grupos de poder económico que están detrás de estos movimientos. Para ellos, por ahora, es conveniente jugar al juego democrático; pero, no se dude que, en el momento indicado se va utilizar todos los recursos disponibles para imponer su dominio. Y en ese momento de nada servirá a las masas darse cuenta que han sido utilizadas. Será demasiado tarde. El monstruo del fascismo emergerá pisando a todo aquel que se interponga en su camino, así sean los mismos trabajadores, empresarios, indígenas y demás que en su momento se creyeron el cuento que la lucha era por ellos; incluso los grupos de poder que ahora lo respaldan, en el momento indicado podrían estorbar. Más temprano que tarde, una vez tomado el poder total, gobernará el miedo, el control de la verdad, la censura de la disidencia. Una vez que no sea necesaria la sutileza, la máscara del fascismo caerá y enseñará su verdadero rostro de autoritarismo, tiranía y dictadura.

Además no debe olvidarse que, detrás de este movimiento están, también, intereses geopolíticos internacionales de poder. No es secreto, por la amplia documentación que circula en las redes que, el golpe de estado en Bolivia del 2019; contó con el apoyo organizativo, material e incluso financiero de varios países y grupos empresariales. La articulación de un movimiento cívico, militar y policial no fue circunstancial y espontáneo, fue organizado y planificado con varios años de anticipación; y, movilizó, por su puesto, grandes cantidades de dinero para sostener los bloqueos, articular los motines policiales-militares y la logística de las movilizaciones durante ese periodo.

El peligro se siente en el aire, está presente, crece y se hace cada vez más poderoso. El fascismo no está jugando, se mantiene expectante para dar la estocada final y fulminar todo lo que se interponga en sus fines. Por ahora, fingir el juego democrático es conveniente; pero luego, sacará las garras y los dientes; y sin compasión, arremeterá para imponer su voluntad, desde y a partir del ideario y construcción identitaria regionalista. Es previsible que, una vez consolidado el separatismo, se convertirá en una doctrina federal-nacionalista “cruceña”.

De nada servirá discursos pachamamistas de equilibro, amor y fraternidad cósmica. No debe subestimarse al fascismo. Para el fascista no importan los medios para conseguir sus fines de control y poder total. El movimiento fascista-separatista, no es un simple hecho aislado por un grupo de desubicados, como se pretende hace ver por algunos políticos y gobernantes. Es un movimiento muy bien planificado y organizado que cuenta con gran cantidad de recursos, financiamiento, logística y apoyo exterior. Aunque el fascismo, por esencia, no tiene ideología, gran parte del apoyo canalizado por este movimiento viene de la ofensiva política contra las ideologías socialistas y de izquierda. Ya se ha visto su capacidad de movilización en el pasado; se ha visto, también, la capacidad de manipulación de las masas y sus acólitos; que no hace mucho pedían, incluso de rodillas, un golpe militar contra la democracia. Esta vez el fascismo no tendrá compasión, si se les da otra oportunidad para retomar el poder, no dudarán en aplastar y destruir, con biblia en mano incluida, al que se interponga en su camino.

No se debe olvidar; y, debe ser un recordatorio permanente, lo dicho por Martin Niemöller, sobreviviente de los campos de concentración Nazi:“ Primero vinieron por los socialistas, y yo no dije nada, porque yo no era socialista. Luego vinieron por los sindicalistas, y yo no dije nada, porque yo no era sindicalista. Luego vinieron por los judíos, y yo no dije nada, porque yo no era judío. Luego vinieron por mí, y no quedó nadie para hablar por mí”

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