Por Nulfo Yala
Se olvidan que el pueblo, espera que su Universidad cumpla el rol para el cual fue concebida; es decir, una institución portadora de la luz de los principios humanistas y científicos para el desarrollo de su sociedad, a la cual se debe. Una institución que promueva la libertad y la independencia de cualquier corriente política ideológica mucho más cuando ésta es radical y promueve el odio y la confrontación; y que, por supuesto, luche desde el ámbito de la comunidad académica, contra cualquier poder opresor, como representa en este caso el fascismo.
¿Que la universidad pública, esta en una crisis terminal y no termina de morir por la corrupción e inoperancia de sus fines? Es innegable. Sin embargo, hoy en día se manifiesta otro desacierto que la desacredita aún más. Tristemente se observa como, institucionalmente, se asumen posicionamientos político partidarios; en muchos casos, hasta llegar a ser utilizadas por posiciones fascistas y antidemocráticas. El regionalismo fascista en Bolivia, particularmente desde la Región de Santa Cruz, sabe hacer su trabajo. Y bajo la lógica del odio separatista recalcitrante disfrazada de reinvidicación regional, no duda en utilizar cualquier recurso que tenga a mano, para exhacerbar el odio a lo que no representa sus intereses separatistas (obsérvese el actual conflicto por ADEPCOCA, que extrañamente coincide y alimenta el clima de convulsión social). Y es lamentable observar que, a través de las autoridades universitarias de turno, se van prestando a los juegos de odio del fascismo, como se ha visto también en los fatídicos acontecimientos del 2019, cuando se perdió la democracia en Bolivia con la deplorable participación de algunas universidades del sistema universitario boliviano, que participaron, directa o indirectamente, en el derrocamiento de un gobierno legítimamente electo. Cuyo desenlace provocó muertes, persecuciones y dolor en la sociedad boliviana; y el posterior encarcelamiento, una ve recuperada la democracia, de la expresidenta de facto, de ese periodo trágico en la historia de Bolivia.
El móvil para generar la convulsión es ahora, el tema de la fecha del censo de población y vivienda. Cualquier razón para generar convulsión y desestabilización será válido para el fascismo regionalista y separatista. Y qué mejor manera de hacerlo, que utilizar y legitimizarse a través de instituciones que supuestamente gozan de cierta credibilidad en la sociedad boliviana. El mal llamado «Comité Interinstitucional» creado precisamente para dirigir las acciones del fascismo siempre vivo el presente a través de los cívicos, las logias, los grupos de poder y de su caudillo fanático, que se ha entronizado como el «elegido» de Dios y que peligrosamente, viene incendiando todo a su paso con discursos de odio y confrontación, con todo aquello que se interponga en su camino y vaya contra sus caprichos y sus delirios dictatoriales; tal como se ha evidenciado, recientemente, en el ataque frontal y violento contra el Alcalde de Santa Cruz, simplemente por disentir y pensar diferente.
Una de las instituciones participantes de este Comité Interinstitucional es precisamente la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno. Su Rector, Aparentemente es la cabeza de este comité; también, aparentemente, trata de mostrarse como una institución comprometida con su pueblo a través del aporte técnico para la realización del censo. Se olvida, sin embargo, que el pueblo está cansado de confrontaciones, de discursos de odio, de paros y del fascismo recalcitrante- que busca asfixiar al pueblo que dice defender- para sus perniciosos fines políticos. Se olvidan que el pueblo, espera que su Universidad cumpla el rol para el cual fue concebida; es decir, una institución portadora de la luz de los principios humanistas y científicos para el desarrollo de su sociedad, a la cual se debe. Una institución que promueva la libertad y la independencia de cualquier corriente política ideológica mucho más cuando ésta es radical y promueve el odio y la confrontación; y que, por supuesto, luche desde el ámbito de la comunidad académica, contra cualquier poder opresor, como representa en este caso el fascismo.
Sin embargo, tristemente se observa cómo la Universidad, a través de sus autoridades de turno, viene siendo utilizada y se ha subornidado nuevamente al poder político fascista. Mezquinos intereses políticos nuevamente se han apoderado de la Universidad boliviana. Quedan preguntas en el aire ¿Existirá algún compromiso político, como ha sucedido en oportunidades anteriores, para que sus autoridades de turno se proyecten políticamente en el futuro? ¿Existirán alianzas político-partidarias? ¿Ingenuidad u Oportunismo? El tiempo lo dirá. Lo cierto del asunto, es que la credibilidad de la Universidad boliviana, está una vez más entredicho. Y la libertad como bien supremo de la humanidad, que la Universidad desde su universalidad ha jurado defender, se encuentra nuevamente en peligro. No debemos olvidar lo afirmado, tan acertadamente, por Vasili Grossman: «Una vez puesta al servicio del fascismo, el alma del hombre declara que la esclavitud, ese mal absoluto, portador de la muerte, es el único bien verdadero».
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