VIOLENCIA Y SEPARATISMO DE LOS GRUPOS CÍVICOS FASCISTAS DE SANTA CRUZ EN BOLIVIA

Nulfo Yala (2022)

Por Nulfo Yala

 

Los fascistas lo saben. Juegan y alimentan el odio y la violencia para mantenerse vigentes. Someten, cual estado de prisión a su pueblo (sitiados y privados del derecho a la libertad de circulación por los bloqueos), pero les hacen creer que «es por su bien», que el «este sufrimiento es necesario» para lograr las «supuestas» reivindicaciones por las que se privan de los derechos al pueblo. En la radicalización y la convulsión esta su fuerza.

El fascismo cívico ha dado un nuevo paso en su búsqueda de la independencia de Bolivia. Esta vez, se puso en evidencia, que el problema de la fecha del Censo, fue solamente una excusa para convulsionar el país. El fascismo a la Cabeza del Gobernador, el Presidente Cívico y, sorprendentemente, el Rector de la Universidad Pública de Santa Cruz, han puesto sus cartas sobre la mesa. Se evidenció que el objetivo fue, y ha sido siempre, la separación de Bolivia: la independencia y el comienzo del desmembramiento y desintegración de Bolivia.

Se ha constatado, también por parte de este grupo fascista, un discurso plagado de exaltación del regionalismo cargado de odio y racismo. Dirigido hacia lo que, muchas veces, llegaron a denominar «raza maldita», a los que despectivamente denominan «collas» (habitantes de la región andina de Bolivia).

Bajo el pretexto del «centralismo» a lo que ellos hacen alusión como la causa de los problemas del país, se ha articulado un movimiento, principalmente, con los actores cívicos de las regiones del país y de políticos de oposición. Quienes, cegados por el odio al partido del gobierno, no dudan en aprovechar cualquier oportunidad para aniquilar al enemigo, aún a costa de la desintegración del país.

El lenguaje utilizado en las preguntas del último cabildo de los grupos fascistas de Santa Cruz, realizado el 13 de noviembre del 2022, denota claramente que el «otro», el «extranjero» es el boliviano con relación al cruceño. Además, al advertir que se revisará la «relación política de Santa Cruz con el estado boliviano», claramente se hace alusión que Santa Cruz podría asumir la determinación de terminar esta relación y declararse independiente. Este discurso no solamente calmó los ánimos de los radicales fascistas en su paro que terminaba de desgastarse, quienes pedían radicalizar la violencia; sino también, influyó a muchas personas, para hacerles creer que la solución de todos los problemas está, precisamente, en la independencia de Santa Cruz. Aunque, posteriormente, se haya tratado de matizar con explicaciones de que se hacía referencia a la búsqueda de «federalismo» o de la creación de una «confederación de estados». A la cuenta el fin es el mismo: el desmebramiento de Bolivia.

Lo paradójico del asunto es que muchos políticos, que incluso fueron antes expresidentes de Bolivia, hayan recibido estas declaraciones con beneplácito; llegando, incluso, uno de ellos a cínicamente a declarar en medios de prensa, que el cabildo de Santa Cruz representaba «el fin del Estado Plurinacional de Bolivia». Es difícil creer que estos políticos sean tan ingenuos como para no darse cuenta de los fines separatistas de estos grupos fascistas. Lo saben, siempre lo supieron; pero el odio visceral hacia el «socialismo» y particularmente hacia el partido del MAS, es tan fuerte, que no importan las consecuencias con tal de lograr su destrucción.

Los fascistas lo saben. Juegan y alimentan el odio y la violencia para mantenerse vigentes. Someten, cual estado de prisión a su pueblo -sitiados y privados del derecho a la libertad de circulación por los bloqueos; y lo más doloroso: con cuatro muertos hasta ahora. Esto sin contar los muchísmos cobros, abusos y maltratos a los que son sometidas las personas en los puntos de bloqueo- pero les hacen creer que «es por su bien», que el «este sufrimiento es necesario» para lograr las «supuestas» reivindicaciones por las que se privan de los derechos al pueblo. En la radicalización y la convulsión esta su fuerza. No dudarán en atemorizar e intimidar con violencia a quien ose cuestionar y aleccionar a quien está desfalleciendo en la causa.

De esta manera estos grupos fascistas imponen con el garrote su voluntad y justifican diciendo que es la «voluntad del pueblo expresada en el Cabildo» y que ellos lo harán cumplir.  Este tipo de justificaciones no son nuevas, las utilizaron grupos e ideologías fascistas, particularmente durante la segunda guerra mundial. Cómo no olvidar, por ejemplo, que Hitler se radicalizaba más en su odio a medida que iba perdiendo la guerra, pidiendo al mismo tiempo sacrificio a su pueblo en nombre de una victoria final que, decía, estaba cerca.

Pero, como en todo régimen fascista, el lavado sistemático de cerebros y la movilización de las masas funciona. Al final la gente, bombardeada también por la desinformación y la propaganda de algunos medios de comunicación afines al movimiento regionalista, terminan doblegados y siendo utilizados por la causa, como justamente pasó en la Italia fascista con Mussolini. Sin embargo, se olvidan que, como cualquier régimen fascista, una vez en el poder acometerán contra todo aquel que cuestione o peor aún se declare en disidencia. Al final el pueblo siempre termina pagando las consecuencias. En la subida y en la caída de los regímenes fascistas, la víctima del odio siempre será el pueblo quien sufrirá los males y las consecuencias de la destrucción y los males a los que conduce el fascismo.

Bolivia, un estado de derecho. La Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia señala que el estado tiene un carácter unitario y soberano. Señalando como principales funciones la defensa de la sociedad y del estado. Y advirtiendo que cualquier ciudadano que atente contra la unidad del País, comete el delito de traición a la Patria.

No obstante, de ello y con el peligro que se cierne sobre la integridad del país, con los afanes independentistas promovidos por los grupos fascistas, se observa una vez, una subestimación rayado en lo absurdo, hacia estos grupos fascistas. Bajo el argumento, muchas veces trillado, de la «democracia», se va tolerando estos afanes, permaneciendo impasibles a la conculcación de los derechos de las personas, sometidas a un bloqueo inhumano.  Y peor aún, tolerantes con las acciones vandálicas y de violencia generadas por estos grupos, que derivaron, por ejemplo, en la toma y quema de la Sede de la Federación de Campesinos de Bolivia el 11 de noviembre pasado. Resultado de ello, por presión y posibles acuerdos políticos con estos grupos, se terminó dejando en libertad a la mayoría de los presuntos autores, tal como solicitaron los cívicos de Santa Cruz. Es decir, y como siempre, se actúa con impunidad para los responsables de estos actos violentos y vandálicos.

La situación no debería ser subestimada, como lo viene haciendo el gobierno. El fascismo, día que pasa, se hace más fuerte, peligroso y viral. Y como se ha visto, tiene como principales aliados, además de los políticos de oposición, a los movimientos cívicos, también de tendencias fascistas; pero que lo único que les une es el odio hacia el MAS.

Estos movimientos cívicos, expertos en convulsionar en sus regiones, aprovechando cualquier excusa, tienen a su favor la inacción del gobierno, cuando se vulnera el estado de derecho con sus medidas de presión. Y está demostrado, que cuando la violencia y la presión aumenta, el gobierno termina cediendo. Y el mensaje es claro. Cualquier sector que quiera imponer su capricho para conseguir sus intereses sectarios, recurrirá a estas medidas de convulsión (bloqueo de caminos, de calles, toma de instituciones, violencia y amedrentamiento, etc.) para lograr su propósito. Lamentablemente, quien ha contribuido a esta situación ha sido precisamente el MAS, antes y durante el gobierno de Evo Morales. Usando y abusando de estas medidas de convulsión social, las han legitimizado hasta convertirlas, ahora, en derechos de los convulsionadores.

Ojalá que no suceda, pero se avecina días aciagos para Bolivia. La oclocracia y corrupción en la cual se encuentra sumido el país, lo conduce cada vez hacia un estado fallido. Sumado a ello, el fascismo regionalista y separatista en Santa Cruz que no cesará en sus arremetidas de odio y violencia. A este paso, solo será cuestión de tiempo para que el fascismo logre sus fines, si se le sigue subestimando y tolerando. No debe olvidarse que el fascismo no toma prisioneros y es tan inútil como fútil el pretender ser demócrata siendo a la vez condescendiente con esta ideología de odio. «Al fascismo se le combate sabiendo que no se puede ser demócrata sin ser antifascista», decía el político español Felipe Alcaraz; y hoy, no podría ser más cierto.

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