Por Nulfo Yala
Bolivia se encuentra en una peligrosa encrucijada donde nuevamente peligra la democracia por la arremetida inclemente de la derecha fascista rearticulada, esta vez con mayor fuerza, a través de los Comités Cívicos de Bolivia
Los últimos hechos acaecidos en Santa Cruz posteriores a la aprehensión del gobernador de Santa Cruz, han demostrado que la derecha fascista es mucho más peligrosa de lo que se pensaba; no solamente está articulada en los Comités Cívicos y en los grupos de poder de empresarios y potentados económicos, también se ha introducido de una manera sutil, pero firme y creciente, en algunas Universidades Públicas de Bolivia, como en el caso de la Universidad Pública de Santa Cruz. Es escandaloso y sorprendente que instituciones cuya razón de ser es eminentemente académica, se hayan transformado en actores políticos de una extrema derecha fascista, que promueven el odio y acciones violentas en contra el pueblo y el estado de derecho; asumiendo la reivindicación de falsos discursos de supuesta defensa a la democracia, cuando sus acciones demuestran todo lo contrario.
Estos discursos tienen la finalidad de confundir a la población, particularmente a sus acólitos y a los indecisos. La detención de Camacho, producida por su negativa a someterse a la justicia boliviana, es un tema eminentemente jurídico; y las acciones como tal, deberían enmarcarse dentro de este ámbito. No obstante, para que exista una justificación política de desestabilización se ha construido el discurso de que, con la acción de la detención de Camacho, estaría supuestamente en riesgo la democracia en Bolivia y los derechos y las garantías constitucionales de todos los ciudadanos de Bolivia; y que, supuestamente esta acción nos conduciría a convertirnos en «Cuba» y «Venezuela». Nada más falso. Lamentablemente la derecha fascista en Bolivia tiene controlados varios medios de comunicación, particularmente televisivos, quiénes difunden sin cesar una información manipulada para hacer ver que existe una crisis insostenible en Bolivia por la detención de Camacho; y que, sorprendentemente, las víctimas ahora resultan ser estos grupos vandálicos y fascistas que quemaron instituciones públicas, bienes públicos y privados. Grupos que instauraron un movimiento cívico terrorista donde cualquier voz disidente, o que se declare en oposición, será objeto de represalias no solamente con sus bienes materiales sino también con su integridad física; incluso con técnicas de tortura, típicas del sicariato, como el caso del funcionario de impuestos que fue sometido a vejámenes y torturas por su simple condición de empleado público del estado boliviano.
Frente a este escenario los medios de comunicación televisivos, afines a estos grupos cívicos-fascistas, los presentan como «héroes y líderes de la democracia que están siendo perseguidos políticamente». Ya lo decía Malcolm X: «Con una hábil manipulación de prensa puede ser que la víctima parezca un criminal y un criminal, la víctima». Además está victimización intenta arrastrar a toda la población a esta supuesta «suerte de persecución» a fin de generar miedo y provocar acciones de respuesta violenta. Es decir, se busca convertir en un problema nacional, cuando no lo es. Por supuesto, se trata de un movimiento político de desestabilización que forma parte de un plan militarista-separatista; con acciones tales como, el bloqueo de alimentos al resto del país o la activación de grupos paramilitares llamados de «autodefensa». Movimiento organizado por el Comité Cívico de Santa Cruz y los grupos de poder que buscan, innegablemente, la desestabilización política y en última instancia la división del estado boliviano.
Estás tácticas de desinformación y manipulación no son nuevas, ya fueron usadas en el pasado también por el fascismo nazi, a través de Goebbels, responsable de propaganda nazi durante la segunda guerra mundial, quién solía decir que «Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo, tal que cuando el adversario responda, el público ya esté interesado en otra cosa. La respuesta del aniversario nunca ha de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones». Y esto es justamente lo que vemos diariamente en los medios televisivos afines a los cívicos y los poderes subversivos de Santa Cruz y Comités Cívicos departamentales aliados, cuando presentan como «noticia» una acusación tras otra, de manera que la victimización sea más creíble y por tanto será más fácil manipular y utilizar a las masas para sus fines.
Por supuesto que estas acciones de desestabilización no vienen solamente desde adentro. En el golpe de estado del 2019 existió participación y financiamiento externo, que seguramente se irá conociendo en el proceso de investigación del caso judicial «Golpe I». Estos mismos actores están, también ahora, operando y asesorando a la derecha fascista boliviana; no es de extrañar la presencia de diputados europeos y chilenos, quiénes fueron recientemente expulsados por realizar actos de intromisión política en Bolivia. Es también innegable qué la coordinación con estos agentes externos se sigue realizando a través de los ex presidentes que participaron en el golpe de estado del 2019.
Bolivia se encuentra en una peligrosa encrucijada donde nuevamente peligra la democracia por la arremetida inclemente de la derecha fascista rearticulada, esta vez con mayor fuerza, a través de los Comités Cívicos de Bolivia, algunas Universidades Públicas, grupos económicos de poder, empresarios, grupos paramilitares cómo la Unión Juvenil Cruceñista y la Resistencia Juvenil Cochala, entre otros actores políticos y sectarios. Sin contar el riesgo, siempre latente, que nuevamente la derecha fascista seduzca y logre corromper a policías y militares cómo sucedió en el 2019. Son tiempos peligrosos; por tanto requieren respuestas firmes, valientes, decididas y definitvas para contrarrestar al fascismo recalcitrante que se ha rearticulado en Bolivia. Ojalá el gobierno democráticamente electo por el 55% de la población boliviana esté a la altura de este reto y pueda garantizar el estado de derecho y la defensa de la democracia, utilizando todos los poderes y recursos legales que les fueron conferidos para la defensa de los derechos humanos de las personas y la integridad de estado boliviano. De lo contrario, esta vez, el fascismo no tomará prisioneros.
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