BLOQUEOS Y CORRUPCIÓN: LA REALIDAD DE LA UNIVERSIDAD POTOSINA. PARTE I

Por Nulfo Yala

La normalización del abuso y la vulneración del derecho a la educación en la Universidad Potosina, motivadas por los intereses particulares de los bloqueadores, reflejan una profunda crisis institucional.

Durante los últimos años, la Universidad Potosina ha sido testigo de una serie de bloqueos recurrentes a sus instalaciones por parte de estudiantes de diversas carreras, motivados por intereses de grupo y reivindicaciones particulares. Estas acciones han generado un perjuicio considerable en las actividades académicas, donde la suspensión de clases es el pan de cada día, como ocurrió recientemente los días 27 y 28 de marzo.

Esta cultura del bloqueo, arraigada desde hace tiempo, ha prosperado debido a la tolerancia, permisividad y debilidad institucional, así como a la falta de liderazgo por parte de las autoridades universitarias. Sin embargo, lo que agrava la situación es la presencia de una cultura de corrupción política, donde las autoridades, para acceder al poder, negocian o realizan acuerdos con grupos de docentes y estudiantes, muchos de los cuales son precisamente los instigadores de estos bloqueos. Impotentes por su dependencia de estos grupos para mantenerse en el poder, las autoridades son incapaces de poner fin a estos abusos.

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La degeneración de la autonomía universitaria a causa de estas alianzas corruptas ha sumido a la Universidad Potosina en un estado de desgobierno constante. Las clases son suspendidas a merced del abuso y la tiranía de los bloqueadores, en ocasiones con la complicidad o la instigación de grupos de docentes que persiguen sus propios intereses políticos. Esta situación representa no solo un grave obstáculo para el derecho a la educación de los estudiantes, sino también una amenaza para la integridad académica y la estabilidad institucional de la universidad.

La normalización del abuso y la vulneración del derecho a la educación en la Universidad Potosina, motivadas por los intereses particulares de los bloqueadores, reflejan una profunda crisis institucional. Esta crisis se alimenta de las ansias de poder y los pactos de mediocridad que caracterizan a aquellos que son elegidos como autoridades universitarias. El costo de esta búsqueda desmedida de poder es la pérdida de la esencia misma de lo que debería ser una institución educativa.

Es importante destacar que estos bloqueos serían impensables en otras universidades alrededor del mundo. Por lo general, los infractores serían castigados con la expulsión, y las autoridades que toleraran tales actos enfrentarían la destitución y procesos legales por incumplimiento de deberes. Sin embargo, en el caso de la Universidad Potosina, estos abusos son premiados e incluso sirven como trampolín para los perpetradores hacia puestos de poder político. Es común ver cómo estudiantes que fueron bloqueadores en algún momento terminan ocupando cargos como diputados, viceministros y otras posiciones de influencia en Bolivia.

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La utilización del bloqueo como una herramienta para visibilizarse públicamente no solo responde a intereses estudiantiles, sino que también sirve a las mafias políticas corruptas de los partidos políticos bolivianos. Estas mafias aprovechan la situación para reclutar a estudiantes bloqueadores y sumarlos a sus filas de corrupción, perpetuando así un ciclo de abuso de poder y desviación de recursos públicos.

Esta lamentable situación perpetúa un ciclo vicioso de impunidad y corrupción, donde aquellos que deberían proteger y promover el derecho a la educación son precisamente quienes lo vulneran en aras de sus propios intereses.

La Universidad Potosina se encuentra a la deriva, sumida en pactos de mediocridad y contubernios políticos de corrupción. En este entorno, la educación y la investigación, que deberían ser las prioridades fundamentales, pasan a un segundo plano. ¿Cómo puede la institución hacer ciencia y formar profesionales de calidad, como les gusta vanagloriarse a las autoridades de turno, si las clases son constantemente interrumpidas y la universidad está sitiada y bloqueada por personas sin escrúpulos?

La complacencia, inacción e incluso complicidad de las autoridades ante estos actos solo agravan la situación, socavando aún más el derecho a la educación de la comunidad estudiantil y el derecho de los docentes al trabajo, que aunque son contados, están comprometidos con la formación y el desarrollo de la educación en el país. Es imprescindible romper con este ciclo de corrupción y abuso de poder para restaurar la integridad y el propósito académico de la universidad. Urge una transformación profunda de la institucionalidad de la Universidad Potosina, donde se promueva la transparencia, la responsabilidad y el respeto por los derechos fundamentales de la comunidad estudiantil y el derecho al trabajo de docentes y administrativos. Solo así podrá restaurarse la integridad y el prestigio de esta institución académica y garantizar un ambiente propicio para la investigación y la formación de profesionales competentes que contribuyan al desarrollo de la sociedad.

nulfoyala@gmail.com