MENSTRUAR SIN AGUA, MENSTRUAR EN LA CLANDESTINIDAD, EN LA PRECARIEDAD

Por: Milenka Vanessa Almanza López

Pero escasamente se ha hablado y contextualizado sobre como es menstruar en territorios afectados por el extractivismo minero. Los territorios donde la minería opera, esta doble opresión se vuelve brutalmente visible. Las empresas mineras acaparan o contaminan fuentes de agua, y al mismo tiempo, las mujeres y personas menstruantes enfrentamos condiciones indignas para gestionar nuestros ciclos menstruales, agravados por la falta de agua, baños, insumos, privacidad y educación menstrual.

La menstruación en la historia, ha sido motivo de vergüenza, de suciedad, ha sido un tabú. Actualmente muchos de los movimientos feministas están rompiendo estos esquemas, y se ha recorrido un camino muy largo en la desestigmatizacion de la menstruación y avanzar hacia la dignidad menstrual de todxs, quienes menstruamos o hemos menstruado

Pero escasamente se ha hablado y contextualizado sobre como es menstruar en territorios afectados por el extractivismo minero. Los territorios donde la minería opera, esta doble opresión se vuelve brutalmente visible. Las empresas mineras acaparan o contaminan fuentes de agua, y al mismo tiempo, las mujeres y personas menstruantes enfrentamos condiciones indignas para gestionar nuestros ciclos menstruales, agravados por la falta de agua, baños, insumos, privacidad y educación menstrual.

Acontravia.com

En ese contexto, la niñas, mujeres menstruantes  y personas menstruantes en zonas donde el extractivismo minero se ha emplazado y se ha quedado sin permiso alguno, transitamos y hemos transitado nuestra menstruación en la clandestinidad, en el miedo, la vergüenza, en la duda, e incluso en el asco, más aun en un contexto minero machista que tilda, que invisibiliza y que utiliza a las mujeres como objetos meramente de reproducción.

En ese escenario me permito llevarlos a volar sobre el Cerro Rico de Potosí, una de las montañas con más minerales y riquezas importantes para los humanos. En las faldas de esa montaña, en las áreas aledañas a este cerro, la menarquia no llega sola, llega con la vergüenza, la falta de agua, el estigma y la soledad.

No hay agua en nuestras casitas tipo cubículos, solo hay agua en piletas públicas pero por horas definidas, no hay baños en las casas y estamos en pleno siglo XX.

En los baños públicos la cuya privacidad es escasa,  unos cubículos divididos por dos paredes inconclusas, que hacían de divisoria; estos cubículos, carecían de puertas; por ende las instalaciones de los baños no eran seguras, si no contabas con agua para asearte en el lugar, menos había agua potable para el aseo.

Una vez llegabas al baño público: tenías que hacer fila para tu turno y cambiarte la toalla higiénica (si es que contaban con ella), muchas veces otras usuarias del baño te veían mientras te cambiabas, y eso no era intencional era ocasional….más que eso era precariedad.

Otra opción para la “higiene” menstrual, era buscar un lugar recóndito dentro de casa, para poder cambiarte y “asearte”  – lo pongo entre comillas, porque la menstruación no es motivo de suciedad – porque recordemos que  en los baños públicos ni puertas habían.

Ahora imagina: No existe tampoco sistema de recolección de basura para disponer los residuos de la menstruación. El servicio de recolección de basura se instauro en Potosí, y con seguridad en muchos de los centros mineros a partir de la segunda mitad de la década de mil novecientos noventa, en ese escenario, muchas de las habitantes de estas áreas mineras, no contamos con  Instalaciones funcionales para usar, desechar o limpiar la protección menstrual (ejemplo las toallas higiénicas). ¡Adivinaste¡, los residuos eran dispuestos en la clandestinidad, en los basureros clandestinos, montado y sentados en medio o al rededores de la montaña más rica del mundo.

Por eso recuerda: cuando te digan que la minería es “progreso”……La minería no ha lograda tan siquiera garantizar servicios básicos en sus zonas de sacrificio, menos ha garantizado  ni garantiza menstruaciones dignas.

Porque lo que no sabíamos que desde aquel entonces y hasta ahora estábamos compitiendo con los ingenios mineros por el acceso al agua, y que desgraciadamente la balanza se ha inclinado siempre  hacia el lado de las operaciones mineras. En ese contexto hablar de dignidad menstrual es una odisea.

Todo esto aunado con que las fuentes de agua disponibles estaban y están en constante riesgo de ser contaminadas, dificultando un manejo de nuestra menstruación de forma segura y digna

En esa trama en medio del extractivismo minero en Potosí la menstruación es un factor catalizador de las desigualdades sociales estructurales, porque expone a peligros, menoscaba derechos fundamentales, discrimina,  y no dignifica la vida. Porque en las zonas mal llamadas “mineras” (porque son territorios con actividad minera impuesta), el estigma y exclusión se amplifican porque al Estado y menos a las empresas mineras se interesa la dignidad menstrual.

La dignidad menstrual, en este sentido, es también una lucha contra el modelo extractivo que niega el derecho a una vida digna. Todo esto se constituye en injusticias ambientales y de género, tatuadas en nuestra dignidad como personas menstruantes.

¡Queremos dignificar la menstruación, como un proceso: Natural, trasformador, saludable y revolucionario!

¡Queremos poner en las agendas públicas, que la actividad minera menoscaba la dignidad menstrual!

PRIMERO DE ABRIL 1545: EL NACIMIENTO DE UN POTOSÍ EN CLAVE MINERA, EN CLAVE DE SACRIFICIO AMBIENTAL Y SOCIAL.

Por: Milenka Vanessa Almanza López

En ese contexto los potosinos nacimos respirando aire enrarecido, viendo el paisaje plomizo (por los residuos minero metalúrgico), atrapados en un sueño de terror del que no podemos despertar, porque la minería ha dominado el territorio desde la colonia hasta hoy, convirtiendo a nuestra tierra en una Zona de Sacrificio Ambiental, concepto que describe lugares donde las fuentes de contaminación no han sido motivo de agencia, las vidas no importan y solo se valoran los réditos económicos. Estas áreas son la máxima expresión de las desigualdades socioambientales y, lamentablemente, Potosí encarna todas ellas.

Cuentan las leyendas potosinas que el primero de abril de 1545, el cerro Rico de Potosí en Bolivia fue “descubierto”, las condiciones apuntan a que esa fecha marcó el inicio de un destino nefasto para la historia de este territorio. Fue el inicio de una desposesión violenta, del despojo, del saqueo, de la injusticia social –ambiental, un tránsito violento vinculado a una identidad minera tatuada en los cuerpos de sus habitantes.

Ahora: Imagina ser un ave migratoria que regresa a Potosí el dos de abril de 1545, el olor a tierra mojada ha desaparecido, el agua no refleja siluetas; al presente el aire está invadido de químicos extraños. Han crecido los ingenios mineros (plantas de concentración de y beneficio de minerales), los desmontes, los diques de colas y la muerte inmutable abunda.

En ese contexto los potosinos nacimos respirando aire enrarecido, viendo el paisaje plomizo (por los residuos minero metalúrgico), atrapados en un sueño de terror del que no podemos despertar, porque la minería ha dominado el territorio desde la colonia hasta hoy, convirtiendo a nuestra tierra en una Zona de Sacrificio Ambiental, concepto que describe lugares donde las fuentes de contaminación no han sido motivo de agencia, las vidas no importan y solo se valoran los réditos económicos. Estas áreas son la máxima expresión de las desigualdades socioambientales y, lamentablemente, Potosí encarna todas ellas.

LOS PASIVOS AMBIENTALES Y EL LEGADO TOXICO

Acontravia.com

En Potosí, la generación de recursos económicos es tan importante que se pretende “compensar” la explotación de la naturaleza mediante las regalías (Ley N°535 de Minería y Metalurgia, art. 223) por la explotación de recursos no renovables: minerales y metales no renovables. En 2023, se recaudaron 904.360.963,75 bolivianos en regalías, cifras insignificantes frente a los servicios ecosistémicos sacrificados durante siglos, que incluyen el soporte, la regulación y la provisión ambiental. Porque en los potosino y los bolivianos pareciera que no hay conciencia de que estamos exportando la Naturaleza, por alrededor de 480 años.

Esto se hace evidente con los 104  pasivos ambientales mineros o depósitos de residuos de la minería que contienen ingentes cantidades de sustancias  tóxicas  (inventariados por el Servicio Geológico Minero de Bolivia, en el 2014) que develan el legado toxico de la minería  en Potosí.

El 12 de marzo de 2025, en Andavilque, en el distrito de Catavi en LLallagua Potosí, se suscitó un hecho de colapso de la mal llamada laguna del Kenko, que en realidad es un dique de colas, que colapso ante la ausencia del Estado, ante la ceguera o desconocimiento de los “tomadores de decisiones”, de la implicancia real del Cambio Climático y las intensas lluvias en estos depósitos tóxicos, que ha llevado de aguas ácidas a Andavilque y la vida que habita en esta infausta comunidad que vive en clave minera, en clave de sacrificio, donde no hay regalía que alcance para volver a la vida lo extinto.

Pero eso no es todo, en la Ciudad de Potosí  habitan también pasivos ambientales, incluso dentro del área urbana, tales como:

    • Colas (desechos mineros) sufurosas y óxidos de San Miguel que datan de los años 50¨s, que colidan con las comunidades indígenas de Cantumarca y Huachacalla
    • Colas de Pailaviri (residuos de preconcentración de la planta instalada en el Cerro Rico de Potosí), cuyos contenidos de plata y plomo, no son comerciales, por tanto seguirán indefinidamente afectando al medio ambiente, pues a nadie le interesa por no tener importancia económica en su recuperación.
    • Pasivos ambientales no cuantificados como: al extremo del mirador Pary Orcko o montaña caliente en lengua quechua (que dicho sea de paso es un sitio turístico)
    • En el rio de la rivera, que es tributario del Rio Pilcomayo que es un rio trasfronterizo compartido con Paraguay y Argentina.
    • En la zona Huachacalla, altura bosquecillo, en el lugar denominado “Taiton”, lugar actualmente con bastante concentración de personas.

Estos restos tóxicos mineros son el testimonio no solo de la ausencia de gestión ambiental en las actividades mineras, sino del predominio de los discurso regalitarios en las narrativas potosinas, perpetuando el sacrificio del territorio. Son además una vorágine potencial ante el escenario del cambio climático, pues hay un alto riesgo de colapso ente las lluvias intensas que predominan actualmente, cuyo impacto ambiental y social, no se ven  como prioridad y urgencia en las políticas públicas en los diferentes niveles del Estado.

MINERÍA EN LA CIUDAD Y COLINDANTES A UNIDADES EDUCATIVAS

Pero eso no es todo, la actividad minera en la ciudad  Potosí (a pesar que la Ley 535 en su artículo 93, inciso a, prohíbe actividades mineras en áreas urbanas) ha crecido significativamente. Actualmente, 14 ingenios mineros operan en áreas urbanas, contribuyendo a la contaminación, degradación ambiental, y afectando a la vida. Se registran más de 500 bocaminas en el Cerro Rico, muchas en estado de abandono, que siguen siendo una fuente potencial de contaminación ambiental. Además de centros de acopio de minerales y comercializadoras y “exportadoras” de minerales incluso colindantes a unidades Educativas.

Las transnacionales también operan en la región. La Minera Manquiri recupera ciertos residuos mineros, utilizando cianuro de sodio para el recobro de plata. Estas actividades han impactado lagunas cercanas, como CHALVIRI, LOVATO, ULISTIA y PHISCO KOCHA, obligando a la empresa a realizar restauración ambiental por mandato judicial del Tribunal Agroambiental, plazo que ya e cumplió en enero del presente año. Además la operación de MANQUIRI tiene un efecto colateral en la economía y política nacional, porque ha creado una dependencia en las exportaciones del país hacia esta transnacional, lo que en el futuro creara una competencia entre países de base extractiva en la región para atraer inversiones extranjeras, cayendo en un bucle neocolonial, sin fin.

LOS RIOS HAN FALLECIDO EN POTOSI

En la red hídrica que cursa por la ciudad de Potosí se encuentran tres ríos principalmente: Huaynamayu, Chectakala, Korimayu y La Rivera, confluyen en el río Tarapaya, el cual es un afluente del río Pilcomayo, que es un rio de curso internacional, por ende su contaminación tiene alcance internacional.

Estos ríos tienen afectación de  Aguas acidas de minas, aguas de percolación acida de diques de colas  (aguas que en medio acido contienen metales pesados como Zing, Plomo, Cadmio en disolución) aguas residuales domésticas y hasta hace algunos años efluentes en gran volumen y colas de ingenios mineros en potosí, antes que se Instalen Laguna Pampa I  y II.

Todo esto se asemeja e un enfermo de cáncer agonizando, y con placebos medicamentosos cada vez más fuertes, para aparentar robustez y salud, más aun en un escenario de cambio Climático y de sequía y lluvias intensas vertiginosas

CLAVE MINERA E IDENTIDAD MINERA

En cuanto a los aspectos sociales y culturales, la explotación minera se ha naturalizado en Potosí, en medio de una identidad minera arraigada,  al punto de convertirse en una atracción turística en medio de la precarización  de la vida; pues, la minería no solo sacrifica el ambiente, sino también vidas humanas, a la fecha se reportan, más de 18 personas fallecidos en minas, solo en las labores mineras del cerro Rico.

¡ESTO NO PUEDE CONTINUAR!

Ante ese escenario de Sacrificio Social y Ambiental, es urgente hablar ya no de inclusión, sino de revolución, los habitantes de Potosí ya no podemos ser solo sujetos pasivo de reproducción de la”cultura minera” y la identidad Minera, estos concepto deben progresivamente desarraigarse de nuestra realidad país y de nuestro imaginario social y cultural.

El territorio potosino y el Cerro de Potosí, requieren una reparación histórica, para lo cual es necesario propiciar espacios de dialogo colaborativo entre actores y afectados, priorizando la vida en todas sus formas, escuchando e introduciendo los saberes de mujeres, comunidades indígena originarias, zonas y barrios afectados, cuestionando el modelo estractivista y neoextractivista a profundidad. Crear un tejido social, de acción para revertir el sacrificio, entendiendo que todas las formas de vidas importan y no son sacrificables.

POTOSÍ NUNCA MÁS EXTRACTIVISTA, NUNCA MÁS COLONIAL. LOS SALARES Y LOS HUMEDALES NO SERÁN ZONAS DE SACRIFICIO AMBIENTAL.

Por: Milenka Almanza

Desde el Colectivo Potosino Acontravía, queremos ampliar el análisis y contribuir a las narrativas actuales, porque creemos que Bolivia y los países del Sur Global no podemos seguir alimentando el estilo de vida consumista y colonial de los países del Norte Global a través de la mal llamada transición energética. En este proceso, el litio juega un rol crucial, ya que su extracción y explotación siguen promoviendo modelos de desarrollo basados en el exceso de consumo de energía.

Litio potosino, litio boliviano en disputa y sus narrativas actuales

El litio, un elemento químico perteneciente a los metales alcalinos, ha generado disputas en Bolivia, un país marcado por un extractivismo histórico. En este contexto, las narrativas predominantes se reducen exclusivamente a las regalías, al crecimiento económico y a una visión de «desarrollo» limitada únicamente a lo financiero, sin considerar las implicaciones socioambientales y estructurales de su explotación.

Por un lado, los cívicos —con discursos politizados, capitalistas y reduccionistas—, representados por el Comité Cívico Potosinista, no reflejan nuestras luchas ni se alinean con la justicia ambiental; por otro, los discursos del propio pueblo potosino y las políticas del gobierno insisten en una visión que se limita al discurso capitalista de las regalías, una atroz forma de “compensación” por la extracción de los recursos naturales. En este contexto, el modelo económico del neoextractivismo cobra relevancia. A diferencia del extractivismo clásico —de carácter colonial y neoliberal—, el neoextractivismo, promovido principalmente en América Latina desde la década de 2000, se desarrolla en escenarios de gobiernos progresistas que buscan redistribuir la renta de los recursos a través de políticas sociales; sin embargo, no rompe con la dependencia estructural de la explotación de materias primas, perpetuando la lógica extractivista bajo nuevas justificaciones (Gudynas, 2012). Tanto los cívicos como las políticas gubernamentales contribuyen a profundizar los extractivismos y neoextractivismos, reforzando una estructura económica que continúa sometiendo los territorios a la expoliación de sus bienes naturales en nombre del desarrollo.

Acontravia.com

Algunos grupos con ciertas tendencias ambientalistas manejan el discurso de la transición energética y el rol crucial de los minerales “estratégicos”, como el litio, justificando su extracción desde la perspectiva del llamado extractivismo verde. Este modelo se presenta como ecológicamente sostenible y alineado con la transición energética; sin embargo, sigue reproduciendo las mismas dinámicas de saqueo, explotación y daño ambiental del extractivismo tradicional, solo que bajo el discurso de la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático.

Pero desde el Colectivo Potosino Acontravía, queremos ampliar el análisis y contribuir a las narrativas actuales, porque creemos que Bolivia y los países del Sur Global no podemos seguir alimentando el estilo de vida consumista y colonial de los países del Norte Global a través de la mal llamada transición energética. En este proceso, el litio juega un rol crucial, ya que su extracción y explotación siguen promoviendo modelos de desarrollo basados en el exceso de consumo de energía.

El Sur Global es una categoría geopolítica y socioeconómica que designa a los países históricamente marginados dentro del sistema mundial, generalmente ubicados en América Latina, África, Asia y Oceanía. No se trata solo de una ubicación geográfica, sino de una posición dentro de las estructuras globales de poder, producción y dependencia (Wallerstein, 2004). En contraste, el Norte Global se refiere a los países más desarrollados, industrializados y con mayor poder económico y político, que continúan beneficiándose del saqueo de recursos naturales del Sur. Por ello, hablar de la extracción y explotación del litio en Bolivia implica debatir sobre una transición energética justa, la cual no será posible sin una verdadera justicia global.

Tampoco sin justicia local, pues las narrativas actuales en Potosí reflejan una profunda preocupación por la apropiación minera del territorio, la identidad minera inherente y la despolitización de los temas ambientales entre la población potosina.

Las connotaciones geopolíticas de la extracción

La discusión desde la potosinidad no debería centrarse únicamente en la consigna “Potosí se respeta”, entendida solo desde una visión de resentimiento y anhelos desarrollistas promovidos, en muchos casos, por medios de comunicación que refuerzan una identidad minera sin cuestionar sus implicaciones. Es necesario mirar más allá de lo evidente y comprender las connotaciones geopolíticas de las dinámicas extractivas del litio, que están ligadas al control de los recursos por parte de un país o grupo de países sobre los bienes naturales de Bolivia. En estos escenarios, los componentes ambientales se reducen a meros recursos económicos, sin que a estos países les importe el despojo ni los conflictos socioambientales que surgen en torno a su explotación.

La extracción del litio boliviano, además de los altos impactos ambientales potenciales que pueden suscitarse y que ya se generan actualmente, también exacerba la deuda ecológica de los países del Norte Global con los países del Sur Global. Si alguien lo sabe bien, somos los potosinos: la ciudad de Potosí es una zona de sacrificio ambiental, un territorio explotado intensivamente por actividades extractivas con un alto costo social y ambiental para sus comunidades (Elias, 2016). ¿Acaso vamos a garantizar el estilo de vida de los ricos a costa del sacrificio de nuestra naturaleza eternamente?

La mal llamada transición energética y el litio boliviano

Bolivia y los salares que albergan litio se encuentran en el llamado «Triángulo del Litio», al que en los últimos tiempos se le ha asignado un papel “fundamental” en la transición energética. Sin embargo, esta transición energética es totalmente desigual y jerárquica, ya que no cuestiona el modelo extractivista de producción ni la explotación de materias primas en el Sur Global. Tampoco problematiza los vínculos sociales y ambientales de las poblaciones humanas y no humanas que han habitado históricamente el salar de Uyuni, evolucionando y especializándose en torno a él, ni los ecosistemas vulnerables que dependen de su equilibrio. Pero, sobre todo, no cuestiona el nivel exorbitante de consumo energético de los países del Norte Global.

Se trata de una transición energética corporativa que promueve y justifica la mercantilización de los bienes comunes, potenciando las desigualdades estructurales ya existentes. Ejemplo de ello son los contratos con la empresa rusa Uranium One y el consorcio chino Hong Kong CBC, en el que participa CATL y su dominio en la cadena de suministro. Estos casos evidencian la inmersión del país en un capitalismo tecnocrático, que pretende presentar las tecnologías actuales y de «punta» como la solución absoluta, mientras que las multinacionales solo ven el litio desde una perspectiva económica y de negocios, utilizándolo como instrumento para reforzar su poder geopolítico.

Acontravia.com

Estamos seguros de que este o cualquier otro gobierno apostaría igualmente por el extractivismo; la única diferencia serían los matices con los que se lleve a cabo. Por lo tanto, no se trata solo de un tema de administración gubernamental, sino de una lucha de poder y posicionamiento de las economías a nivel global. Por esta razón, sabemos que un cambio de gobierno no resolverá el problema de la extracción del litio, ya que cualquier administración, tarde o temprano, terminaría entregando este recurso; lo único que cambiaría sería la disputa por el control del poder.

Desde Acontravía, apostamos por que el litio no se explote ni ahora ni en el futuro, pues el único desenlace de su explotación es el colapso socioecológico y sistémico. Cualquier otra postura significaría asumir los discursos hegemónicos de la transición energética bajo el pretexto de la descarbonización y la mitigación del cambio climático, sin considerar los impactos ambientales, sociales e incluso culturales de su explotación, tanto en el presente como en el futuro. Esto parte de la falacia de que la transición energética es uniforme en todas las latitudes, como si las necesidades energéticas fueran las mismas en cualquier parte del mundo. Por tanto, una verdadera transición energética solo es posible si incorpora justicia global y justicia socioecológica.

Desde Acontravía, alzamos nuestra voz para proclamar con firmeza: ¡Ni los salares ni los humedales andinos serán zonas de sacrificio ambiental! No aceptaremos que los seres vivos que allí habitan, ni los milenios que les ha tomado especializarse en su entorno, sean ignorados y destruidos en nombre del «desarrollo».

Desde Acontravía, sabemos y reconocemos que: ¡Somos hijos de mineros, pero no hijos de la minería. Somos los hijos de la transformación¡

mileoxka@gmail.com

 

PALESTINA VIVE, PALESTINA LIBRE

Por: Milenka Almanza

La ocupación de Palestina no es solo una cuestión territorial; es un despojo que abarca cuerpos, vidas, dignidades y no solo acaba con las vidas humanas, sino también múltiples otras formas de vida no humanas que soportan el embate genocida en silencio. ¿Cuánta biodiversidad estará siendo arrasada? y de los cuales escasamente se habla.

Palestina vive hoy más que nunca; sus sollozos y gritos se multiplican y resuenan en todos aquellos que imploramos su libertad. A días de declararse un supuesto alto al fuego -ya que no cesan los ataques contra Gaza- urge abordar las heridas abiertas que deja la ocupación de un territorio donde la vida en todas sus formas libra una lucha desigual contra la maquinaria de muerte, desposesión y despojo. Palestina, desde hace décadas, ha sido el epicentro de una de las injusticias más brutales de nuestra era: un pueblo sometido a un régimen colonial y neocolonial que perpetúa un ciclo de violencia estructural de «limpieza racial» y genocidio.

La ocupación de Palestina no es solo una cuestión territorial; es un despojo que abarca cuerpos, vidas, dignidades y no solo acaba con las vidas humanas, sino también múltiples otras formas de vida no humanas que soportan el embate genocida en silencio. ¿Cuánta biodiversidad estará siendo arrasada? y de los cuales escasamente se habla. Desde 1948, con la declaración del «Estado de Israel», los palestinos han sido despojados de su tierra, fragmentados por fronteras que no respetan sus historias, sus culturas, ni sus derechos.

Acontravia.com

La ocupación militar israelí no solo se traduce en la expropiación de hogares, sino en un sistema que criminaliza la resistencia y normaliza la violencia contra un pueblo desarmado donde habita una cultura milenaria. Desalojos forzados, bombardeos sistemáticos, control de la ayuda humanitaria, son las herramientas de un control despiadado que busca borrar a Palestina del mapa y de la memoria.

En ese contexto, es importante comprender que el conflicto en Palestina es el reflejo moderno de un régimen colonial disfrazado de democracia. Israel, como potencia ocupante, se ha beneficiado del respaldo incondicional de potencias occidentales que, al igual que en los tiempos de los imperios coloniales, consideran que ciertas vidas valen más que otras y que vidas pueden ser sacrificadas. Esta neocolonia no opera de manera aislada; se inserta en una economía global que lucra con la militarización, el comercio de armas, el extractivismo, el neoextractivismo y el despojo. Palestina, tristemente para Israel, es hoy un laboratorio del autoritarismo moderno, donde se experimentan tecnologías de vigilancia y represión que luego son exportadas al resto del mundo.

El Estado de Israel, lejos de ser un refugio seguro tras el Holocausto, ha adoptado la lógica opresora que juró combatir. Con el apoyo incondicional de la mayoría de los países del mundo occidental, ha consolidado una alianza que utiliza la narrativa del «terrorismo» para justificar crímenes de lesa humanidad. La industria armamentista estadounidense encuentra en la ocupación de Palestina un mercado perpetuo, mientras las resoluciones internacionales contra el apartheid israelí son vetadas o ignoradas. Aquí no hay neutralidad posible: el silencio de las potencias globales es complicidad directa con el sufrimiento de millones de palestinos.

La palabra apartheid no es una exageración; es una descripción precisa de la segregación sistémica que sufren los palestinos. Desde las leyes que limitan sus movimientos hasta las que restringen su acceso a servicios básicos, el apartheid israelí ha institucionalizado la desigualdad como forma de gobierno. Este sistema se sostiene en la deshumanización, en la idea de que los palestinos son menos merecedores de derechos que sus opresores. La narrativa oficial los presenta como amenaza, cuando en realidad son la víctima de una maquinaria colonial que busca eliminarlos de su propia tierra, de su vida, de su historia: presente y futuro.

Acontravia.com

Las cicatrices del pueblo palestino no son solo físicas; son también culturales, sociales y psicológicas; así como las cicatrices de los miles de especies de fauna y flora que perecieron por la supuesta superioridad israelí. Cada generación hereda el dolor de la anterior, mientras los niños crecen entre los escombros de hogares destruidos y familias desmembradas. Estas cicatrices son el recordatorio constante de que el genocidio no es un acto único, sino un proceso continuo que busca quebrar la voluntad de un pueblo entero, su territorio y la naturaleza que los acoge.

Lo que no se nombra no existe: lo que ocurre en Palestina es ¡genocidio! No solo por las muertes, sino por el intento sistemático de borrar una cultura, un idioma y una historia. Cada ataque, cada bombardeo y cada acto de represión es parte de un plan macabro para hacer desaparecer a los palestinos como pueblo. Este genocidio no es solo un crimen contra ellos; es un crimen contra la humanidad, contra todos los principios que supuestamente sostienen nuestra civilización.

A pesar de todo, Palestina vive. Vive en las canciones que cruzan fronteras, en los grafitis que denuncian el apartheid, en las marchas solidarias que llenan las calles del mundo. Vive en la resistencia cotidiana de quienes se niegan a ser borrados, en las manos que siembran olivos como acto de rebeldía y esperanza. El pueblo palestino nos recuerda que la lucha por la libertad no tiene fronteras ni caducidad. Palestina no es solo una causa local; es un llamado global a combatir todas las formas de opresión y a construir un mundo donde la vida, y no el capital, sea el centro.

El grito de Palestina es también el nuestro. Que su resistencia nos inspire a cuestionar los sistemas que perpetúan el despojo y la violencia, y a luchar por un mundo donde la justicia no sea una utopía, sino una realidad tangible. Palestina vive porque su resistencia es inmortal.

Este grito se enmarca también en las promesas vacías de altos al fuego que, lejos de traer una verdadera solución, operan como estrategias de distracción y desgaste para el pueblo palestino. Estas treguas, anunciadas como avances hacia la paz, no son más que espejismos en un desierto de injusticias. Mientras se negocian supuestos acuerdos, las estructuras del apartheid y la ocupación permanecen intactas, perpetuando el sufrimiento y retrasando cualquier posibilidad real de justicia. Es imprescindible denunciar estos falsos altos al fuego y exigir una paz que no sea simplemente la ausencia de violencia directa, sino la restitución de derechos, dignidad, vida para Palestina y vida para el territorio y la naturaleza que los acoge.

¿QUIÉN CUIDA EL AGUA EN POTOSÍ? – LAS AGUAS ROBADAS

Por: Milenka Almanza López

Pero no solo se apropian del agua, sino que después de sus procesos productivos violentos, nos la devuelven contaminada, con una carga social, económica y ambiental acumulada en las espaldas de los menos poderosos.

La crisis ambiental y del agua a nivel mundial tiene una connotación trágica, no solo para los seres humanos, sino también para los sistemas ecológicos. Potosí, Bolivia, no está exenta de esta problemática. En resumen, es el resultado de la agudización de la tensión ecológica, política y económica en la región. Hoy en día, esta región andina está atravesando una crisis del agua debido a la sequía producto del rompimiento de los ciclos del fenómeno del niño y el cambio climático implícito. Pero no solo eso, existe una suerte de competencia entre los usuarios del agua, intereses sectarios, económicos y hasta políticos, donde el agua fluye hacia quienes tienen más poder.

En este texto, no pretendo caer en el esencialismo y analizar esta crisis desde una dinámica de petición, sensacionalismo y hacerlo como resultado de la coyuntura actual. Potosí, al ser una de las regiones donde el avance del extractivismo supone la expansión y el patrocinio de proyectos de extracción a toda costa, sin importar la fractura de los sistemas ecológicos, las vidas ni su subsistencia. Además, se piensa que el territorio de la ciudad de Potosí está exento de los efectos del Cambio Climático. Esto supone entonces caer en una lucha de poder de quienes manejan a la sociedad potosina, donde la producción del agua en la ciudad responde a negociaciones para su uso, y las «decisiones» en última instancia las toman los poderosos que «mantienen económicamente el sistema de distribución», como ellos quieren hacer creer a los pobladores de la ciudad.

Acontravia.com

Los titulares en el periódico local mencionan: «Recursos de regalías mineras atenderán necesidades de agua en Potosí», de la voz del nuevo Gobernador de Potosí, cuando en realidad la actividad minera en Potosí es la que despoja de los recursos hídricos a la población y a los sistemas ecológicos. Este despojo se denomina despojo hídrico por contaminación, pues los empresarios mineros que operan ingenios utilizan ingentes cantidades de agua para sus operaciones de beneficio de minerales. Aguas que les son robadas no solo a los pobladores, sino también a la naturaleza. Este despojo es violento, pues mientras las madres de familia hacen fila por unos cuantos cubos de agua o esperan a que el agua salga del grifo a las 3 de la madrugada, los poderosos la reciben canalizada y segura en sus instalaciones.

Pero no solo se apropian del agua, sino que después de sus procesos productivos violentos, nos la devuelven contaminada, con una carga social, económica y ambiental acumulada en las espaldas de los menos poderosos. Bajo esas premisas, existiría la privatización del agua en Potosí en pro de los empresarios mineros, afectando el acceso justo de los pobladores de la ciudad de Potosí. Se ha llegado a vender de forma ilegal incluso a 200 bolivianos o 28.8 dólares americanos el barril de agua de 200 litros, en una suerte de colonialidad de la naturaleza, esta vez por los propios, en la denominada colonialidad interna. Este poder cruento en este caso es ejercido por poderosos patriarcales que se traducen en las cooperativas mineras, transnacionales mineras, tecnócratas y burócratas estatales.

Acontravia.com

Esto sucede en la ciudad de Potosí porque es un escenario de inacción social; el territorio está despolitizado respecto a temas ambientales, sobre todo relacionados con la minería. En ese contexto, la búsqueda efectiva de la justicia ambiental, ecológica y social es urgente, en sociedades como la potosina que priorizan el «desarrollo económico» ante todo. El agua debe fluir en un ciclo, no hacia el poder. El agua es un bien común, y fomentar la universalización de los valores de la ética de su cuidado hacia los humanos y la naturaleza es apremiante, tan imperante y central como apostar por la sostenibilidad y continuidad de la vida como categoría de análisis. Abordar una nueva y transformada cultura ambiental en la ciudad de Potosí.

 Acontravia.com

Dejar de feminizar la naturaleza y sobreser su subordinación, repensar y cuestionar los conceptos y construcciones sobre lo que se considera feminidad y masculinidad, pues en este contexto están jugando un rol crucial en cómo las sociedades ocupan y transforman los territorios. De lo contrario, Potosí seguirá transitando hacia un territorio vacío, que se ha incluido de manera forzada en la economía mundial, donde prima el capitalismo no solo como sistema económico, sino político, social y hasta cultural, que antepone los intereses del capital sobre cualquier forma de vida, dejando de lado nuestras relaciones de interdependencia y ecodependencia con el agua.

mileoxka@gmail.com

PARQUE NACIONAL Y ÁREA NATURAL DE MANEJO INTEGRADO COTAPATA. MEMORIAS DE VIAJE

Por Milenka Almanza

Los viajes son giros memoriales. ¡Son memorias de fuego! Cada uno de ellos devela olores, brisas, sabores, pensares y repensares. La vuelta será caótica, con interrogantes y quizá soluciones.

Los viajes dentro de Bolivia son, sin duda, giros memoriales por su amplia diversidad de vida, geografía, pisos ecológicos y culturas. Dentro de esa amplia pluralidad, están las áreas protegidas, pero con un condimento exquisito y a la vez amargo.

Entonces, para comprender mejor esta dinámica, hablaremos del Parque Nacional (PN) y Área Natural de Manejo Integrado (ANMI) Cotapata. Es importante comprender que, al ser un ANMI, se busca compatibilizar la conservación de la biodiversidad y buscar el desarrollo sostenible de sus poblaciones. Ubicado en el Departamento de La Paz, en la Cordillera Oriental y el flanco que inicia los yungas o subandino, en los municipios de La Paz, Palca y Coroico, razón por la cual está a escasas horas y media de la ciudad de La Paz. Declarada área protegida desde 1993, en la época neoliberal en Bolivia como República.

¡Es inmenso!, pues abarca 40 000 hectáreas, y dentro de esa superficie hay diferentes altitudes que van desde los 5300 msnm en el sector de la cumbre, hasta los 1250 msnm en los Yungas en Puente Elena y el río del mismo nombre; por tanto, tiene diferentes pisos ecológicos en total 5, consiguientemente una amplia diversidad de especies de flora, fauna, microorganismos (aunque no hay una base referencial de sus poblaciones y especies) y diversidad genética. Respecto a las especies de fauna se encuentran un total de 1152 especies, de las cuales 545 son invertebrados, 85 son mamíferos, 455 aves, 29 reptiles, 11 peces y 27 anfibios.

De las cuales una de las especies más representativas es: El oso de anteojos o Jucumari (Tremarctos ornatus) y el cóndor de los Andes (Vultur gryphus) que, de acuerdo al Libro Rojo de Vertebrados de Fauna Silvestre en Bolivia de 2003, tanto el Jucumari como el Cóndor se encuentran en una categoría de amenaza: vulnerable, por tanto, es importante su conservación.

Lo que llama la atención es que no se cuenta con una línea base referencial de las poblaciones de estas especies, a fin de evaluar la salud de los ecosistemas y sus indicadores de las poblaciones, lo cual limita su seguimiento correcto.

El Área Protegida Cotapata cuenta con áreas arqueológicas como el camino del Choro, siendo uno de los caminos precolombinos incas más antiguos ubicados en Bolivia. También el Camino Precolombino Sillutinkara, Camino Precolombino Chojllapata, Camino Precolombino Umapalca-Tiquimani Sendero Turístico Yucupi, Ruinas Arqueológicas de Socosani y los bosques de Queñua (Polylepis besseri) de Pongo, localidad donde además se sirve pescado que es el medio de vida de sus pobladores.

Dentro de todo el Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado (ANMI) Cotapata, que tiene un total de 40,000 hectáreas, se cuenta con un total de 8 guardaparques, de los cuales 6 están siempre activos y dos están en descanso correspondiente. Esto, aunado a que muchos de ellos están bajo la modalidad de contrato, hace que no exista continuidad en los trabajos y menos seguridad laboral.

De acuerdo con Daniel, uno de los guardaparques, debido a las características del área protegida como Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado, se abre un abanico de posibilidades para el funcionamiento o incorporación de actividades humanas dentro del PN y ANMI. Por lo general, los pobladores priorizan sus ingresos económicos y no la conservación. Dentro de sus competencias, los guardaparques informan a la máxima autoridad ejecutiva del Servicio Nacional de Áreas Protegidas (SERNAP) sobre diferentes actividades, obras o proyectos (AOPs) que estarían influyendo negativamente en la conservación del área protegida, pero estos informes quedan, por lo general, sin efecto.

Las principales actividades humanas de producción dentro del área protegida y, sobre todo, en el ANMI son las actividades mineras de oro, el monocultivo de coca (Erythroxylum coca), la siembra de palta (Persea americana) y las actividades de instalación de torres y antenas para telecomunicaciones. Estas actividades están en aumento, por lo que es importante establecer dentro de los criterios de delimitación de las áreas protegidas la integralidad de la naturaleza y sus interacciones. Por ejemplo, en el Área del Parque Nacional, los comunarios del lugar tristemente han procedido a desecar bofedales, que, si bien no están dentro de la delimitación del Parque, están conectados con los ciclos hidrológicos y sus zonas de recarga. Esto ha repercutido negativamente en los volúmenes de agua en las lagunas que abastecen a la ciudad de La Paz. Este es uno de los mayores problemas ambientales identificados en la visita. Es alarmante que no exista una política de protección de esos bofedales o humedales altiplánicos, cuya función en el ecosistema es tan crucial y decisiva, pues va desde el filtrado de toxinas, el abastecimiento de agua, la producción y el hábitat de la vida silvestre, la retención de sedimentos y nutrientes hasta actuar como filtros naturales.

Pero otro de los efectos visibles y no menos importantes es el progresivo avance del deshielo de los nevados de las cumbres altoandinas, producto del cambio climático global, pero además, por las cenizas que alcanzan mayores alturas. Debido a esto, los chaqueos para habilitar áreas de cultivo de coca están poniendo en alto peligro las reservas de agua dulce que se encuentran en ellos, pues sus reservas son destruidas. Pero otra de las fuentes que favorecen también el deshielo de la cumbre es la alta circulación de vehículos carburantes, que como producto de su combustión emanan gases que opacan los nevados, reduciendo su capacidad para reflejar la luz y por ende acelerando su deshielo.

Dentro de la amplia diversidad se encuentra también la diversidad cultural, que está vinculada adicionalmente con los paisajes fisiográficos, como las montañas y sus memorias de fuego, en un triste adiós a los ponchos y mantos blancos que configuran el paisaje y el imaginario cultural de la vida. Montañas desnudas y petrificadas que muestran las marcas de otrora líquido vital solidificado, la ausencia de lo cotidiano, la ausencia de la memoria cultural arraigada al tiempo.

Todo esto se acentuó aún más en los escenarios donde Bolivia, en general, y menos aún en el PM ANMI Cotapata, no cuenta con un plan o un programa de adaptación al cambio climático, lo cual aumenta el escenario de vulnerabilidad ambiental y de los ecosistemas al área protegida. Tampoco se evidencia el monitoreo de los procesos de retroceso de glaciares en la cumbre altoandina dentro del área protegida, además de los reportes del Instituto Boliviano de Montaña, en un registro privilegiado de los principales destinos andinistas, que sin duda requieren de registros comparativos para ese fin. Para lo cual es necesario una actualización y monitoreo constante de los Planes de Manejo y Conservación del Área Protegida.

No existe una política de protección de fuentes de agua, tampoco una política de monetizar los servicios ambientales que ofrecen estos, como realizar un cobro mínimo a las EPSAS (Entidad Prestadora de Servicios de Agua Potable y Alcantarillado Sanitario). Pues a estas alturas de la civilización humana, es inconcebible que se siga realizando conservaciones sin incorporar un valor a su conservación.

Por último, si bien las Áreas Protegidas son uno de los ejemplos fundamentales de la posibilidad de alcanzar un Desarrollo Sostenible, no obstante, muchas de las categorías de manejo en Bolivia permiten actividades extractivas que están lejos de favorecer el desarrollo sostenible, como el caso de la minería de oro y el monocultivo de coca. Entonces, muchas de las soluciones pasan por darle la importancia que merece e implican las Áreas Protegidas, instaurar sistemas de monitoreo y seguimiento de los procesos de conservación dentro del Área Protegida, empapar a la población de la importancia de la conservación desde su patrimonio de saberes ancestrales y locales, y delimitar las Áreas Protegidas dentro de la integralidad de sus componentes. Aunque suene trillado, llenar la gestión y manejo de las Áreas Protegidas con personas que comprendan la importancia de estas, políticos, pero no partidistas, nos acerca cada vez más a la utopía.

ORO BOLIVIANO: DEVASTACIÓN Y PENURIA

ACONTRAVIA.COM (2023)

Por Milenka Almanza

Empero, si nos adentramos más su explotación, su extracción en Bolivia, es una de las formas más cruentas de explotación de la naturaleza, pero esta idea y realidad es escasamente conocido por la sociedad boliviana, ejemplo claro de que el acceso a la información precisa no es de fácil acceso para los ciudadanos.

El oro en Bolivia está concentrado principalmente en el Departamento de La Paz en el flanco oriental de la cordillera de los andes y  en los yacimientos secundarios y primarios, en la cuenca de Tipuani – Mapiri (Miranda et al, 1991), pero también en parte del altiplano, la Llanura Beniana y el Escudo Brazilero (Herail, 1988)

El Oro contenido en los placeres procede de la erosión de vetas de cuarzo aurífero emplazados en el Ordovícico superior de la región de Tacacoma-Ananea-Aucapata (Miranda et al, 1991. Pág. 175)

Gran parte de los yacimientos primario de oro se encuentran en el ordovícico epimetamorfico, en estos yacimientos el oro se encuentra en forma de granos libres y en accesorios de microinclusiones en los sulfuros, estos últimos al estar en contacto con el agua y el aire producen lo que se denomina drenaje ácido, altamente contaminantes, porque los metales en ese medio se encuentran en disolución.

En cuanto a los Yacimientos secundario o Placeres, proceden de procesos geodinámicos recientes, es decir, el terciario y el cuaternario. Explotados principalmente en ríos y quebradas.

Luego de la narrativa de propiedades inherentes a la presencia del oro en Bolivia, es necesario comprender por qué es tan cotizado por la sociedad, su posesión representa mantenimiento de valor, considerando además que el Clark del oro es bastante bajo; es decir, es uno de los elementos químicos con menos abundancia en la naturaleza, por lo tanto, es preciado.

Empero, si nos adentramos más su explotación, su extracción en Bolivia, es una de las formas más cruentas de explotación de la naturaleza, pero esta idea y realidad es escasamente conocido por la sociedad boliviana, ejemplo claro de que el acceso a la información precisa no es de fácil acceso para los ciudadanos.

Esa explotación cruenta tiene mucho que ver con la deforestación desmedida para habilitar áreas de dragado, antes incluso de obtener los contratos mineros de forma legal y concluida; además, lo más funesto el uso incontrolado de mercurio. Todo esto amenaza contantemente a la estabilidad ecológica de una de las áreas con mayor biodiversidad del planeta, como es el Amazonas, donde pocos han llegado, pero si los han hechos los avaros del oro. Siendo el área de mayor preocupación el área protegida del Parque Nacional Madidi.  Si se sigue este rumbo de avaricia y poder en los próximos años los daños pueden ser irreversibles, ¿Cuánta biodiversidad se estará perdiendo en los ríos dragados? ¿En los áreas deforestadas?.

Además en una Bolivia donde la única regulación a estas actividades “productivas”, de menoscabo es: la Licencia Ambiental, que por un lado es un trámite ultra burocrático, y de amplio entendimiento de grupos de poder dentro de la cúpula del revisor, mientras los mineros cooperativizados que explotan el oro, pueden adecuar su actividad en cualquier momento, momento en el cual ya muchos de ellos han devastado el entorno natural y lo han cambiado para siempre.

Pero adicionalmente existen explotadores extranjeros, como del país asiático China, que cuentan con tecnologías  “para aumentar la producción” e incluso proveen de insumos como el mercurio, pero ninguna tecnología para hacerla ambientalmente más responsable. Estos explotadores extranjeros existen a pesar de que la Ley minera, establece que solo los bolivianos pueden acceder a estas áreas y lo hacen en complicidad de las cooperativas mineras que los ven como socios inversionistas. La interrogante es: ¿Quién se hace cargo del daño ambiental, el cooperativista o el inversionista extranjero?, en resumidas cuantas bajo la dinámica actual ninguno.

Todo esto hace que las explotación en sí misma, se haga cada vez más violenta, pues los mineros auríferos en muchos de los casos atacan con explosivo y piedras a los que ellos consideran foráneos (Radwin, 2022), lo mismo pasa con los funcionarios que de acuerdo a norma deben hacer el control ambiental correspondiente, constituyéndose estas explotaciones en un escenario de tiranía minera.

Otro de los impactos fatídicos, es el desplazamiento y afectación de los medios de vida de los pueblos indígena originarios, un repecho de sus territorios ancestrales, de sus aprendizajes milenarios, como la pesca, ahora siendo adsorbidos por los mineros, haciéndolos mineros a ellos; no pueden ni pudieron ofrecer resistencia en un sistema boliviano que promueve el desarrollismo. Donde los territorios son ancestrales para las comunidades y pueblos originarios y temporales y violables para los inversionistas extranjeros y los cooperativistas mineros, que cuando se acabe el oro ahí no dudaran en ir a por otro territorio y destruirlo.

Desde el punto de vista económico se desconoce a quienes beneficia realmente, pues por lo expuesto precedentemente la minería del oro se ha convertido en una actividad ilegal similar al del narcotráfico, donde uno de sus desencadenantes es el lavado de dinero (Saconeta, 2021) y la prostitución y posiblemente la trata de personas. Y al ser una actividad ilegal no se recauda las regalías mineras correspondientes, con un declive de la economía local y nacional.

En última instancia, pero la más preocupante y devastadora es el uso del Mercurio, siendo este un metal pesado de alta densidad, que se adhiere al oro formando una amalgama, que facilita su extracción, los operadores mineros creen que a mayor uso de mercurio mayor extracción de oro de ahí su uso desmedido e irracional. Pero además del uso, es la manipulación inadecuada no solo por los operadores mineros sino también su familia y entorno cercano (Cuestas y Velarde, 2017)

Además desde el punto de vista ambiental la afectación no solo se produce en los ríos o en el agua, sino que se produce también contaminación atmosférica, de suelos, vegetación y fauna nativa y por ende los seres humanos.

Uno de los efectos adversos más conocidos en la denominada enfermedad de Minamata, en refrenda a la ciudad costera de Japón del mismo nombre, donde los gatos comenzaron a comportarse de manera extraña, convulsionaban y de manera progresiva perdían la capacidad de caminar, aves muertas caían del cielo, lo peces vagaban en las aguas saladas y luego se ahogaban; los humanos manifestaban entumecimiento de miembros y dificultad para caminar, escribir y hablar (Erkenswick, 2014). En Bolivia pese al uso desmedido de mercurio no se han reportado estudios que evidencien comportamientos similares y sirvan de base científica para tomar acciones, tampoco las inversiones en la investigación apuntan a ese escenario. Todo esto causado por la forma más toxica del mercurio el metil mercurio, la forma orgánica del mercurio.

A pesar que Bolivia suscribió el Convenio de Minamata en 2013, por tratarse de una problemática mundial, y más aún en el contexto boliviano antes descrito. No obstante, Bolivia ha incumplido con los reportes de emisiones de mercurio al medio ambiente en general y por ende en la definición de áreas vulnerables y consiguientemente en la formulación de políticas públicas para evitar liberaciones incontroladas (Molina, 2016, citado por ANF, 2020), controlar y mitigar sus efectos en el medio ambiente, además que Bolivia es el principal importador de mercurio en Latinoamérica, cuya distribución de importadores y mecanismos de importación no es pública.

Al margen de que el Gobierno Nacional, haya creado una descentralizada del Ministerio de Medio Ambiente y Agua, a través del Plan Nacional sobre el mercurio, sus efectos aún son rasguños en la arena, arena de las dragas de los ríos devastados.

En ese marco, las prioridades de inversión pública deben cambiar hacia un control adecuado, equipos de monitoreo permanente desde el ámbito de los Sistemas de Información Geográfica, control exhaustivo y eficiente de la importaciones y distribución interna de mercurio, cumplimiento y participación de la sociedad civil en los reportes de emisiones de mercurio, la educación ambiental integral en todos los espacios, dejar el doble discurso de cuidado de la madre tierra mientras se la mercantiliza y se la hace servir a los intereses el capitalismo.

Debemos de resaltar el rol que tienen los gobiernos a la hora de tomar decisiones en base a estudios científicos y no desvalidarlos o archivarlos, evitar ambigüedades en las normativas, de lo contrario esta devastación ambiental seguirá en la impunidad cruenta del capitalismo depredador, en un escenario de desigualdad social y ambiental

REFERENCIAS

Herail G, 1988. Los Yacimientos De Oro De Bolivia Contexto Geológico y Genético. Actas del Segundo Simposio de la Investigación Francesa en Bolivia. La Paz Bolivia.

Miranda V, Herail D y Fornar M, 1991. Los Placeres De Oro De La Región De Mapiri (Bolivia) Y Sus Fuentes Primarias. Disponible en: https://horizon.documentation.ird.fr/exl-doc/pleins_textes/pleins_textes_6/colloques2/36206.pdf

Radwin M, 2022. Contratos inadecuados y acuerdos secretos estimulan la extracción de oro en la Amazonía boliviana. Revista Mongaray.

Saconeta A, 2021. El oro en Bolivia, bonanza que no brilla. Agencia de Noticias Fides ANF, La Paz Bolivia

Cuestas M y Velarde J, 2017. Uso de mercurio en la Rinconada – Puno. Revista Scielo. Puno Peru.

Erkenswick M, 2014. El demonio de azogue: la minería de oro clandestina es una de las principales fuentes de contaminación por mercurio.

ANF, 2020. En Bolivia se incumple el Convenio de Minamata sin reportes sobre emisiones de mercurio

NAVIDADES VANIDADES

Acontravia.com(2022)

Por: Milenka Almanza

Navidades inmemoriales, familiares, costumbristas, de encuentro, de reconciliación; y más allá de lo teológico, del nacimiento de Jesús – líder nato que luchó por las más desfavorecidos y empobrecidos, por los parias; Jesús no era Cristiano, era un revolucionario ¡cuánto cambio en su cumpleaños¡.

Hoy y más que nunca las navidades han sufrido un proceso de transformación monstruosa de derroche en Bolivia un país sudamericano, donde la economía se basa en el extractivismo de sus recursos naturales, y donde la distribución de la riqueza producida por esta se concentra en pocas manos. Manos que, en fechas de navidades, desbordan de “bondad”, para dar lo que les sobra, para juntarse con los empobrecidos por el sistema que ellos mismos sustentan. Estos días los favorecidos convivirán horas con los desfavorecidos, mirándolos a los rostros, pero sin conocer sus rostros. Y acaso al siguiente año, vuelvan a reflejar su pena y penuria. Donde los niños que reciben caridad no la desean, desea la igualdad, la oportunidad, desean correr en libertad.

¿En qué momento de la historia, se nos met ió tan dentro el consumismo en navidad? – Existe una delgada línea entre el consumo y el consumismo y la diferencia es lo patológico del consumismo – lo triste es que este, no es el producto de una imposición por la fuerza bruta, sino que supone un consentimiento de las personas, como sinónimo de progreso, que hace que la deshumanización sea cada vez más cruenta. De acuerdo a la teoría de las necesidades de Marx, la producción no solo crea los productos, sino el modo de consumo, el impulso de consumo. Por eso que en estas fechas se produce tanto, y mientras más exista los ricos consumen más y los empobrecidos desean consumir más en un escenario donde aún no ha superado las necesidades de las sociedades burguesas. Será que muchas de las necesidades ya están satisfechas, será la insatisfacción constante, o como dijo Agnes Heller estas necesidades son nuevos requerimientos necesarios para sostener y alimentar el modelo económico y un deseo ilimitado de poseer.

Lo que no se ve, no se nota es que este consumismo exacerba la crisis ambiental, por eso es importante detenerse a pensar y analizar el capitalismo industrial, con ello el cambio climático, que cuando se necesario se llevara consigo cual regalo caro o barato anhelado por pobres y ricos.

En las navidades consumistas, parecen predominar las vanidades, necesidades de pertenencia y amor, el reconocimiento y la voluntad de reconocer y ser reconocido por los semejantes. Sentirse arraigados en lugares e integrados en grupos y redes sociales. Se refiere, por tanto, al ambiente social que debe de posibilitar el contacto, la relación social, la amistad y la asociación; que en resumidas cuentas de acuerdo a la escala de necesidades de Maslow, son estas necesidades subjetivas.

Cosas tan extrañas como: gorras con ventiladores, familias uniformadas en navidad, con basta ropa nueva, presas de la globalización y sus necesidades están ligadas a la occidentalización, al desconocimiento o no importismo de lo contaminante de la industria textil, para recibir a un niño Jesús que si nació pobre, vivió pobre y murió pobre,

Dado un análisis más profundo si nos, preguntémonos ¿cuál es el sentido de vivir?, y esta es una concepción filosófica desde luego, pero para muchos hoy en día el consumismo se ha convertido en el sentido de sus vidas, de ahí el no importismo del impacto ambiental negativo a este. Y este panorama, tiene una amplia influencia con el bombardeo mediático que ingulle a los consumidores y los convence de consumir más y más para ser feliz.

Entonces la pregunta es: ¿cuál es el reto para los ambientalistas y ambientólogos bajo este panorama de una sociedad ensimismada en el consumo?. Una sociedad del consumo donde las tendencias que favor del sistema, olvida EL IMPACTO AMBIENTAL ASOCIADO a ello, y que adicionalmente no todos pueden participar en equidad del consumismo, principalmente los sectores empobrecidos, y por lo general son estos grupos que en mayor grado sufren las consecuencias de la contaminación ambiental producto del consumismo, por lo tanto se constituye de la misma manera en una problemática social

En Potosí Bolivia, una de las cuestionables consignas cívicas regionales es «alcanzar el tan ansiado desarrollo económico a costa de lo que sea”, en una de las ciudades más hastiadas y de zonas de sacrificio de Latinoamérica, producto de la minería. Imagínense una sociedad desarrollada, donde adicionalmente se exacerbe el consumismo tristemente asociada a esta forma de «desarrollo» donde la directiva es comprar por comprar para llenar una existencia cada vez más vacía y sin sentido.

mileoxka@gmail.com

EL CERRO RICO DE POTOSI, RICO EN OPRESIONES

M.Almanza (2022)

Por Milenka Almanza (mileoxka@gmail.com)

Las luchas por el cerro Rico de Potosí, siguen siendo coloniales, busca el progreso, el desarrollo del neocolonialismo, el individualismo y la sobre-explotación de la naturaleza heredada; y perpetúan las opresiones sistémicas y las destinan a repetirse.

Monumento  natural, monumento histórico, coloso de Plata; son algunas de las denominaciones de magnificencia y pleitesía que evocan los pobladores de la Villa Imperial de Carlos V, en una muestra de apología al coloniaje y la invisibilizacion de la implicancia de este monumento en el pasado, el presente y el futuro de sus habitantes.

Todo gira alrededor de la minería, esta ha transcurrido en el tiempo y se ha apoderado sutil y poderosamente del imaginario  cultural de sus habitantes (Almanza. 2020) Hoy por hoy su población, después de siglos de explotación buscan “salvar el monumento”, monumento que silencia, calla y  amordaza muchas opresiones invisibles, inmutadas, naturalizadas por propios y ajenos.

Pero para poder entender mejor la implicancia de esta problemática, es necesario, saber el abordaje de las opresiones; que no son desigualdades meramente, son desigualdades estructurales, que se visibilizan desde luchas emancipadoras como la lucha feminista (Young, 2000).

Estas opresiones de acuerdo a Young (2000), son primordialmente: la explotación, la marginación, el imperialismo cultural, carencia de poder y la violencia

En esa dimensión el Cerro Rico, por sí mismo, no es el opresor, sino la dinámica de su poderío encarnado en las ambiciones de algunos humanos e intereses de poder sectarios. La colonialidad ha instaurado un visón lineal del tiempo, haciendo un solo futuro posible, un futuro que fuerza a la evolución y el progreso (Guzman, 2019).

Ese tan anhelado “progreso” no va a permitir analizar la primera de las opresiones: la explotación, pues esta montaña metalífera es el ejemplo innato de la explotación capitalista de los pueblos y la naturaleza. En el entendido que, explotación como forma de opresión, como la explica Ayala (2002), debe ser constantemente redefinida, pues asignarla sola a ella como categoría de opresión, puede invisibilizar las otras categorías que han influido históricamente en la explotación capitalista. El capitalismo juega un rol fundamental y central, que pregona una libertad falsa, donde aparentemente no existe dominación. Sin embargo, existe las brechas sociales y de clase, aun bien marcadas, esto se entiende a partir de que el valor del trabajo del trabajador minero  no es proporcional al sueldo que percibe, es decir la fuerza de trabajo, produce el nuevo valor.

Ese afán de la población potosina de alcanzar el tan anhelado “desarrollo”, en esa carrera impuesta por los países “desarrollos” y con tintes igualitarios, como el único y mejor rumbo de las sociedades, fuese el desarrollo.  Pero la cuestión es ¿qué tipo de desarrollo?, pues si analizamos la implicancia de las opresiones a nivel social, se traducen en múltiples limitaciones que los impiden desarrollarse. Entonces, en los discursos de entidades como el “Comité Cívico Potosinista”, se observa la recurrente bandera del desarrollo, para conseguir sus objetivos y luchas, sin siquiera considerar la implicancia tan multidimensional de “desarrollo” que, por las características de las peticiones de los cívicos, aparenta ser un desarrollo meramente económico, sin analizar otras dimensiones e implicancias de éste. Tampoco se analiza que al pedir un desarrollo meramente económico están entrando al círculo vicioso de la insostenibilidad ambiental, y que el desarrollo o crecimiento económico de las generaciones pasadas y el extractivismo de la colonia, ha derivado en el deterioro de la estructura cónica del Cerro de Potosí, que es actualmente motivo de luchas para su conservación, en un afán de conservar, pero pidiendo desarrollo económico a costa de otros monumentos históricos y naturales, como el salar de Uyuni, para la extracción del litio – no vaya a ser que de aquí a algunos años los cívicos y otras organizaciones similares, pidan la conservación del salar de Uyuni, cuando son ellos los que actualmente propugnan su explotación”. Sin analizar las opresiones sistémicas en general; sin ver a quienes afecta y cómo este brutal extractisvismo tiene su implicancia en la madre tierra y, por ende, en el fututo de la especie, en un afán de reproducir sistemáticamente la explotación de los trabajadores y la naturaleza; convirtiéndonos, trágicamente, en una sociedad explotadora de la naturaleza.

Otra dimensión de la explotación también tiene que ver con los gobiernos del neoliberalismo, que ha arrasado con las luchas de los obreros, y mujeres que en otrora lucharon contra las dictaduras militares. Ha desplegado todo su repertorio de individualismo en sus herederos. Parece haberse instaurado una forma de control en sus habitantes, pues sus luchas de clase aparentemente han cesado; pero las relaciones de poder persisten. Atraviesan la estructura rocosa y social de todo lo que implica el Cerro Rico de Potosí.

Los trabajadores y trabajadoras mineras no pueden sobrevivir sin alquilarse, ya que carecen de los medios de producción, es una trampa malévola, pues, en teoría son cooperativistas y todos debieran gozar de los excedentes, la realidad no es así. Existen nuevos capitalistas, que explotan a los trabajadores que contratan, y con ellos surgen nuevos millonarios sin conciencia de clase.

Otra cara funesta de la explotación minera son las muertes de los mineros, que al parecer al sistema no le interesa, ellos mueren a diario, de las peores formas, aplastados por toneladas de rocas desprendidas en interior mina, asfixiados por gases tóxicos, en un escenario más funesto de la explotación que le cega la vida y luego los desecha. No importa quien murió, la minería del Cerro rico de Potosí, introducirá en sus entrañas otro desafortunado cual destino está pactado en el extractivismo. De lo que no se habla es de quienes quedan detrás de esa muerte: la madre, los hijos. El sistema tapa esta terrible situación, en un sistema productivo minero, donde existe centralidad, pues todo se reduce a lo que produce materialmente la especie (Mark 2001, citado por Navarro, 2016), en un tratamiento de la muerte desigual, de reproducción de inequidades sociales y de clase en la minería en Potosí.

Pero existe una explotación mayor, y más marcada, que no menciona el Marxismo: la explotación de las mujeres, la esposa del trabajador, las amas de casa, “las sin oficio” y mucho menos la explotación de la naturaleza. Esta explotación, en el contexto del cerro Rico de Potosí, dentro de la actividad minera, son las mujeres  las que cuidan y no son cuidadas; las que endosan la reproducción. Es decir, son fuerzas de trabajo invisibilizadas  y no tradicionales: trabajo no remunerado, se traducen en explotaciones más profundas y violentas.

Para comprender mejor esta dimensión es importante detenernos en la denominada transferencia de poder del empresario capitalista, que goza de la transferencia de poder de los trabajadores a los dueños del capital; y no solo eso, sino que los trabajadores cada vez que transfieren el poder disminuyen el suyo, ya que el poder del capitalista, socaba la autoestima y el control del “empleado”. Algo similar sucede con la esposa del minero en el cerro, ellas transfieren su escaso poder, o en el peor de los casos les quedan debiendo poder a sus esposos; por tanto, esto resuena en dependencia económica, emocional y subordinación. Y se quedan en el ámbito privado, privadas de voz.

Las mujeres que viven en torno a la minería del cerro, no han formado sindicatos, no han visibilizados sus voces, sus sentires y pensares. Están en el último eslabón de la explotación capitalista. Cada mañana lo primero que ven es el Cerro Rico de Potosí y también antes de dormir. Ellas transcurren su vida en el anonimato, ellas sostienen la vida, vida que no cuenta, cuando las golpean los maridos, cuando las matan.

Con ese análisis de la explotación como opresión, surge otro tipo de opresión más, que es la marginación, que es una forma gravísima de opresión. Una más de tantas, dentro de las formas de marginación en torno al Cerro Rico de Potosí y la actividad extractivista minera. La marginación es el desecho de las personas que no le sirven al sistema capitalista (Youg, 2000); pero yo le añadiría que se convierten en el desecho, víctima del desprecio y la naturaleza despojada que ya no sirve al capitalismo y el patriarcado.

La marginación en el Cerro de Potosí, cae, sobre todo, en las mujeres porque la libertad civil es un asunto masculino, y va más allá, pues establece un derecho político de las hombres sobre las mujeres (Pateman, 1995). Esta marginación hace que las mujeres de los trabajadores mineros y las palliris (mujeres que trabajan en los desechos y recuperan minerales a la intemperie) sean aisladas y excluidas de la toma de decisiones en torno a la minería -en general a los asuntos públicos – lo que se traduce en la ausencia de poder. Se argumenta que el poder patriarcal y el poder político son prácticamente idénticos, lo cual explica las relaciones de poder en lo político de los cooperativistas mineros y la escasa o nula participación de las mujeres mineras en  la toma de decisiones en un pensamiento patriarcal tradicional, donde el padre es el jefe de familia, que asimila las relaciones de poder en las familias tradicionales a la autoridad del padre.

Esta marginación, hacen que se vuelvan invisibles los rasgos de grupos reducidos como: no binario y disidencias sexuales, generando en un escenario de heterosexualidad normativa traducida en el imperialismo cultural, que no acepta divergencias

Pero también es importante mencionar que existen  mujeres que trabajan en el Cerro Rico de Potosí en áreas marginales, como: los desmontes, pallacos, relaves; que tienen una característica de ser zonas de desechos, de descarte, sin ningún tipo de seguridad laboral; trabajo que no figura en el Producto Interno Bruto de la nación, para figurar crecimiento económico. Donde se destina al trabajo de las mujeres a lo prescindible, a lo reemplazable.

En última instancia, una de las opresiones más sugestivas, es la violencia; que tiene una connotación social, que las normaliza y las hace socialmente aceptables (Young, 2000). Por tanto, no es solo una cuestión individual, y hacerlas tolerable la hace legítima. Y los que sufren las violencias, son los grupos más desventajados, como los niños, niñas y mujeres; que son sistemáticas, ya que, por el simple hecho de pertenecer a los grupos mencionados, están predispuestos a sufrir violencia, que los privan de ejercer su libertad y los despojan de sus energías, lo cual tiene mucho que ver con la opresión de la ausencia de poder.

Las formas de violencia que se suscitan en torno al Cerro rico de Potosí, son: violencias sexuales, psicológicas, económicas, todas son estructurales. Ninguna figura en textos académicos, a lo sumo en los medios sensacionalistas, que fomentan el morbo y la revictimización de las víctimas; pues los intereses de sus pobladores son otros, preocupados más del hundimiento del cerro; que, por ejemplo, una niña violada en cerro mientras iba a alimentar a sus animalitos. Vidas acabadas, vidas paupérrimas, que son un número más en las estadísticas; y, lamentablemente lo que no se ve, no se cuenta y no cuenta.

Otras de las violencias, que se entrelaza con la opresión traducida en explotación, es la dinámica del trabajo sexual en Potosi, cuyos “consumidores”, son en su mayoría trabajadores y empresarios mineros que explotan el Cerro de Potosí. La prostitución hace que los varones tengan acceso al cuerpo de las mujeres, no confinadas al ámbito privado, donde los cuerpos de las mujeres alimentan a la industria capitalista (Pateman, 1995). Desde el pensamiento patriarcal- han sido concebidas como objetos, apropiables, consumibles y descartables. (Moncada, 2016). Donde los más ricos mineros, compran y consumen cuerpos blancos, migrantes, foráneos, lo cual lleva las dinámicas de la explotación a otras latitudes como Santa Cruz de la Sierra.

Para concluir una de las categorías de violencia, es la violencia ambiental, que se constituye una agenda pendiente en las opresiones sistémicas. La población en el cerro de Potosí y en zonas aledañas, convive con la contaminación de siglos, con el extractivismo del agua, y el sufrimiento colectivo de otras formas de vida, que también importan, en un escenario donde lo que no se nombra no existe.

Entonces las luchas por el cerro Rico de Potosí, siguen siendo coloniales, busca el progreso, el desarrollo del neocolonialismo, el individualismo y la sobre-explotación de la naturaleza heredada; y perpetúan las opresiones sistémicas y las destinan a repetirse.

REFERENCIAS:

Almanza M, 2020. Campamentos mineros: El resabio colonial de degradación de la mujer y su medio ambiente. Un enfoque desde el ecofeminismo. Revista de Malas estudiantes. México.

Ayala U., 2002. Crítica a la explotación Capitalista.

Guzmán A, 2019. Descolonizar la memoria, descolonizar los feminismos.

Mark 2001, citado por Navarro, 2016. Hacía una teoría crítica de la muerte. Líneas para su construcción. Revista de Tehomai. Córdoba Argentina.

Moncada A, 2016. Oro, sexo y poder: violencia contra las mujeres indígenas en los contextos mineros de la frontera amazónica colombo-venezolana. Textos e Debates.

Pateman Cg, 1995. El contrato Sexual. Universidad Autónoma Metropolitana. Iztapalapa, México.

Young I, 2002. La Justicia y la Política de la Diferencia. Universidad de Valencia. Valencia España.

 

IGUALDAD Y LA DIFERENCIA UNA CONFRONTACIÓN POLÍTICA Y TEÓRICA

Milenka Almanza (2020)

 

Por Milenka Almanza:

Con el giro posmoderno que transita de la igualdad al reconocimiento de la diferencia, en qué consiste el Feminismo de la Diferencia, como lee este feminismo la emancipación de las mujeres. Cuál es el debate que entabla con el feminismo de la igualdad.

Dos teorías aparentemente dicotómicas, en disputa; pero que transitan y encarnan los feminismos y su evolución contante, ambos transgresores, sujetos de un debate intrafeminista.

En ese marco, este artículo analiza las divergencias, contradicciones conceptuales, que hacen el debate entre el feminismo de la Diferencia y el feminismo de la igualdad, y el proceso emancipatorio de ambos.

Entonces, el feminismo de la diferencia es una construcción contrastante de miradas, enfoques transgresores y el alter de los feminismos de la igualdad. Se constituye en una elaboración teórica en constante discusión en las teorías feminista, también denominado como feminismo cultural. Analiza los procesos de emancipación desde su contribución a la transformación de los procesos de poder en general o reafirman el poder de lo masculino; por tanto, no acepta la masculinidad como modelo a seguir.

En cambio, el Feminismo de la Igualdad, visualiza su emancipación, de la liberación de un sujeto femenino; pero una de sus mayores críticas estructurales es que lo masculino es la estructura de esa igualdad. Además, desde el punto de vista de la posmodernidad, existe una crítica a las miradas de los feminismos modernos que afianzaban la esencialidad, al ser humano occidental y las mujeres blancas monoteístas. Adicionalmente, el feminismo de la igualdad, tiene como meta la libertad, pero no se ha cuestionado que es libertad y quien lo propugna , desde donde se mira, de  donde se entiende; y ese es a mi juicio una de los mayores errores conceptuales.

En contraposición el Feminismo de la Diferencia, hace una crítica profunda a la concepción de las sociedades occidentales, sus necesidades, organización, de las cuales surgen las necesidades de buscar igualdad, como si la única e universal forma de organización, opresión seria desde la mirada de las sociedades y el pensamiento occidental, y que pretende construir un única historia (Piedra, 2004)

En ese contexto, una de las principales aportaciones del feminismo de la Diferencia, es la lectura de la emancipación, interpelando y cuestionando la categoría “mujer”, y que los esfuerzos feministas deben orientarse a la deconstrucción.

El debate que aborda con el feminismo de la Igualdad, de hecho ambos son contrarios entre sí, en ese marco el debate es amplio, pues el feminismo de la igualdad reconoce a lo femenino como segundo, y que debe buscar a través de diferentes medios llegar a compartir el primer lugar con el sujeto masculino, en oposición al Feminismo de la Diferencia plantea una oposición radical a la despatriarcalizador.

Por otro lado de acuerdo a Irigaray (1997), el Feminismo de la Igualdad, plantea sus vindicaciones, bajo los discursos de la modernidad, en cambio el feminismo de la diferencia desde Irigaray propone restaurar y resinificar el ser y el habitar de lo que se considerara como mujer. Además el debate se centra en que el feminismo de la igualdad no presta atención en el diversidad cultural de las mujeres (Piedra, 2012); además de las diversidad racial y de género. En cambio el Feminismo de la Diferencia, ataca los discursos totalizadores, y es una propuesta de pluralismo; de manera que el feminismo se pueda asimilar fácilmente a otros varios movimientos de autodeterminación y liberación (Owens; 1986), lo cual lo hace más versátil y dinámico. En consecuencia propone que pensar a las mujeres o a la femenino desde la diferencia es importante, pero no desde el binarismo, hombre mujer; sino de las múltiples otras opciones a considerar.

Adicionalmente, una de las consecuencias, quizá no previstas por las feministas de la igualdad, es que  producto del abordaje teórico y conceptual de este feminismo hoy en día, se ha derivado la doble o triple jornada de las mujeres. Esto fundado en lo masculino que se ha considerado como el modelo a seguir, y que profundiza la visión de lo femenino como objeto sexuado.

Pero a su vez, esta pregunta interpela la igualdad se asume que la mujer está relacionado con el sexo biológico o su cuerpo sexuado, por tanto este sujeto debe ser liberado de u opresión, en cambio desde la diferencia, el sujeto es una incógnita sujeta a construcción constante.

No obstante,  si se analizan las aportaciones y dimensión del feminismo de la igualdad en primera instancia, se consagra con el movimiento sufragistas y, hoy por hoy, los perfiles valorativos de la democracia. En contraposición, la aplicabilidad del feminismo de la igualdad, devela una cosmovisión eurocéntrica, cuya aplicabilidad en el contexto boliviano y latinoamericano, es cuestionado en suma, por las características de las sociedades y sus orígenes.

Desde el feminismo de la diferencia, se aborda e incluye  una posición denomina: ética del cuidado, lo cual defiende que la diferencia moral de las mujeres, tiene que ver con cómo de las cría (Serret, 2016), esto complejiza el entendimiento más una de la diferencia, pues tiene un amplio contenido cultural, por lo que también se lo denomina Feminismo Cultural.

Lo complicado de esta mirada un tanto radical, es la invisibilización o anulación del sujeto del feminismo. Replantea  y repiensa, el concepto mismo de mujer, lo cual es revolucionario, pero no esa anulación desde lo teórico anula el sujeto político del feminismo.

También si se analiza el Feminismo de la Diferencia y de la Igualdad a un nivel de individuos, el feminismo de la diferencia, tiene una ardua tarea en su diversidad, lo cual lo complejiza más; en cambio el de la igualdad, tiene un enfoque más macro, de sociedades, pero sociedades occidentales.

Pero a través, de ambos dicotomías subjetivas, tanto de la fragmentación como de la universalización, se impide la construcción de la mujer como sujeto social. Pues desde la diferencia, se cuestiona lo esencial, es decir, ¿que se considera como mujer?,

Por tanto considero, que más allá de las miradas es urgente  orientarse las luchas hacia lucha contra el poder mismo, y no la participación de la mujer en el poder femenino, siendo esta incluso una forma de poder en el intrafeminsimo.

BIBLIOGRAFIA

Varela N, 2019. Feminismo para Principiantes. Ministerio de Cultura y Deportes. Madrid España.

Serret E, 2016. Igualdad y diferencia: la falsa dicotomía de la teoría y la política feministas. Disponible en www.sciencedirect.com

Piedra N, 2004. Feminismo y Posmodernidad: Luce Irigaray y el feminismo de la diferencia.

Owens, C, 1986. “El discurso de los otros: las feministas y el posmodernismo”. En: Halfoster. La posmodernidad. Kairos, Barcelona.

Irigaray, L, 1998. Ser Dos. Argentina, Editorial Paidós

De Miguel A. 2000. Los Feminismos. Diez palabras clave sobre mujer, Pamplona, Verbo Divino.

De Las Heras, S. 2009. Un Aproximación a las Teorías Feministas. Instituto de Derechos Humanos Bartolomé de las Cazas. Madrid España.

mileox@hotmail.com