REFLEXIONES ACERCA DEL TRANCE TERMINAL DE LA AUTONOMÍA UNIVERSITARIA BOLIVIANA

La Autonomía está herida de muerte por politiquería y corrupción. Y lo lamentable e irónico del asunto, es que muchos de los que llevaron a esta situación siguen siendo autoridades y dirigentes de las universidades bolivianas.

Los acontecimientos recientes en la Universidad Autónoma Tomás Frías de Potosí-Bolivia, se constituyen en un trágico desenlace, particularmente por las 4 vidas y la gran cantidad de heridos producto de la avalancha humana que desembocó en la Asamblea Estudiantil del fatídico 9 de mayo pasado. Aunque la debacle de las universidades públicas, se vive casi cotidianamente con uno u otro acontecimiento que echa cada vez más tierra a la agonizante autonomía; lo acontecido, ha sobrepasado hasta los más pronósticos aventureros de la crisis terminal en la que se encuentran las universidades bolivianas. Nos gustaría pensar que con esta hecatombe se ha tocado fondo, pero lamentablemente se sigue en caída libre, con consecuencias que ojalá no terminen con otros desenlaces tan funestos y dolorosos como lo acontecido.

Esta crisis no es reciente, se ha venido forjando desde hace mucho tiempo. Las intromisiones de la corruptela político partidaria en Bolivia, la formación de grupos de poder, las alianzas de corrupción y mediocridad docente-estudiantil y los más bajos intereses de muchos de los otroras dirigentes estudiantiles, convertidos muchos de ellos en actuales docentes, ha venido consolidando una suerte de «usos y costumbres» en las que se ha normalizado el uso y abuso de poder de estos grupos, en nombre y bajo amparo de la denominada «Autonomía Universitaria».

EL ideario de la Autonomía, fue una conquista revolucionaria, que tuvo su momento culminante en el denominado «Grito de Córdoba» en 1918. Este ideario que le dada la tan ansiada «libertad» a la Universidad en sus reformas, para buscar la liberación de los pueblos, a través de la ciencia y el desarrollo del pensamiento desde cada región y cada contexto para el bien de la humanidad, ha sido vilmente sodomizado y puesto al servicio de los intereses de los que se sirvieron para llegar a espacios de poder y conservar sus privilegios, sean docentes o estudiantes.

Cada época tuvo sus representantes. Como olvidar, por ejemplo, que durante la Dictadura de Banzer (1971-1978) o García Meza (1980-1981), se contaron con operadores y gestores políticos dentro de las universidades, que no solo sirvieron como agentes; sino también, propiciaron las intervenciones, con los posteriores y trágicos desenlaces que pagaron muchas de las víctimas, hasta con sus propias vidas.

Actualmente la situación en las universidades públicas, bajo una aparente y ficticia «apariencia democrática» enarbola discursos de «defensa de la autonomía», con altisonantes parafernalias y compromisos, incluso, hasta de «dar la vida por la autonomía»; cuando, paradójicamente, los mismos que se desgarran las vestiduras, son los que han llevado la situación de crisis hasta el extremo en la que nos encontramos. La institución, al igual que una manzana podrida, salta pus por donde se la toca. Testigos mudos son aquellos docentes y estudiantes, que impotentes observan, como hacen de las suyas todos aquellos que tienen la habilidad para manejar a las masas a su antojo y conveniencia, bajo amenaza y censura, de aquellos que osen cuestionar mínimamente sus mañas y oscuros fines. El miedo a ver truncados los estudios de los estudiantes que realmente entraron a la universidad a estudiar o el miedo de los docentes a quedarse sin trabajo u obligados a someterse bajo amenazas de procesos, pesa más que cualquier acto de valor para la denuncia.

A ello se suma, por supuesto, el contubernio en el que también participan, directa o indirectamente, organizaciones sociales, cívicas e inclusive medios de comunicación, para censurar o ejercer su poder sobre cualquier posible disidencia. Situaciones extrañas y extremas; normalizadas, por ejemplo, en la Universidad Autónoma Tomás Frías, no hace mucho, se reflejó en candidaturas a senadurías, alcaldías y otros, por dirigentes de sindicatos y autoridades académicas, que cínicamente, no tuvieron el mínimo reparo en participar de estas contiendas políticas, aún sin haber renunciado a sus cargos dentro de la universidad. O el caso de las contrataciones recientes de asesores, que en su momento fueron actores o candidatos políticos conocidos, pese al periodo de austeridad económica actual, en la que están expresamente prohibidas las contrataciones de nuevo personal.

La conclusión es evidente, la Autonomía solo ha servido y sirve para los intereses de grupos de poder o grupos políticos que operan a través de las universidades, para sus bajos y mezquinos intereses políticos, aún a costa de usar, manipular y corromper a los estudiantes y docentes, para sus fines. Lo vergonzoso y lastimero del asunto, es que muchos nos damos cuenta de esto, pero no hacemos o no podemos hacer nada. La censura se amplía también a estratos político cívicos. Actualmente, por ejemplo, la dirigencia cívica de Potosí, está conducida desde la universidad. El recuerdo de las persecuciones, golpizas, amedrentamientos, bloqueos, tapiados (hasta incluso de la Fiscalía), quema de cortes electorales y otros cometidos por algunos denominados cívicos (actualmente algunos prófugos de la justicia) está reciente en la memoria de las víctimas. Todo ello sin contar la corrupción y la extensa documentación; como los hechos publicados en el informe del Ministerio de Transparencia Institucional y Lucha contra la Corrupción en el 2015 o el amplio reporte de casos publicados en periódicos de circulación de Bolivia.

La Autonomía está herida de muerte por politiquería y corrupción. Y lo lamentable e irónico del asunto, es que muchos de los que llevaron a esta situación siguen siendo autoridades y dirigentes de las universidades. Actualmente se viene desarrollando el XIII congreso de Universidades, y se ha sembrado en la mente de toda la gente (a través de algunos medios de comunicación funcionales y el aparato propagandístico) que, en este espacio se buscará solucionar los problemas de la universidad boliviana. Pero se olvidan decir que, los actores (o sus herederos) de esta situación siguen omnipresentes, organizando, manipulando, haciendo pactos de mediocridad, corrompiendo y comprando conciencias; siguen aquí, como un cáncer terminal, frotándose las manos de satisfacción, pues el discurso y los aliados cambian, pero sus fines aciagos y oportunistas, nunca. Ya lo dice el refrán «maña y figura hasta la sepultura».

nulfoyala@gmail.com

EL CAUDILLO MESIÁNICO FASCISTA Y EL MOVIMIENTO IDENTITARIO REGIONALISTA-SEPARATISTA EN BOLIVIA. EL PELIGRO LATENTE PARA LA INTEGRIDAD Y LA DEMOCRACIA DEL PAÍS

Foto: nulfoyala@(2021)

El peligro se siente en el aire, está presente, crece y se hace cada vez más poderoso. El fascismo no está jugando, se mantiene expectante para dar la estocada final y fulminar todo lo que se interponga en sus fines. Por ahora, fingir el juego democrático es conveniente; pero luego, sacará las garras y los dientes; y sin compasión, arremeterá para imponer su voluntad, desde y a partir del ideario y construcción identitaria regionalista. Es previsible que, una vez consolidado el separatismo, se convertirá en una doctrina federal-nacionalista “cruceña”.

Días atrás, titulares de la prensa boliviana han reseñado la polémica por el desconocimiento del valor simbólico y como Símbolo Patrio de la Whipala en los actos protocolares del CCXI aniversario del Grito Libertario del Departamento de Santa Cruz, realizado el 24 de septiembre del 2021. Este acto polémico culminó con la negativa del Gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, de otorgarle el uso de palabra al presidente en ejercicio de Bolivia, David Choquehuanca, con la justificación de que, al haber izado la Wiphala en el atrio sin permiso de “los dueños de casa”, fue una provocación y una ofensa para el pueblo cruceño.

Este acontecimiento, no constituye un hecho aislado; más aún, se constituye en un nivel más en la escalada de tensiones que se va generando, de un tiempo a esta parte, en pro de la reactivación de la confrontación y situación de conflicto en el País, cuyos fines principales intentaremos desentrañar en este artículo de opinión.

Es necesario, inicialmente, dirigir nuestra atención a la problemática de la identidad y tradición que se asume como agraviado por la iza de la Whipala, símbolo “extraño” e impuesto. Este supuesto agravio surge a través de la exaltación y creación de raíces étnicas y culturales con un profundo sentido tradicionalista; buscando justificar un sentido forzoso de una identidad construida y diseñada, para mostrar un destino común hacia la grandeza y prosperidad a partir de esa identidad asumida. Identidad diseñada a la medida de un conservadurismo separatista, que responde sobre todo a intereses económicos y de clase; cuyo objetivo final es buscar el poder político permanente, basado sobre todo, en la construcción de un sentido histórico. Buscando responsabilizar de los problemas y la imposibilidad de su realización por el “extraño”, el migrante de otras regiones o las políticas centralistas del gobierno; que, supuestamente interfieren con los designios de grandeza a los cuales está destinado el pueblo para el completo desarrollo y aplicación de su modelo-identidad “cruceño”, según se hace ver por los artífices de esta construcción.

Más allá del derecho legítimo a la construcción y reivindicación cultural permanente, a la que tienen derecho los pueblos; lo peligroso del asunto surge cuando se busca direccionar y distorsionar el sentido de identidad, a partir de la exclusión, rechazo o la discriminación del otro. Y esto se demuestra en el acto de denegación a la iza de un símbolo patrio, cómo es la Whipala; manifestándose, por sus detractores, que este símbolo no representa, y por ende es una provocación, a la región. De esta manera, este sentido de identidad se moldea hacia una posición de confrontación directa y excluyente; qué se constituye, además, un desafío hacia el sistema legal y político; y por ende, hacia la Constitución misma del estado boliviano. De manera que, si esta identidad direccionada no se siente representada dentro de la nación en la cual se encuentra, será cuestión de tiempo la inminente separación de esa nación, bajo el argumento del derecho a autogobernarse según lo manda la necesidad del sentido de su identidad amenazada.

Este encaminamiento de la identidad hacia la exaltación de sus tradiciones, busca en el fondo una pureza étnica y cultural. Un sentido incuestionable de uniformidad dentro del ideario establecido sobre los constructos identitarios. Y aunque, inicialmente se enarbolan discursos de integración de pueblos indígenas u otros sectores de la población, que no son nacidos en esa región, más temprano que tarde estarán obligados a asumir la decisión de estar dentro o fuera del movimiento identitario. De decidir, si se pertenece a la región, su identidad y sus principios; o, a  marcharse si no comparte el sentido ideológico de esta identidad excluyente.

Lo llamativo del asunto es que, se viene reivindicando un movimiento supuestamente democrático o que busca una democracia; pero, democracia no es exclusión, y de ninguna manera debería asumirse como causa de amenaza o provocación, el acto de izar una bandera; más aún, cuando este emblema está reconocido por la legislación del Estado Boliviano. De esta manera el discurso democrático qué enarbolan los caudillos del movimiento separatista, se cae, por este tipo de acciones de intolerancia y exclusión.

Este tipo de actos de reivindicación y direccionamiento hacia una identidad separatista, busca reafirmar el liderazgo caudillista: peligroso y fascista, que se van enquistando de manera sutil pero progresiva en el sentido de pertenencia y reafirmación en el sentido de identidad regionalista de la gente; a través de un proceso de manipulación mediática por los medios de comunicación que están al servicio de los grupos de poder y que, por supuesto, están también detrás de este movimiento regionalista-separatista.

Este movimiento regionalista-separatista, viene siendo caracterizado desde un tiempo a esta parte, además, por promover un rechazo y desprecio hacia todo aquello identificado cómo externo y extraño a ese constructo identitario: el sentido de los camba o de lo cruceño puesto en contraposición antagónica frente a lo colla, a lo andino. De esta forma, la estrategia de moldeamiento y construcción identitaria, se desarrolla por la reafirmación permanente de este sentido de identidad regionalista, supuestamente tradicional e histórica; en el que, por supuesto, no encaja lo “andino” del occidente boliviano. Esto no obstante, y paradójicamente, de la ascendencia andina o del origen étnico de regiones tan dispares como los Balcanes, de dónde provienen, también, muchos de los ascendientes de los caudillos separatistas que dirigen hoy este movimiento.

La debilidad y fragilidad de este discurso identitario separatista, se contrasta con la diversidad y sincretismo cultural, que caracteriza hoy en día a la idiosincrasia cultural e identidad boliviana; más aún, en la región oriental y específicamente en el departamento de Santa Cruz, donde muchas manifestaciones culturales andinas han sido asumidas como propias y son practicadas cotidianamente en las diversas actividades sociales y manifestaciones culturales y recíprocamente, también, en cada una de las regiones del país. La tendencia hoy en día es que, este sincretismo se vaya profundizando; y se transforme en un mosaico y amalgama cultural rica en diversidad, tradición y costumbres.

Este hecho es intencionalmente desconocido por los grupos de poder y por el caudillismo fascista que se va incubando en esta región. Se ha venido utilizando hábilmente, el desencanto social y la frustración “in crescendo” a partir de la reelección indefinida de Evo Morales, que fue contrario a una voluntad del referéndum; lo cual ha sido hábilmente capitalizado en muestras y manifestaciones permanentes de exaltación de la voluntad popular a través de un peligroso caudillismo fascista; que recogió y articuló, juntamente los grupos de poder político y económico de extrema derecha, este sentir para generar el derrocamiento del gobierno boliviano en el 2019.

Dado que las masas, tradicional e históricamente, han sucumbido a las acciones y gestos temerarios de sus caudillos, en situaciones de confrontación; no ha sido difícil la exaltación, con cierto aire de divinidad para sus acólitos, de este liderazgo fascista y regionalista-separatista. Está aún reciente el recuerdo en la memoria, cuando arropado por militares y policías; y ya, con el gobierno derrocado en el 2019, cómo el líder del derrocamiento, ingresó al palacio de gobierno con biblia en mano y dos rodillas ante su divinidad, consumó su acto de exaltación mesiánica, como caudillo ungido por la voluntad de dios.

Ahora, el caudillo mesiánico se ha entronizado del poder regional con el que fue electo como Gobernador de Santa Cruz. Se ha transformado, a sí mismo, en la voz del pueblo. En la voz de dios que habla a través de su boca; en el caudillo mesiánico qué no solo ve como su posesión privada a todo un departamento; sino que, se arroga, incluso, ser uno e indivisible con el pueblo “cruceño” que dice representar.

Actualmente, el discurso regionalista-separatista denota una exacerbación agresiva de un regionalismo intolerante y excluyente con todo aquello que sea considerado diferente, o que represente una amenaza a sentido identitario moldeado por un conservadurismo hecho a la medida de los intereses de grupos de poder detrás del movimiento. Ya se observa, por ejemplo, cómo comienza a exigirse subordinación al supuesto supremo interés de la región; que, por supuesto, está intrínsecamente ligado a la voluntad del caudillo.

A ello se suma una permanente convocatoria para la movilización y la acción de las masas; a partir de la creación de un escenario en el que se muestra que la región, que dice defender, es víctima de supuestos avasallamientos,  imposiciones culturales, imposiciones económicas e incluso imposiciones ideológicas. De esta manera, las masas se mantienen alertas y en permanente acción defensiva; que, fácilmente, pueden derivar en cualquier momento a una acción ofensiva y descontrolarse en actos de violencia y confrontación que trágicamente podrían derivar, incluso, en una indeseada guerra civil, como pregonan, en redes sociales, las voces más radicales del movimiento separatista.

Bajo este discurso regionalista y separatista, se hace un llamado permanente para una unificación de estilo corporativista, unas veces por prebendas y otras por miedo. Se convocan a empresarios, organizaciones sociales trabajadores; e incluso ahora, a sectores indígenas y campesinos, que históricamente han sido explotados y avasallados hasta la servidumbre, por los mismos hacendados y terratenientes que ahora dicen apoyar y juran reconocer sus derechos como pueblos originarios. Paradójicamente, también, estas mismas clases de otrora, ahora resultan en defensores de los recursos naturales y territorio, cuando son los principales explotadores de la naturaleza y comercializadores de tierra y territorio con fines de acumulación económica.

Sin embargo, fue durante el golpe de estado del 2019, que ha sido revelado el verdadero rostro fascista de este caudillismo mesiánico sustentado por los grupos de poder económico y político. Durante el cruento golpe de estado, donde se ha masacrado inmisericordemente a ciudadanos bolivianos, han sido grupos militares, policiales y grupos irregulares parapoliciales, quienes juntamente con los comités cívicos se han puesto al servicio de los delirios fascistas del caudillo mesiánico, todo ello con la bendición de algunos jerarcas de la Iglesia Católica. Tristemente, se ha observado cómo se sembraba miedo y se imponía el autoritarismo de los operadores del gobierno de facto, elegidos para tal fin. Resulta hasta patético, por ejemplo, el show mediático con el que se pretendió ensalzar la movilización de “las ollas comunes” en un stand de la reciente FEXPO en Santa Cruz; cuando es un recordatorio, para muchas personas, de los abusos, persecuciones, encarcelamientos, tapiados de instituciones públicas, personas humilladas y denigradas, funcionarios obligados a renunciar por los abusos y agresiones de estos grupos parapoliciales fascistas. Es, también, triste y lamentable, cómo estos mismos Comités Cívicos, añoran esas épocas: pronunciamientos, manifiestos, amenazadas, convocatorias y otras acciones para la sedición en pleno 2021. Todo ello es un doloroso recordatorio que, en Bolivia, las acciones sediciones gozan de impunidad, incluso permisible por el actual gobierno que fue derrocado, precisamente por estas acciones. Al parecer el cálculo político, el miedo a perder el poder o la conveniencia política oportunista, tienen más peso que el peso de la justicia.

Estos posicionamientos fascistas están lejos de terminar. Los Comités Cívicos siguen destilando odio e intolerancia hacia el disenso o la oposición. No están lejos las acciones a las que fueron sometidos ciudadanos, prácticamente, condenados a una muerte civil, cuyo supuesto delito fue pertenecer al partido político derrotado o por no seguir los mandatos autoritarios de los caudillos cívicos entronizados, que dicho sea de paso, tenía licencia para todo, durante el fatídico golpe de estado del 2019. Estas persecuciones, vejámenes y abusos, pueden activarse en cualquier momento. Siempre comienzan con los famosos paros cívicos movilizados, que son acciones fascistas de hecho, dirigidas contra los derechos y libertades de la misma gente que dicen representar. La estrategia cívica es espeluznante: estrangular y torturar al pueblo que dicen amar para sus ambiciones desmedidas de poder, imponiendo el terror fascista en cada acción de sedición que se organiza. La doctrina del terror cívico: “quién no está con los intereses del pueblo (que por supuesto son los intereses de los cívicos) está contra el pueblo, y el pueblo (entiéndase como caudillos cívicos) tiene del derecho de tomar todas acciones necesarias contra aquellos que estén en contra”.

Si bien, el movimiento regionalista-separatista y su caudillo mesiánico, en el pasado, por conveniencia y oportunismo político, se ha pronunciado por un supuesto respeto hacia lo diferente “andino” o “externo” con relación a su carácter identitario; hoy en día, ya no es necesario fingir. El racismo exacerbado no puede contenerse y tampoco se evita. Este racismo no es reciente, ha sido alimentado durante años, difundiendo un sentido distorsionado de superioridad de lo «camba» frente a lo «colla», identificado como lo “extranjero” pese a ser parte de una misma nación y lo ajeno al modelo-identitario “cruceño”.

Es así que, el acto de desprecio hacia un Símbolo Patrio, como es la Whipala, más allá de las connotaciones políticas y legales, refleja un profundo acto de intolerancia y racismo. Más aún, cuando proviene de una autoridad regional qué fue electa democráticamente y que al parecer olvida que más de un 45% no votó por él y dentro de los que votaron se encuentran, paradójicamente, personas que se identifican culturalmente con la Whipala. Es previsible que este acto político de provocación repercutirá en la profundización del racismo, ya exacerbado por este movimiento separatista; generando un clima de tensión, que podría fácilmente derivar en una confrontación de imprevisibles consecuencias.

Al parecer es un acto deliberado lo manifestado por el caudillo mesiánico, cuando dijo: «vamos a terminar lo que comenzamos…». Bajo un escenario de confrontación se podría re articular  un escenario de movilización y conflicto en el país. No deja de llamar la atención, por ejemplo, el conflicto de los cocaleros de los Yungas, cuestiones como quién está detrás de estas confrontaciones, qué intereses políticos hay de por medio, quién financia las movilizaciones y otras cuestiones quedan en el aire. Una convulsión social favorecería al caudillo mesiánico y al movimiento regionalista-separatista; pues, entre otros aspectos, consolidaría y unificaría el movimiento en torno a él cómo figura insustituible del movimiento. En un eventual y con un escalamiento del conflicto y confrontación favorecería la estrategia fascista del caudillo mesiánico. Las masas que lo siguen, al verse confrontadas, no tendrían otra opción que asumir acciones de hecho, pues estarían defendiendo su región su identidad y su cultura.

Esta vez el objetivo de un eventual intento de golpe de estado, no sería tanto tomar el poder nacional; si no, ganar una posición estratégica para consolidar los fines separatistas. Desequilibrar el poder del país para independizarse. No existe un mejor escenario para lograr la ansiada separación, que un país dividido y en conflicto, asfixiado por las movilizaciones. Lo patético del asunto es que, seguramente, los Comités Cívicos y grupos de oposición política del país van a seguir ingenuamente el juego de confrontación, pensando que ganarán poder político; y, sin embargo, serán utilizados y luego descartados cuando se consolide una separación definitiva. En este escenario qué es el objetivo final de estos grupos de poder y del caudillo mesiánico elegido para este fin.

Detrás de la máscara de demócrata, de cualquier caudillo mesiánico, se encuentra un profundo delirio de poder. El arrogarse la voluntad de todo un pueblo para convertirse en un mesías salvador y utilizar acciones fascistas, disfrazadas de fundamentalismo religioso, lo convierte en un potencial peligro para la paz y la convivencia democrática. Históricamente han existido varios caudillos mesiánicos fascistas, todos ellos con grandes delirios megalomaníacos y profundas actitudes narcisistas. Creyendo ser los elegidos, por la voluntad de dios, para salvar a su pueblo de los enemigos externos que lo amenazan. Estos caudillos mesiánicos fascistas casi siempre pretenden o simulan ser personas del pueblo, al respecto, recuérdese la fotografía en las redes sociales del caudillo mesiánico del movimiento regionalista-separatista, tomándose un helado; sentado humildemente, en el puesto de venta, pero olvidando el pequeño gran detalle de qué las personas del pueblo no usan trajes de marca y tan caros para posar en una foto.

Otra de las habilidades de todo caudillo mesiánico es la manipulación de las masas. Históricamente, se ha visto cómo a través de un trabajo propagandístico, con ayuda de algunos medios de comunicación y, por supuesto de operadores políticos, se utiliza a la gente para la consolidación del poder en torno a su figura. Trabajadores, empresarios, desempleados; y, ahora, hasta grupos indígenas son movilizados; no solamente como una forma de demostración de poder político, sino también como un medio hábilmente camuflado para lograr el objetivo final, ya referido líneas arriba: el separatismo y la independencia, y con ello, el control del poder total. Los discursos de federalismo o reivindicación de mayor autonomía, solamente son decoraciones discursivas y retóricas. El fin último es la consolidación del poder político en el líder caudillo y los grupos de poder económico que están detrás de estos movimientos. Para ellos, por ahora, es conveniente jugar al juego democrático; pero, no se dude que, en el momento indicado se va utilizar todos los recursos disponibles para imponer su dominio. Y en ese momento de nada servirá a las masas darse cuenta que han sido utilizadas. Será demasiado tarde. El monstruo del fascismo emergerá pisando a todo aquel que se interponga en su camino, así sean los mismos trabajadores, empresarios, indígenas y demás que en su momento se creyeron el cuento que la lucha era por ellos; incluso los grupos de poder que ahora lo respaldan, en el momento indicado podrían estorbar. Más temprano que tarde, una vez tomado el poder total, gobernará el miedo, el control de la verdad, la censura de la disidencia. Una vez que no sea necesaria la sutileza, la máscara del fascismo caerá y enseñará su verdadero rostro de autoritarismo, tiranía y dictadura.

Además no debe olvidarse que, detrás de este movimiento están, también, intereses geopolíticos internacionales de poder. No es secreto, por la amplia documentación que circula en las redes que, el golpe de estado en Bolivia del 2019; contó con el apoyo organizativo, material e incluso financiero de varios países y grupos empresariales. La articulación de un movimiento cívico, militar y policial no fue circunstancial y espontáneo, fue organizado y planificado con varios años de anticipación; y, movilizó, por su puesto, grandes cantidades de dinero para sostener los bloqueos, articular los motines policiales-militares y la logística de las movilizaciones durante ese periodo.

El peligro se siente en el aire, está presente, crece y se hace cada vez más poderoso. El fascismo no está jugando, se mantiene expectante para dar la estocada final y fulminar todo lo que se interponga en sus fines. Por ahora, fingir el juego democrático es conveniente; pero luego, sacará las garras y los dientes; y sin compasión, arremeterá para imponer su voluntad, desde y a partir del ideario y construcción identitaria regionalista. Es previsible que, una vez consolidado el separatismo, se convertirá en una doctrina federal-nacionalista “cruceña”.

De nada servirá discursos pachamamistas de equilibro, amor y fraternidad cósmica. No debe subestimarse al fascismo. Para el fascista no importan los medios para conseguir sus fines de control y poder total. El movimiento fascista-separatista, no es un simple hecho aislado por un grupo de desubicados, como se pretende hace ver por algunos políticos y gobernantes. Es un movimiento muy bien planificado y organizado que cuenta con gran cantidad de recursos, financiamiento, logística y apoyo exterior. Aunque el fascismo, por esencia, no tiene ideología, gran parte del apoyo canalizado por este movimiento viene de la ofensiva política contra las ideologías socialistas y de izquierda. Ya se ha visto su capacidad de movilización en el pasado; se ha visto, también, la capacidad de manipulación de las masas y sus acólitos; que no hace mucho pedían, incluso de rodillas, un golpe militar contra la democracia. Esta vez el fascismo no tendrá compasión, si se les da otra oportunidad para retomar el poder, no dudarán en aplastar y destruir, con biblia en mano incluida, al que se interponga en su camino.

No se debe olvidar; y, debe ser un recordatorio permanente, lo dicho por Martin Niemöller, sobreviviente de los campos de concentración Nazi:“ Primero vinieron por los socialistas, y yo no dije nada, porque yo no era socialista. Luego vinieron por los sindicalistas, y yo no dije nada, porque yo no era sindicalista. Luego vinieron por los judíos, y yo no dije nada, porque yo no era judío. Luego vinieron por mí, y no quedó nadie para hablar por mí”

nulfoyala@gmail.com                    https://twitter.com/nulfoyala

LA DEBACLE DE LA CRISIS POLÍTICA EN BOLIVIA ¿EXISTIRÁ LUZ AL FINAL DEL TUNEL?

Dibujo: MiniFabiola@(2020)

La incertidumbre y conflicto de poder en Bolivia no da tregua. El último campo de batalla se dio en las carreteras con los famosos bloqueos. Demás está decir, que estos medios de protesta tan ampliamente utilizados y aceptados, no solo se han convertido en parte del imaginario colectivo de lucha en Bolivia; sino también en un eficaz mecanismo de desgaste al contrincante político, usualmente en el poder, a través de la asfixia del pueblo que se ve privado del derecho a la libre circulación y locomoción garantizada por la Constitución Política del Estado. Pero, los derechos en Bolivia, casi nunca han sido totalmente aceptados y menos respetados. Se ha visto, por ejemplo, cómo en este último bloqueo convocado por la COB y el Pacto de Unidad, los bloques cívicos y políticos del gobierno, se han desgarrado las vestiduras alegando incluso “crímenes de lesa humanidad” por la imposibilidad de transporte de oxígeno durante la pandemia, lo que, desde ya, es deplorable; pero, por supuesto, tampoco hay que caer en la ingenuidad para tragarse todo el discurso y la parafernalia de los grupos de poder que utilizan y utilizarán cualquier conflicto a su favor, para sacar rédito político y echar las culpas de los males del mundo al partido político MAS y a su caudillo demócrata Evo Morales; que, en su momento, como mal capitán, dejó el barco naufragando. Lo paradójico y cínico del asunto; es que, esos mismos que se rasgan las vestiduras, bloquearon, también, maratónicamente; estrangulando como siempre al ciudadano que se encuentra, sin querer, atrapado en los embates y las angurrias de poder de los “mercenarios políticos”, cuyo único interés es imponerse y utilizar la maquinaria del estado para sus fines políticos y económicos. La lógica cínica aplicada para justificar sus acciones de doble moral es el discurso de: “Nosotros – los buenos- bloqueamos por democracia y ellos –los bestias- bloquean por ser terroristas”. Lo funesto del asunto, es que toda la maquinaria propagandística del gobierno, realiza un buen lavado de cerebro en sus adeptos, haciéndoles creer la consigna de que: “nos quieren arrebatar la democracia”, o peor aún, apelando al chantaje emocional de las consignas nacionalistas al estilo de: “la patria está en peligro”, como si los que reclamaran, justa o injustamente, no fueran también parte de la patria. La doctrina del “enemigo interno” se activa para perseguir, desactivar y anular al enemigo.

En un país, donde se vulneran los derechos humanos, como lo sucedido en las masacres de Senkata y Sacaba – y también con una brutal persecución por el aparato judicial al servicio del poder de turno- resulta casi irrisorio tratar de persuadir y llamar a la reflexión y racionalidad. El poder no entiende razones, más que aquellas que le permiten aplastar al enemigo. Y por tanto, no se puede esperar que sigan el juego democrático y sus reglas. Una vez probado el poder, para los políticos (tómese como politiquero), es difícil dejarlo, sea por miedo o  por dependencia por adicción. Y por tanto, cualquier acción o intento de reivindicación de derechos será tomado como subversivo y clasificado como “terrorista”.

Esta suerte de acontecimiento, lamentablemente, se ha suscitado por los intentos desesperados de perpetuarse en el poder de estos grupos de poder que, con el apoyo de los cívicos, militares y policías, tomaron el gobierno. Al parecer, es cierto aquello de que: todo tiene su precio y estos grupos lo saben; pues tienen el poder económico y suficientes recursos para allanar las mentes y las conciencias; a través del odio, la manipulación y la desinformación; que hoy en día, sobreabunda en las redes sociales. Es bien sabido que, detrás de todo interés político, existe también un interés económico y, lógicamente, el control del gobierno garantiza el retorno de su inversión. Por supuesto; también existe el ingrediente- no menos importante- geopolítico de los intereses imperiales, para los cuales, aunque Bolivia sea un botín pequeño, no deja de ser un botín, especialmente por el litio, en la actualidad. Cumpliéndose, en consecuencia, aquello de que: “nuestra riqueza es nuestra maldición”. Y al final -más allá del exabrupto de Elon Musk, corresponsabilizándose de los golpes de estado, por recursos como el litio- no deja de ser evidente, históricamente, que todo se confabula en una misma agenda de intereses geopolíticos, de conveniencias afines y complementarias: “ si tú me sirves  y yo te ayudo”.

La pérdida del poder político de las denominadas “organizaciones sociales” y los sectores sociales identificados con las políticas del anterior gobierno, terminaron de eclosionar por los galopantes actos de corrupción-como el caso de los respiradores, sobreprecios de insumos médicos, cobros irregulares en empresas estatales, etc. -, suscitados durante el periodo del denominado gobierno transitorio; y sobre todo, por la forma tan política con la que se manejó el tema y las fechas de las elecciones nacionales. La justificación de los picos, riesgos de contagio y demás, se vinieron abajo, con las concentraciones que protagonizaron, incluso, los adeptos del gobierno: grupos de choque irregulares de tinte paramilitar, como la Resistencia Juvenil Cochala (RJC) -que aparentemente tienen el visto bueno del gobierno para enfrentamientos y desbloqueo – o el llamado a concentraciones masivas del Comité Cívico de Santa Cruz, que también movilizó a sus adherentes, sin consideración de ninguna medida de prevención, con el propósito de desbloquear por la fuerza.

Las fuerzas armadas y policiales estuvieron en apronte, esperando la orden. La maquinaria bélica se activó. Circularon incluso, por redes sociales, que el plan estaba listo; armamento de uso no militar, aparentemente habría ingresado al país, para deslindar responsabilidad por cualquier muerte. Otra masacre se detuvo, por ahora. La estrategia de desmovilización fue la promulgación de elecciones que se llevarán indefectiblemente hasta el 18 de octubre del 2020; y con ello, las protestas que llegaron a pedir la renuncia de la Presidenta Añez, cesaron temporalmente. La gobernante no tardó en hacer suyo el aparente triunfo, indicando incluso que: “dos veces había pacificado el país”; aprovechando el momento para hacer campaña política,  al dar a elegir entre el “gobierno de los bloqueos del MAS y el suyo”.  Este oportunismo casi temerario, no consideró el riesgo imprudente de subestimar a una parte importante de la población, para los cuales ella representa el golpe de estado a la democracia y las trágicas muertes en su llamada «primera pacificación del país»; además, de un gobierno de facto instaurado por una alianza cívico-militar y policial, que se articuló a partir de gestiones y negociaciones con los grupos de poder que fueron susysus promotores y sus gestores. Hoy, se vislumbra un debilitamiento de estas alianzas; y por tanto, el escenario político, nunca antes fue más peligroso y volátil, que ahora. El juego de intereses no termina por consolidarse en el poder y empieza a resquebrajarse, por las promesas incumplidas y por el sabor a poco, en la boca de muchos que manifiestan que solo fueron utilizados de forma oportunista y que es poco probable que se cumplan las “promesas” realizadas a cambio del apoyo en el derrocamiento.

Además, está el factor “miedo”: ¿Qué sucedería si el MAS retorna al poder? ¿Qué sucederá con los que participaron en el derrocamiento del gobierno? Por supuesto, ningún ser humano que se considere como tal, querría venganza. Pero estamos hablando de políticos y la mayoría de las veces, el juego de la política, es el juego de la venganza. Claro que un escenario posible, es que se establezcan alianzas, por debajo de la mesa. Pues, en el juego político, los que son tus enemigos ahora, pueden ser tus amigos y aliados en el futuro, como le sucedió al ex-presidente Correa con su antiguo aliado Lenín Moreno, quien una vez en el poder no dudó en perseguirlo, como si se tratase de su peor enemigo.

Y si nos aventuramos, en otro escenario ¿Será tan fácil para el MAS retornar al poder? En el supuesto de que la solución a la crisis en el país se produciría por la salida democrática, a través de las elecciones; pero ¿Será que se aceptará tan fácilmente un triunfo del MAS que va adelante en la intención de voto, en casi todas las encuestas? Y más allá de la polémica, de que sea cierto o no el llamado “fraude” en las elecciones pasadas- a la fecha está en proceso de investigación este caso en la justicia boliviana; y aunque ya se sabe cómo actúa la justicia en este país (dicen que ahora aparecieron papeletas marcadas que probarían el fraude), nadie podría afirmar ni negar este hecho, mientras no se demuestre lo contrario en instancias judiciales- lo llamativo del asunto, si analizamos los acontecimientos desde otra perspectiva posible, es el extraño comportamiento de Luis Almagro; en poco tiempo, paso de defender la repostulación indefinida y bailar “Salay” con Evo Morales a darle la estocada final, anunciando que había fraude ¿Qué pasó con Almagro? ¿Todo fue parte de un plan maquiavélicamente concebido para ganarse la confianza de Evo Morales, aprovechando su ingenuidad, y luego darle la puñalada por la espalda? ¿Fue todo parte de un plan concebido en esferas geopolíticas mayores? Estas interrogantes quedan en el aire, tal vez nunca sepamos que pasó realmente, como tal vez nunca se sabrán otros acontecimientos políticos en el mundo que quedan sin resolver, como el caso del asesinato del Presidente Kennedy en Estados Unidos.

Ahora se dice que organismos internacionales como la ONU, la misma OEA y hasta la Unión Europea quienes serán garantes del proceso democrático en Bolivia, pero la duda queda: ¿Hasta qué punto son creíbles estas instituciones que asumen posicionamientos políticos y buscan incidir de acuerdo a una agenda geopolítica de poder, establecida por sus socios o aliados estratégicos globales? El dudoso papel paternalista- cual si fuesen los referentes de autoridad en el mundo- que asumen estas instituciones, como el caso de la Unión Europea, es cuestionable, por ejemplo, en el caso de Venezuela; más allá de los cuestionamientos que se tengan contra el régimen de Maduro, no existe ninguna justificación para las arremetidas económicas y políticas que sufre directamente el ciudadano común ¿Se puede confiar en países europeos que bloquean las divisas de otros países que en su momento, confiando en la aparente solidez de sus instituciones, depositaron sus reservas y que ahora por cuestiones políticas se les niegue el acceso a esos recursos? ¿Se puede confiar en organismos internacionales que siguen teniendo relaciones bilaterales con gobiernos que realizan golpes de estado, como lo hizo en su momento la Unión Europea con los golpistas en Honduras en el 2010? ¿Se puede confiar en organismos internacionales que responden a los mandatos geopolíticos de intereses imperialistas, como el caso de la OEA, cuya animadversión y acciones de intervención hacia los regímenes políticos de Cuba, Nicaragua y Venezuela es permanente y cada vez más brutal contra los ciudadanos de esos países, que al final son los que pagan los platos rotos?

Más allá de todo, lo que sí quedó en evidencia, luego de todos estos funestos acontecimientos, es la fragilidad democrática en un país, donde se pensaba que las intervenciones y golpes de estado, quedaron muy atrás en el pasado; y que Bolivia al final, no era un estado fallido, pues se respiraba democracia y libertad desde el último golpe de estado en la década de los 80. Pero al parecer, esto no fue así, el riesgo de un colapso total se huele en el aire, Bolivia está peligro de un desborde de violencia y una fractura inminente, una vez más por la angurria de los grupos de poder. Los recuerdos de las heridas de sangre y muerte vuelven a estar presentes en la memoria y ojalá solo sean malos presentimientos.

nulfoyala@gmail.com

EL ABANDONO DEL TIEMPO

Fotografía: Nulfo Yala(2020)

El tiempo nos abandona,

nos escurrimos de sus manos.

Poderosas y gélidas,

mortalmente indiferentes.

Impasibles,

a nuestro desvanecimiento.

Implorando que no nos deje, todavía,

mientras vamos sucumbiendo.

 

¿Importaron nuestros afanes?

¿Tuvieron sentido nuestros desvaríos?

¿Nos protegieron nuestras fortalezas?

¿Fuimos, acaso, salvados por nuestros deseos?

 

Irreversiblemente,

el momento final acecha.

Y la incertidumbre,

inevitable y profunda,

se transforma,

en el sinsentido caleidoscópico,

de nuestros biográficos desencuentros.

 

Polvo en sus manos,

suspiro insustancial y lastimero,

desvaneciéndose en el efímero momento

de la ilusión de una existencia,

que no pudo detener su caída,

ni dar sentido a su agonía.

 

Atrapados en su escatológica trama,

nos enredamos en el juego vital

de las danzas y contorciones,

de nuestros afanes y lamentos,

clamando para que no se termine el juego,

rogando por otro momento,

que dure más allá del pensamiento.

 

Acaso seamos sustancia hecha de tiempo,

un simple momento,

infinitesimal y aleatorio,

en busca de un instante eterno,

que dé consuelo a su desasosiego.

 

Pero al final del ocaso,

la magia termina,

y con ella nuestro tiempo,

que se desvanece en la soledad cósmica,

del eterno e incomprensible silencio.

 

nulfoyala@gmail.com

LOS GRUPOS DE PODER AGROINDUSTRIAL Y LOS CULTIVOS TRANSGÉNICOS. RESISTENCIA Y REIVINDICACIÓN DE LA SOBERANÍA ALIMENTARIA.

Dibujo: MilenaFabiola@(2020)

Bajo este sistema de explotación, el desarrollo humano es lo que menos importa. El «sálvese quien pueda», resuena ahora, más que nunca, de una manera contundente e inevitable. Quien controla la producción de alimentos controlará el acceso a los mismos. La cuestión de fondo es el dinero, el que no tiene dinero no come; así trabaje incansablemente, si el sistema no le asigna valor, su trabajo no será tomado en cuenta y mucho menos remunerado económicamente y, más temprano que tarde, sucumbirá al hambre.

Mucho se debate hoy en día respecto de la problemática del uso de transgénicos en el mundo y particularmente en algunos países latinoamericanos, como el caso de Bolivia; tema que resurge, a raíz de la aprobación del reciente marco normativo (Decreto Supremo 4232), que autoriza la evaluación de semillas genéticamente modificadas (transgénicos) con fines comerciales y  agro productivos; para los cultivos de maíz, caña de azúcar, algodón, trigo y soya.

Si bien este proceso no se inició recientemente, es importante destacar algunos aspectos que, usualmente, se asumen como temas colaterales o implícitos; muchas de las veces el debate surge a partir de cuán beneficioso o perjudicial resulta para la salud humana o el medio ambiente, pero se deja de lado la visibilización de los intereses existentes, detrás de las políticas que impulsan el uso estos cultivos transgénicos y los paquetes tecnológicos asociados a su producción.

Y es que, como en casi todo, existen poderosos intereses particularmente económicos y políticos que están detrás; y no solamente de los intereses de las grandes multinacionales, sino de los intereses de los poderosos grupos agroindustriales que se constituyen en los promotores del modelo económico extractivista y mercantilista corporativo.

Al final, el debate sobre la pertinencia o no de los transgénicos, se transforma en algo irrelevante. Todo lo que contribuya a la generación de la riqueza, no solamente es aceptado, sino también promovido bajo el engañoso principio de: A mayor riqueza mayor prosperidad humana. Es el funesto mundo en el que vivimos y en el que estamos sumidos, que nos demuestra, una vez más, que por más riqueza que se genere, la prioridad no es el ser humano; sino la riqueza en sí misma, a través del capital acumulado. Los millones de pobres que existen aún en los países lllamados desarrollados son una evidencia de ello; y que decir, aún, de los muchos otros millones condenados al hambre y a la miseria. Frente a ello, el producto interno bruto -que es la supuesta medida  de la riqueza de los estados modernos- resulta una cuantificación absurda y fuera de lugar, ante cualquier intento y justificación que se quiera dar, forzosamente, como una medida de reivindicación humana.

En consecuencia, el propósito real de la producción con el uso de semillas y cultivos transgénicos es, intrínsecamente, generar un gran negocio y, por supuesto, favorecer la acumulación de mayores riquezas por los grupos de poder económico que gobiernan los estados; llámense a éstos empresarios, terratenientes, latifundistas o gamonales, como se refería a los mismos, Carlos Mariátegui.

Si bien existen bastantes análisis relacionados con el negocio de los  transgénicos por grandes multinacionales; resulta, aún, mucho más sorprendente los mecanismos políticos y económicos que van gestionando los grupos de poder económicos regionales; que si bien están articulados con las líneas matrices de estas multinacionales, existen una alta gama de recursos locales que les brinda la anuencia y la legalidad de hacer que sea necesario para que el negocio de los transgénicos pueda operar. Y lo hacen, la mayoría de las veces, a partir de los estados y sus gobiernos qué son manejados o influenciados de una u otra manera por los mismos.

De acuerdo a las particularidades regionales, estos grupos de poder económico agroindustrial, generan un discurso muy bien pensado y trabajado en diferentes niveles, grados y estratos dentro de la sociedad. Una vez conseguido el marco legal -siempre lleno de ambigüedades que son hábilmente utilizado en interpretaciones funcionales posteriores- se procede a plantear la matriz de debate en la sociedad civil a través de los operadores comunicacionales que están a su servicio; una primera acción a interiorizar en la mente colectiva, es el sobreentendido de que cualquier iniciativa que fortalezca el aparato productivo y económico será siempre favorable para el país. La estrategia es apelar el sentido patriótico y nacionalista del ciudadano, y el supuesto interés legítimo del estado.

A partir de ahí, la estrategia consiste en ir «normalizando» la situación. Se va argumentando que son muchos los países qué utilizan los transgénicos y desde años atrás; se enfatiza en las ventajas económicas que se lograrán, principalmente, a través de las exportaciones a otros países. A través de una agresiva campaña comunicacional, especialmente, a través de las redes sociales. «Se hacer dar cuenta a la gente» que desde hace muchos años atrás ya se vienen consumiendo transgénicos en gaseosas y alimentos procesados; y que, por tanto, somos la prueba viviente de que los transgénicos no causan ningún daño; y que, quiénes se oponen son grupos ecologistas radicales o con intereses políticos creados contra los sectores “vanguardistas y productivos” del país.

Posteriormente viene la fase persuasiva; es la fase de los pronunciamientos corporativos realizados por las instituciones productivas que conforman estos grupos de poder agroindustriales; de incansables y maratónicos conversatorios; y de las justificaciones, a partir de supuestos eruditos y publicaciones que presuntamente invalidarían los argumentos contra el uso de los transgénicos, tildándolos de simples especulaciones y sin ninguna evidencia científica. En esta fase existe, además, una amplia cobertura por instituciones educativas, sobretodo de universidades privadas, que forman parte del conglomerado empresarial, vinculado a estos grupos de poder. Infortunadamente se suman, también, algunas universidades públicas; sea por su silencio o, peor aún, alineándose al discurso trillado e insustancial de “la razón” del progreso nacional y la productividad. Se presentan, por ejemplo, estudios de presuntos expertos; donde se proclama que los transgénicos supuestamente requieren menos agua, menos erosión de los suelos, menos plaguicidas; que gracias a sus particularidades genéticas se estaría eliminando prácticamente las plagas y, a la vez, se estaría reduciendo el uso de plaguicidas cancerígenos. Sumado a ello, el discurso conocido, que con estos cultivos transgénicos se va a mejorar los ingresos de los pequeños productores.

Por supuesto, cada uno de estos argumentos puede ser ampliamente rebatido desde distintos enfoques ecológicos, sociológicos, políticos, etc.; pero, lamentablemente, muchas veces, el colectivo social ha sucumbido al adoctrinamiento del discurso desarrollista de los grupos de poder. Este «supuesto» modelo de desarrollo económico se convierte en una consigna, hasta llegar a ser interiorizada y formar parte de la cultura, tradición e incluso cosmovisión de la sociedad; como sucede en el caso boliviano, particularmente, en la región agroproductiva del oriente del país.

Una vez conseguidos estos objetivos, cualquier acción o reacción posterior es intrascendente; la maquinaria está engranada y lista para funcionar. El modelo extractivista agroindustrial nuevamente se ha impuesto, esta vez a partir de los cultivos transgénicos. Cualquier debate o cuestionamiento posterior, servirá en el mejor de los casos, para maquillar el proceso. Se introducirán, incluso, toda una parafernalia de tecnicismos afables al proceso productivo; tales como: prácticas amigables con el medio ambiente, restauración ambiental, control e implementación de medidas de bioseguridad, etc., pero se lo hará, solamente, para guardar las apariencias y terminar de acallar cualquier cuestionamiento de fondo.

El modelo explotador, extractivista y capitalista prevalece. No importa si el gobierno sea de izquierda o de derecha, el objetivo final es la generación de riqueza; que, por supuesto, al final solo hará más ricos a los que ya son ricos y que, muchas veces, directa o indirectamente, son precisamente los que detentan u operan el poder. En este escenario cualquier oportunidad será aprovechada al máximo, como en el caso de los transgénicos. El beneficio máximo sin medir las consecuencias; aun cuando el costo sea la vida misma en el planeta.

Se habla de generar riqueza, pero no se dice para quién. Se dice que el uso de los transgénicos se constituye en una oportunidad maravillosa para generar empleo, pero en los vaivenes y fluctuaciones del mercado de lo primero que se prescinde cuando las cosas van mal es, precisamente, del empleado; lo que importa, al final, es garantizar la ganancia del empresario.

Detrás de discursos nobles, de propósitos altruistas y de consignas de prosperidad y desarrollo económico, se aliena la voluntad del ser humano; el trabajador debe agradecer la oportunidad de empleo que se le da, así sea bajo condiciones de explotación y de retribuciones míseras, comparadas con las ganancias de los dueños del «negocio» y el capital.

Nuevamente, en el caso de los transgénicos, la premisa utilizada es «la alimentación como negocio». El capital lo tiene el empresario; la tierra, que está en manos de los grupos de poder económico o de gremios corporativos protegidos como tierras comunitarias de origen, es monopolizada y explotada hasta resecarla, bajo la consigna “imperiosa” de no dejar tierra improductiva. El trabajo, en condiciones de explotación, se transforma en la razón de vida del trabajador; alienado, explotado y desechable, pero agradecido.

Bajo este sistema de explotación, el desarrollo humano es lo que menos importa. El «sálvese quien pueda», resuena ahora, más que nunca, de una manera contundente e inevitable. Quien controla la producción de alimentos controlará el acceso a los mismos. La cuestión de fondo es el dinero, el que no tiene dinero no come; así trabaje incansablemente, si el sistema no le asigna valor, su trabajo no será tomado en cuenta y mucho menos remunerado económicamente y, más temprano que tarde, sucumbirá al hambre. Es la perversa obsesión del sistema económico por la máxima productividad y la riqueza, que define y decide que debe ser considerado como trabajo y que debe ser desechado, de acuerdo a sus necesidades e intereses. Es la perversión de un mundo que produce y tiene la capacidad de producir, casi el doble de alimentos que se necesita para la subsistencia de toda la población humana; pero que, paradójicamente, millones se mueren de hambre, a la vista e indiferencia de otros que prefieren desechar toneladas de alimentos a la basura.

Encima de todo, ahora, se deforestan y habilitan inmensas superficies de tierra para la producción de cultivos transgénicos con fines de producción de agrocombustible, como si en estos momentos fuera una prioridad. La mayoría de los países que compran esta producción no lo hacen realmente por necesidad, pues tienen almacenados ingentes cantidades de petróleo y otros recursos energéticos. Lo hacen para potenciar su dominio y el control del mercado energético global. No importa que los países productores de transgénicos tengan a gran parte de su población sumida en la pobreza y el hambre; mientras haya quien compre, toda la maquinaria del estado se dirigirá para garantizar que los grupos de poder económico, dueños de la Tierra y del capital, puedan satisfacer la demanda. Todo en nombre del famoso “dogma” del desarrollo económico del país.

El Producto Interno Bruto (PIB) se ha convertido en una medida que sólo mide el incremento de la riqueza de los tienen el control absoluto de los recursos; y, por tanto, el poder para decidir, en última instancia, quién come y quién no.

El modelo agroproductivo, extractivista y explotador crea las condiciones necesarias para la dependencia alimentaria. Es el mismo sistema que repite hasta el cansancio que los recursos son limitados, y que no alcanzan para satisfacer las necesidades humanas; dogma central de la teoría económica, diseñada e impuesta por los mecanismos de poder que regulan y gestionan el sistema, para que nada se salga de su control. Y, esta vez, lo hacen con la panacea de lo transgénico; prometiendo que con su uso se solucionarán los problemas alimentarios de los más vulnerables, que serán baratos y accesibles; por supuesto, sin importarles en lo más mínimo, los cuestionamientos de las posibles consecuencias para la salud, lo descabellado de destinar ingentes extensiones de suelo cultivable o la despiadada ampliación de la frontera agrícola, en desmedro de bosques y naturaleza viva. La razón de explotación económica, siempre, termina por someter e imponerse con el discurso de progreso y desarrollo en la opinión pública. Sin embargo, en realidad sólo se trata de acumulación de riqueza; la avaricia y codicia desmedida de los grupos de poder agroindustrial, que son, en definitiva, los dueños del negocio.

Frente a este escenario, la respuesta necesaria e inexcusable es cortar las cadenas de la dependencia alimentaria; es buscar los mecanismos para una efectiva autonomía y autodeterminación del ser humano para su supervivencia. Y; eso es, recuperar y rescatar el concepto de soberanía y seguridad alimentaria, reivindicando todas las iniciativas y acciones conducentes a este fin. Es el caso, por ejemplo, de la Declaración de Nyéléni, en el Foro por la Soberanía Alimentaria, realizado en Mali en el año 2008. Foro en el que se establece, como núcleo fundamental y prioritario, la seguridad alimentaria del ciudadano por sobre los intereses mercantiles y comerciales de los conglomerados corporativos agroindustriales; priorizando el apoyo efectivo y real al pequeño agricultor, la producción de alimentos ecológicamente sostenibles y la disponibilidad y accesibilidad de alimentos para la población particularmente vulnerable; reivindicando el principio del derecho humano a la alimentación, por encima de cualquier interés económico o mercantil.

Una soberanía alimentaria establecida a partir del principio de autodeterminación autonomía y autogestión de las personas; facilitando el acceso a la tierra, al agua, a los recursos genéticos y la gestión para una distribución efectiva de los alimentos; particularmente en las poblaciones vulnerables. Producir para alimentar a la humanidad y no para engrosar la codicia de riqueza de los grupos corporativos agroindustriales; dignificando y valorizando el trabajo y el esfuerzo de todas aquellas personas que por iniciativa propia, por ejemplo, van produciendo sus propios alimentos, aún en reducidos espacios de confinamiento y sin ninguna oportunidad de acceso a la tierra. Es el caso los huertos urbanos, por ejemplo, que se constituyen en una acción revolucionaria y concreta contra la dependencia del modelo extractivista y explotador el sistema. Esta acción, por sí sola, además, visibiliza la injusta e inmoral apropiación de los recursos por parte de los grupos de poder corporativos agroindustriales; tendrán toda la tierra para su avaricia, pero no cuentan con la capacidad de innovación del ser humano, que se las ingenia para producir alimentos, utilizando, incluso, como envases autoregantes a las botellas plásticas que el consumismo desenfrenado descarta.

Por tanto, la acción de resistencia al uso de los cultivos transgénicos, se vuelve una lucha legítima por la emancipación humana en la búsqueda de su soberanía alimentaria. Una lucha legítima de resistencia a los intereses económicos corporativos, que buscan lucrar, paradójicamente, con la necesidad de alimentos y el hambre de las personas. Lograr la independencia y el autocontrol para garantizar la seguridad alimentaria es, y será, cuestión de supervivencia. Tarde o temprano, el modelo extractivista y explotador agroindustrial colapsará inevitablemente por el propio peso de su ambición; pues como cualquier actividad extractivista, ésta no es sostenible en el tiempo. Pero lo que sí serán sostenibles son todas las iniciativas de acción y de resistencia, esfuerzos que, por pequeños que parezcan, contribuyen a la búsqueda y la construcción de la soberanía alimentaria; para garantizar la autonomía productiva, acceso y disponibilidad de alimentos para los seres humanos. Un frente estratégico y fundamental en la lucha por la libertad y la liberación del ser humano.

nulfoyala@gmail.com

 

 

OPRESIÓN, ENTRETENIMIENTO Y ALIENACIÓN A TRAVÉS DE LAS REDES SOCIALES. EL USO DE LA VIRTUALIDAD POR EL PODER

Foto: NulfoYala (2020)

La industria del entretenimiento no se detiene. Ni siquiera bajo una situación de crisis sanitaria mundial, da tregua. La realidad diseñada introducida diaria e incisivamente ahora cuenta con un nuevo aliado: las redes sociales.

El lavado de cerebros ha tomado un nuevo derrotero, se va consolidando cada vez más de manera imperceptible pero efectiva. La matriz de lavado de cerebros se diversifica y se unifica en el mundo virtual del internet: series televisivas, show mediáticos, y toda la maquinaria de construcción de opinión pública desarrollada hace más de un siglo prosiguen su afán de programar no solamente las mentes; sino, también las conciencias a escala planetaria. Los mismos contenidos, los mismos mensajes, la misma historia, y el desenlace feliz de una realidad inventada e ideal, donde los supuestamente “buenos” siempre ganan y los, casi siempre estigmatizados “malos” son derrotados y demonizados. Por supuesto, los buenos visten ropa de marca, conducen autos modernos y son defensores inclaudicables del sistema impuesto; donde al final, la triunfadora inmortal es la estructura sobre la que se sostiene la verdad de una realidad prefabricada y diseñada, para que cada persona se convierta en un soldado obediente y funcional; dando su vida si fuera necesario para mantener la estructura intacta.

La misma historia contada una y mil veces, esta vez metida hasta en los sueños más íntimos, de manera que se controle incluso lo que sueña lo soñado; ahora, no se trata solamente de ver y de vivir la historia; ahora, las redes sociales permiten, además, reforzar códigos y patrones de una felicidad imaginaria. Un “like” deposita toda la esencia del alienado en la historia ficticia, que se convierte en el ideal de la realidad imaginada y desesperadamente soñada; de manera que, la ficción y las circunstancias del mundo real se entrelazan hasta transformarse, vertiginosamente, en trágicos desenlaces, cómo los asesinatos sucedidos en Estados Unidos y otras partes del mundo; donde los asesinos interpretaban su papel de héroe, eliminando y destruyendo al enemigo internalizado, que usualmente es el que no encajaba en el sistema.

El enjambre de interacciones de las redes sociales posibilita que la conciencia se difumine a través de todos los nodos en las cuales se interactúa, creando una suerte de conciencia colectiva, nodal y virtual; reforzando el sentido de pertenencia de personas que sufren de una soledad desgarradora y deshumanizante. Estamos conectados como nunca antes; pero, también solos y desamparados, como nunca se vio en la historia de la humanidad. Este escenario posibilita un mecanismo efectivo para anular la conciencia crítica. El tener pensamiento divergente es, casi siempre, incompatible con el sentido que identifica grupo; cuya pertenencia, muchas veces, implica en casos extremos una razón de vivir.

No existes si no estás en la red; fuera de ella eres inservible y descartable. Este mensaje se va bombardeando día a día y por todos los medios posibles; no hay escape, sucumbir a la red es inevitable e imprescindible, lo quieras o no.

El mismo sistema alienante que diseñó esta realidad, establece los requisitos y condiciones para jugar al juego. Sucumbir al ensueño y entregarse en un acto mistificado y sublime al reino intemporal y eterno de la red. Ya no existe pasado ni futuro, sólo un presente de satisfacción inmediata, donde el bien y el mal se difuminan en la matriz imperceptible de la opinión construida por los grupos de poder que lo controlan. Un solo click que disemina el nuevo significado del bien; y, por supuesto, a quienes lo presentan. Un solo click para iniciar una guerra y miles de boots para justificarla. Si la matriz habla, el cuerpo obedece.

La fábrica de la realidad se va perfeccionando cada vez más; las redes sociales son cada vez más sofisticadas y se unifican paulatinamente en un todo indistinguible en esencia; ningún espacio vital queda al margen. Los dispositivos tecnológicos, como en el caso de los celulares, se han transformado en una extensión más del cuerpo biológico. Nos hemos transformado en Cyborgs sin darnos cuenta; la presencia fantasmagórica, que aludía Derrida, finalmente se ha materializado en estos dispositivos qué imperceptiblemente se han convertido en vitales. Para muchos, literalmente, su existencia depende de su celular; la puerta de entrada que teletransporta nuestras conciencias a la red; aunque por ahora, temporalmente, principalmente por nuestras limitaciones biológicas; pero, en el futuro podría transferir total y permanentemente nuestra conciencia a la matriz virtual; por supuesto, en ese momento el sistema será tan poderoso qué podría borrarnos para siempre con otro simple click.

El objetivo final es el control y la asimilación total; no basta la obediencia ciega del esclavo, cualquier idea de esclavitud debe suprimirse para siempre. La idea de libertad debe asociarse a la supuesta libertad que ofrece la matriz diseñada por el sistema; supuesta libertad basada en el control absoluto, pero, la estrategia es ir paso a paso. La necesidad hace la función y la función hacia el órgano; la dependencia cada vez más mayor en todas nuestras actividades e interacciones humanas genera inevitablemente un proceso de transformación cibercomunal. Una sola conciencia, una sola voz, un solo destino; el órgano transformado en función.

El control se va intensificando, la evolución del sistema implica tener acceso inmediato y en tiempo real no sólo a la mente del individuo, sino también al cuerpo biológico; la idea de un control ciberbiológico Faucultiano se materializa en los desarrollos tecnológicos de control, cada vez más sofisticados y poderosos.

Las redes sociales transformadas en un arma de cibervigilancia total; nada escapa fuera de la red. En la actualidad viene siendo utilizada esta forma de control y castigo por muchos gobiernos totalitarios y autoritarios, como una manera de someter a la gente a la tiranía del poder; a un terrorismo de estado cibercontrolado, cómo predijo en su momento Huxley. Algunos regímenes, con claros tintes fascistas, utilizan la cibervigilancia para perseguir y violar los derechos humanos fundamentales de las personas. La criminalización del pensamiento y opinión están a la orden del día; existen innumerables casos recientes en el mundo; que, aprovechando la situación del confinamiento impuesto por la crisis sanitaria, ha resultado en la excusa perfecta, para castigar y reprimir cualquier intento de disidencia o pensamiento crítico contra el poder.

Los casos acontecidos en Bolivia, como de los ciudadanos Eduardo Rodriguez o Mauricio Jara son tristemente ejemplificadores de esta suerte de persecución que viene desarrollándose en la actualidad, a través de las redes sociales. Bajo cargos supuestos de sedición y amenazas públicas virtuales, se encarcela a quien se atreva a cuestionar la tiranía del poder. Ser guerrero digital, un nuevo delito a interiorizar en la mente colectiva; no interesa si no existe legalidad y mucho menos si se conculcan los derechos humanos fundamentales; la finalidad es inducir el miedo en la mente colectiva, ante cualquier intento de cuestionamiento. Una vez más se ratifica aquello de que el miedo es el mensaje, si seguimos el pensamiento Mcluhaniano.

La institucionalización del miedo, por parte del estado, no es un concepto novedoso; actualmente muchos estados tienen un ministerio denominado, en algunos casos, como “de gobierno” o del “interior”; encargado, precisamente, de mantener una vigilancia y control permanente, contra cualquier acto o pensamiento que cuestione al poder de turno. Lo novedoso del asunto es que, ahora, se utilizan las redes sociales para perseguir y criminalizar. Este poder en manos operadores sanguinarios e inhumanos, como actualmente se ha mostrado en esta época de confinamiento por emergencia sanitaria en el mundo, refleja el lado más brutal y perverso del ser humano, frente al poder. A la vista de todo el mundo y con una “carta blanca” se persigue, torturara y encarcela a quienes desobedezcan o cuestionen a la llamada «autoridad».

Confinamiento, procesamiento y encarcelamiento preventivo; así sea, por ir a buscar pan en la calle; pero, descarada impunidad para otros, que infringen el confinamiento impuesto, incluso, con el uso de recursos públicos del estado por influencias familiares o relaciones sentimentales de los ministros; sólo cínicas justificaciones por los “gobernantes” a través de las redes sociales; que, con la sumisa y cobarde complicidad de los medios de comunicación “institucionales” moldean la opinión pública, como sucedió recientemente en Bolivia.

El caso boliviano es un ejemplo dolorosamente paradigmático; la persecución por las redes sociales se ha intensificado hasta extremos nunca vistos, penalizando incluso cualquier posible manifestación artística que sea considerada disidente y peligrosa por el poder. Resulta que, ahora, el arte que no encaje con la voluntad del gobernante, será considerado subversivo y en atentado a la “seguridad de la población” especialmente en esta pandemia. Sorprendentemente  se ha dado el marco de legalidad a través de los denominados «supremos decretos». La libertad de la expresión artística convertida en un delito. La muerte de la libertad de la expresión artística en manos del todopoderoso gobernante. El poder ha enloquecido; y, por tanto, es capaz de lo que sea con tal de conservarlo. El miedo se entroniza y el sistema se fortalece.

Otro de los tentáculos del poder; que, este último tiempo se ha visto intensificado por el uso de las redes sociales y las tecnologías de información y comunicación, son los llamados “ministerios de comunicación o de información”. A través del diseño de una matriz mediática; que casi siempre corresponde con intereses de grupos de poder mucho más poderosos, se articulan esquemas comunicacionales en los estados;  influyendo, desinformando, entreteniendo y manipulando la opinión pública de la sociedad. Premisas elaboradas al mejor estilo nazi, cómo las utilizadas por Joseph Goebbels: «hay que hacer creer al pueblo que el hambre, la sed, la escasez y las enfermedades son culpa de nuestros opositores y hacer que nuestros simpatizantes se lo repitan todo el tiempo»; son utilizadas todo el tiempo para el lavado de cerebro social. Todos los planes comunicacionales de los estados en su afán de manipulación mediática y control social, establecen un discurso que debe ser repetido insaciablemente hasta el cansancio; ahora, con mucha más intensidad y penetración a través de las redes sociales; utilizando para ello toda una estructura de fabricación y control de la opinión pública, siempre favorable a los intereses del poder funcional al sistema.

El sistema se autoprotege; no importa los cuestionamientos de instituciones defensoras de los derechos humanos, frente a este ciberacoso y ciberpenalización. Al final los pronunciamientos quedan en saco roto, y como simples antecedentes de interés histórico e incluso literario; que luego se llevarán, por los mercaderes del entretenimiento, a una producción hollywoodense o a una serie de Netflix. Consumo banal y superficial de la conciencia colectiva; que observará a estos acontecimientos cómo un show más de entretenimiento y diversión. Nuevamente ficción y realidad fusionadas en un acto escénico donde la reacción esperada es un simple like y que todo continúe después como si nada hubiese pasado.

El sistema también se perfecciona; con una extraordinaria capacidad de planificación a futuro se vaticina que no serán suficientes las actuales redes sociales, para el objetivo del control total. Aún hay espacios fuera de control y que se les escapan de las manos; como es el caso del dinero, en tanto valor objetivado de supervivencia. Mientras en el mundo el dinero, o la moneda física, es el motor que mueve al sistema, aún hay posibilidad de escapatoria aunque mínima. El dinero físico, hasta cierto punto, es anónimo y puede darle a su poseedor una posibilidad de escape fuera de los mecanismos de control actuales; pero el sistema ya se dio cuenta, y ahora se van desarrollando nuevos mecanismos virtuales que se integrarán cómo métodos de control definitivo acoplados a las redes sociales ya conocidas. Es el caso de la virtualización de las monedas; China va introduciendo poco a poco la moneda virtual denominada Renminbi o e-RMB bajo control estatal; en un futuro cercano se prevé que dejarán de existir las monedas físicas; y, en toda transacción económica será obligatorio el uso de estas monedas virtuales; Por supuesto, los medios de fabricación de opinión pública mundial inundan de información acerca de las ventajas económicas que tendrá la implementación de la virtualización de las monedas, pero detrás de esta parafernalia se encuentra la gestación de una maquinaria de control tenebrosa nunca antes vista. En el momento de la plenitud de su implementación, nada ni nadie podrá escapárseles de las manos; nuevamente bastará un solo click para retener o incluso revertir el dinero de una persona. Lo virtual será lo real y en un mundo cada vez más virtualizado será imposible sobrevivir fuera de esta realidad. Cualquier crítica o acción contestataria contra los grupos de poder, que mantienen el sistema funcional, será eliminado automáticamente de la maquinaria económica virtual; una forma de castigar y estrangular sin ensuciarse las manos. Otros países y sociedades siguen por este camino; pues, independientemente de los anuncios de la gestación de un nuevo orden mundial, el sistema se mantendrá inalterable, sólo cambiará de manos hacia otros grupos de poder que lo vigorizaran. Idéntica tiranía del poder, nuevos opresores, mismo sistema, pero cada vez más todopoderoso.

Pero el sistema no sólo pide obediencia ciega, exige fe. Quiere transformarse en el dios de su creación. El vínculo perfecto y profundo, de contacto de la conciencia colectiva con la mente de dios; mente, cuya esencia se produce en las redes sociales. Y al igual que cualquier dios, su poder no funciona sin miedo. Un miedo interiorizado por el poder hasta transformarse en religión. Quieres acercarte al dios de tus creencias, inclúyete al grupo de la red social de tu fe. Con un solo click te conectarás con dios; elije tu emoticón para expresar tus emociones a los miembros de tu iglesia; y si quieres rezar, no hay problema, puedes rezar también online.

La red omnipresente, controladas por el poder, se adueña cada vez más de las actividades de interacción y contacto humana. Lo sorprendente es la rapidez con que estos hábitos se convierten en costumbres; a tal extremo que, poco a poco, son las formas preferidas para comunicarse, aunque las personas convivan en el mismo tiempo y lugar.

Rápida e imperceptiblemente el contacto físico humano va siendo desplazado por la “presencia ausente”; desconociendo incluso, en algunos casos, si el interlocutor realmente existe o es un simple robot digital qué fue diseñado con fines comerciales, para mentir y crear la ilusión de estar en contacto con un ser humano de carne y hueso. El sistema no sólo te controla comercialmente, ahora quiere todo tu tiempo que permita tu existencia. Vivirte en tiempo real y hacerte creer que eres tú quién vive y experimenta. Tu vida ya no es tuya, sólo la ilusión programada de una realidad que fue diseñada para que creas y te entregues totalmente en ella.

Pero lo que menos se necesita en este momento decisivo es resignarse. Ahora más que nunca se hace necesaria la reivindicación del espíritu crítico; de una mente cuestionadora, de una conciencia rebelde y reveladora. No puede haber una mejor oportunidad, que el utilizar las mismas herramientas de dominación para la liberación. El sistema es poderoso, pero la resistencia debe plantearse desde dentro. Sería absurdo pretender sustraerse y esconderse; es fundamental abrir los ojos y tomar conciencia de nuestra vulnerable posición en este momento histórico, en el que la alienación del sistema embate desenfrenadamente contra cualquier intento de pensar que otra realidad es posible. La liberación comienza tomando conciencia de nuestra situación, y seguidamente la acción será construir el pensamiento emancipador; siempre críticos, siempre atentos ante cualquier arremetida que pretenda doblegar y asimilar nuestra conciencia y voluntad en la matriz homogeneizadora, diseñada por el sistema y administrada por el poder. Transformar nuestras cadenas en un acto liberador; usar las redes sociales para la legítima rebelión, siempre en la búsqueda de la libertad del ser humano.

La lucha por la libertad es el acto definitivo de amor, que nos transforma en seres humanos en plenitud. Lo manifestado por Deleuze, adquiere hoy en día un mayor sentido, al plantearnos que «solo el acto de la resistencia resiste a la muerte». Lucha y resistencia fusionadas en un acto de amor liberador y esperanzador, tal como nos invita Fito Páez en su canto: «¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón»

nulfoyala@gmail.com

 

AUTORITARISMO Y TOTALITARISMO DE LOS MOVIMIENTOS CÍVICOS POPULARES.-UN ANÁLISIS DEL CASO DE LOS COMITÉS CÍVICOS EN BOLIVIA

Dibujo elaborado por MilenaFabiola@ (2020)

Algunas formas totalitaristas tienen diversas formas creativas de resurgir y adaptarse independientemente de la época y los contextos en los cuales se desarrollan. Lo peligroso del asunto es que muchas veces utilizan sentimientos y necesidades de la gente que cautamente caen en sus redes y tarde se dan cuenta que, lo que era su salvación, terminó siendo su martirio y para muchos, lamentablemente su mortaja.

De un tiempo a esta parte algunas instituciones de la sociedad civil, denominadas en algunos lugares como “comités cívicos” han tenido un protagonismo importante en acontecimientos sobre todo, de tipo político. Representando, según sus dirigentes y operadores políticos, a la población bajo la bandera de la lucha por reivindicaciones sean por la recuperación de recursos naturales o la defensa de intereses económicos y sociales de carácter local, regional e incluso nacional. Un caso representativo de lo señalado son los últimos acontecimientos en Bolivia, en donde a partir de movilizaciones por reivindicaciones inicialmente de tipo de económico, se terminó articulando un movimiento político a nivel nacional que juntamente con otras fuerzas políticas de oposición, policiales, militares e incluso clericales se terminó derrocando a un gobierno y se comenzó con la transición del poder que puso en crisis todo el sistema democrático boliviano.

Pero es importante dar una mirada más amplia a lo acontecido, particularmente con la participación de estas agrupaciones cívico-políticas, como estructuras económico-políticas, que al igual que otros actores, buscaron, y aún buscan, la consolidación y la toma del poder, particularmente a través de sus dirigentes de turno. Y para ello es importante analizar desde el contexto boliviano, sin que sea excluyente en otros contextos que cuentan con estructuras institucionales y funciones análogas.

Muchas de estas agrupaciones cívico-políticas en su momento fueron creadas para luchar por reivindicaciones y causas de justicia social, como la lucha por el voto popular o la recuperación de la democracia que tristemente se perdió producto de los golpes de estado dictatoriales. Sin embargo, ahora, la historia ha tomado un derrotero inesperado aunque no imposible, y, como alguna vez lo señaló Hobbes el ser humano siempre buscará su interés propio y más aún cuando tiene el poder en sus manos. Cualquier fin noble, sea institucional o no, sucumbe a la ambición de poder de los caudillos, que, como se ha visto incontables veces, termina utilizando a sus seguidores como base política de negociación o de imposición de su voluntad para tomar el poder, así sea por la fuerza o aliándose hasta con el mismo maligno (en caso de existir) si fuese necesario.

Estas agrupaciones cívicas, al asumir posiciones y alianzas políticas, en sus movilizaciones, las convierten automáticamente en actores políticos y por tanto sus intereses están ligados en función de estas actuaciones. La ventaja que tienen, con relación a otras agrupaciones políticas tradicionales, es que se asumen una legitimidad construida precisamente bajo la premisa de que “no son agrupaciones políticas” y que su trabajo es “velar por los intereses de la región” que dicen representar. No obstante, la mayoría de las veces se constituyen en plataformas para la promoción política de sus caudillos, que una vez conocidos y reconocidos, engranan la maquinaria de los partidos políticos tradicionales, ya sea de manera directa o indirecta, pese a haber sido en algún momento los más acérrimos detractores de los mismos, cuando cívicos.

Estas agrupaciones cívico – políticas, asumieron una especie de “gobierno moral” de sus regiones, construyéndose discursos de regionalismos duros, basado indiscutiblemente en un sentimiento nacionalista, que emerge a pequeña escala bajo los mismos principios doctrinarios y recalcitrantes que exacerban el sentido y sentimiento de lo regional, transformado en discursos de “la patria” y la “raza histórica” y en algunos casos haciendo incluso una nostalgia hacia el coloniaje, exaltando reiterada, sostenida pero incisivamente las supuestas injusticias contra esa patria regional y colonial, generando un resentimiento bajo la máscara de reivindicación, que en casos extremos se transforma en odio, debido a la frustración de la gente por su situación y que es achacada precisamente a esta “suerte” de injusticia permanente a la que estaría siendo sometida la región: “No recibimos lo que merecemos, después de lo que dimos” “La culpa de nuestros problemas es de los que nos tienen sometidos y humillados en esta situación”. Esos son los mensajes que se van interiorizando en las mentes de las personas, enfocando la causa del mal en el enemigo externo, en el gobernante o gobierno identificado y señalado como el enemigo del pueblo por no atender debidamente lo que el pueblo exige.

Luego, la estrategia fue mantener a las masas movilizadas y preparadas para asumir cualquier medida que dicten los caudillos, así sea el sacrificio, como se ha demostrado en los maratónicos paros cívicos en Bolivia que sumieron en hambre y pobreza a la gente más vulnerable, principalmente por la imposibilidad de acceder a sus ya exiguas fuentes de ingresos (a través de actividades laborales que requieren transitabilidad) o el acceso a los alimentos por los bloqueos indiscriminados que en situaciones lamentables terminaron incluso con brutales palizas a los que osaban reclamar por sus derechos contra los bloqueadores que los vulneraban a paciencia, indiferencia e indefensión vergonzosa del estado, pese a estar en pleno siglo XXI donde se vanagloria y exalta a los llamados estados democráticos y de derecho.

Durante estas movilizaciones en Bolivia caracterizadas tradicionalmente por los bloqueos dentro y fuera de las regiones, paro de actividades y mitines; se sumaron medidas de corte autoritario que derivó en acciones totalitarias en nombre de las llamadas reivindicaciones regionales, donde se vulneraron los derechos civiles garantizados por el marco legal normativo nacional e internacional. Derechos civiles, políticos, económicos y sociales tales como, el derecho a la libertad y a la libre transitabilidad, al acceso a la fuente laboral, a la libertad de expresión, a no ser perseguido por razones políticos y otros, se conculcaron de manera gradual hasta derivar en acciones extremas y violentas como la toma de instituciones por la fuerza, la quema de las viviendas de personajes políticos opositores. Actos que derivaron en el destrozo y quema de instituciones públicas, actos de humillación y escarnio contra autoridades políticas, obligándoles a pedir perdón y besar de rodillas a símbolos que representan la institucionalidad cívica, entre otras acciones. Se dirá que muchas de estas acciones fueron cometidas por los grupos infiltrados, pero lo cierto es que, instituciones públicas terminaron destruidas y quemadas y al calor de los ánimos enardecidos se vulneraron de manera sistemática y violenta los derechos de las personas afectadas. Frente a estos atropellos la mayoría de las fuerzas institucionales del estado callaron, por miedo y también por complicidad. Fuerzas policiales, sistema judicial y toda la institucionalidad debía elegir un bando: o estar con el movimiento político o contra el movimiento, sabiendo que estar en contra era sufrir las agresiones que diariamente se mostraban en principalmente en las redes sociales, pues la mayoría de los medios de comunicación oficial, sea escrita, radial y televisiva se sumó ciegamente a esta suerte de fiesta cruel donde se castigaba a la disidencia, declarando “enemigo del pueblo” al que osara cuestionar estos actos o se declarara contra el movimiento.

De esta manera se desencadenó en el imaginario colectivo, por un lado, la exaltación del espíritu regionalista, pues al fin la supuesta voluntad del pueblo se hacía escuchar y se hacía respetar. Gritos, consignas de nacionalismo disfrazados de federalismo, se escuchan estridentemente luego de los llamados cabildos del pueblo, donde se hacía ver ante la opinión pública, que todo el pueblo participaba y apoyaba a los caudillos. Discursos sobre discursos, que enarbolaban una doctrina de corte castrense al más puro estilo fascista “Todo con el comité cívico, nada contra el comité cívico, nada fuera del comité cívico”; obviamente, se daba por sobreentendido que el pueblo era el comité cívico. Por supuesto no se contaba con la parte del pueblo que no participaba de estos cabildos, sino que no estaba de acuerdo con las acciones totalitarias en que se imponían la voluntad de los caudillos en nombre del pueblo. Obediencia ciega de las masas y pertenencia al grupo. Quien estaba fuera, estaba civilmente muerto, como de hecho se manifestó vehementemente por muchas instituciones contra sus propios agremiados, que se sumaron a este movimiento cívico-político.

En el otro lado, la gente callaba y se sometía. Penalizaciones económicas y vetos civiles o laborales a quienes no participaban de las movilizaciones, declaratorias de traidores al pueblo con la consiguiente publicación de todos sus datos privados en las redes sociales, para que el “pueblo actúe” contra los traidores. De esta forma, se aniquilaba cualquier intento de disenso y se acallaba la libertad de expresión. La doctrina del “fascio” se infiltraba en este escenario oclocrácico: “Unidad y adhesión, así sea por la fuerza”.

Todo ello sin importar que estas acciones atentaban contra las libertades civiles y políticas tanto individuales como colectivas principalmente de los que fueron declarados traidores al movimiento; y sin importar, tampoco, las acciones para derrocar a un gobierno que fueron claramente acciones de sedición contra un gobierno, que pese a los acontecimientos y cuestionamientos, fue elegido democráticamente.

Precisamente bajo esta oclocracia (gobierno, o desgobierno según se mire, de la muchedumbre) se genera el ambiente propicio para que estas agrupaciones cívico políticas, desencadenen todos sus recursos de movilización de la muchedumbre, lo que sumado a la desinformación o en el mejor de los casos información parcial y sesgada de los medios de comunicación, generaron una matriz de opinión que realizó un buen trabajo para terminar de convencer o radicalizar aún más a la muchedumbre. De esta manera se cumplía también aquel principio político doctrinario de regímenes totalitarios como señalaba en su momento Goebbels: “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo en el mismo concepto” Y el concepto central fue: “Quien no está con nosotros (comités cívicos) está contra nosotros. El pueblo somos nosotros y la voz de dios es la voz del pueblo”.

En estas agrupaciones cívico-políticas no existen ideologías ni marcos de discusión política, existe un sincretismo de intereses personales que se amparan y fortalecen bajo el paraguas del civismo, no importa el gremio, profesión, ocupación de los dirigentes y mucho menos su formación ideológica, todo vale en la carrera hacia el poder. Solo basta reconocer la frustración de la gente y la psicología de masas, para que la maquinaria cívico política identifique al enemigo y transforme esta frustración en odio, moldeando a las masas bajo un molde regionalista y ahora también religioso.

Patrioterismo y religiosidad que engranan la maquinaria para controlar a las masas, para transformarlas en un bloque de “unidad granolítica” como se llamó en manifiestos o comunicados a la opinión pública. El tema de religiosidad fue utilizado hábilmente para los fines políticos, particularmente en el derrocamiento del gobierno. La biblia en mano y toda la parafernalia puesta en escena por algunos caudillos cívicos tuvo el impacto mediático y el mensaje mesiánico esperado. Si es una obra de dios entonces se debe obedecer.

El fundamentalismo religioso de los movimientos de protesta y convulsión social, no es reciente, pues la acción francesa de 1908 dirigida por Maurice Pujo, a través de los “camelots du roi” ya estableció en su agenda como entidad socio-espiritual indivisible de la religión, toda acción de las masas como fuerza de choque de los movimientos políticos. Aunque el contexto es diferente la idea central se mantiene: Legitimizar el movimiento de la mano de dios.

El movimiento además se fortaleció por el ciego apoyo de las instituciones que formaron y forman parte de la estructura cívico política. Instituciones que, en algunos casos, incluso tienen una función social en la generación y debate de ideas como las universidades y entidades educativas quienes sucumbieron en algunos casos por intereses económicos y políticos de sus dirigentes, siempre bajo un hábil manejo del discurso regionalista-nacionalista. Si cada institución se debe a su pueblo entonces la institución debe apoyar a su pueblo. Nuevamente el pueblo era el movimiento cívico-político. Muchos dirigentes institucionales utilizaron estos preceptos para intimidar y en algunos casos para forzar bajo sanción o exclusión a su gremio a unirse y cumplir militantemente lo instruido, bajo resoluciones de asambleas dirigidas y demás formas de coacción. La individualidad y la libertad política morían en manos de discursos de los caudillos que se habían apropiado certeramente del sentido de identidad de las masas y de las instituciones en las cuales muchas personas estaban vinculadas directa o indirectamente.

El principio de acción política del corporativismo se imponía bajo el mando indiscutible de los caudillos o representantes del movimiento. La acción era lo importante y no se esperaba otra cosa de la masa. El pensamiento y la crítica no solo estorbaban, sino que se acallaban bajo insultos, intimidaciones y estigmatizaciones particularmente con ser miembro del partido político del gobierno derrocado.  Una furibunda y brutal discriminación que vulneraba el derecho de libre determinación y voluntad política del individuo. Mencionar algo favorable al partido político del gobierno derrocado era pecado. Simpatizar o pertenecer al mismo era delito que se pagaba, incluso, con la muerte civil.

Como era de esperar muchos caudillos habiendo conseguido su objetivo, se posicionaron en el nuevo escenario político, esta vez repartiéndose el poder de lo que les tocó, ya sea directamente o indirectamente: ministerios, viceministerios, cargos jerárquicos y demás, aunque solo sea transitoriamente. Pero como todo actor político, el fin era tener el poder total, migajas no bastan. La ambición en el juego político es tener todo o nada, y nunca nada es suficiente.

La agrupación cívico-política cumplió su objetivo, los caudillos mesiánicos alcanzaron, aunque parcialmente su propósito, la obediencia ciega de las masas tuvo sus resultados, el poder cambió de las manos y se sigue esperando de las masas la obediencia sin cuestionar. Todo lo que haga o deje de hacer el caudillo cívico mesiánico, será justificado por sus más acérrimos seguidores. Pero no todo se mantiene estático todo el tiempo: Se puede engañar a algunos un tiempo, pero no se puede engañar a muchos todo el tiempo. Más temprano que tarde la realidad se impone y pone las cosas en su lugar. Así el espíritu militarista de los movimientos totalitarios crea conexiones y relaciones de camaradería entre sus adeptos y con la misma intensidad, pero en dirección opuesta: Castiga a quienes considera traidores, no serviles o insurrectos y los motivos usualmente se van modificando de acuerdo al cambio de mentalidad, intereses y necesidad de consolidación del poder de los caudillos. Así como en algún momento se alentó la protesta, fácilmente después puede reprimirse incluso a quienes en su momento apoyaron el movimiento.

La censura, en sus diversas formas, es el arma preferida de los regímenes totalitarios para acallar a quienes se imponen o chocan contra la voluntad del poder. De esta manera el discurso que inicialmente surgió bajo visiones de intereses regionales e identidades regionalistas cívicas, van siendo apropiadas y usadas de forma oportunista y con fines enteramente políticos por los caudillos cívicos-políticos; y desde el corporativismo orgánico se va construyendo un movimiento que hábilmente es utilizado para tomar el poder. Pero el problema no radica solamente en la hábil manipulación de los caudillos, sino en la respuesta obediente de las masas que al final siempre terminan siendo las víctimas de un movimiento autoritario y totalitario que ellos mismos ayudaron a construir. El costo de una obediencia ciega es la pérdida de la libertad.

nulfoyala@gmail.com

EL ARTE TRANSFORMADOR Y LA EMANCIPACIÓN DEL SER HUMANO

Foto: NulfoYala(2020)

El arte, por esencia, está llamado a la transformación. El mundo expresado a través de la creatividad y la imaginación del artista es, desde ya, una acción revolucionaria contra los convencionalismos que impone la denominada “realidad” del mundo objetivo.

Toda manifestación artística tiene como uno de sus fines el manifestar la expresión vital del espíritu humano desde múltiples perspectivas. De manera que, en cada una de esas manifestaciones se exprese la trascendencia e intemporalidad de la vivencia humana desde los confines de la imaginación hasta la transformación de la realidad a partir de la visión y los sueños del artista. Y es, precisamente, esta capacidad de transformación de la realidad a través del arte, que se abordará en la presente reflexión.

El arte, por esencia, está llamado a la transformación. El mundo expresado a través de la creatividad y la imaginación del artista es, desde ya, una acción revolucionaria contra los convencionalismos que impone la denominada “realidad” del mundo objetivo, con el que se bombardea al ser humano desde su cuna social, en la familia, hasta su empoderamiento a través de la institucionalidad que lo moldea, lo define y lo forma, para que no pueda dudar ni por un momento que esta “realidad” es inevitable y por tanto es a la que está condenado hasta su muerte.

En el proceso de su creación, el artista se apropia del mundo y lo transforma desde su sensibilidad y pensamiento. Resultando en un nuevo mundo con sus matices y sus propias leyes, mostrando que otros mundos son posibles, que la tragedia de la “realidad” no es inevitable.

El artista revolucionario intenta escapar de estos moldes. Y en el proceso deconstruye, hasta destruir en algunos casos, esta visión impuesta de la cotidianeidad de la realidad. En el proceso de su creación, el artista se apropia del mundo y lo transforma desde su sensibilidad y pensamiento. Resultando en un nuevo mundo con sus matices y sus propias leyes, mostrando que otros mundos son posibles, que la tragedia de la “realidad” no es inevitable. La sola acción de anunciar y denunciar las injusticias y los desmanes que sufre la humanidad, en su arte, es de por sí un acto transformador y por tanto revolucionario; pues asume su rol de formador y transformador de la conciencia social, mostrando una luz y esperanza al final del túnel: Letras, pintura, escultura y todas las artes que trabajan y transforman el espíritu humano.

Pero para que el arte viva, no solo se necesita el compromiso transformador del artista, también se necesita la valentía para encarar esta tarea. Valor para que surja, nazca y florezca la expresión de las más hermosas pero feroces fibras de su ser, que buscan abrirse espacio en la marea de la brutal “realidad” que enajena y esclaviza al ser humano en sus afanes delirantes de riqueza y poder.

Pero para que el arte viva, no solo se necesita el compromiso transformador del artista, también se necesita la valentía para encarar esta tarea. Valor para que surja, nazca y florezca la expresión de las más hermosas pero feroces fibras de su ser.

Y esta tarea no siempre es fácil. El artista como todo ser humano también come y tiene necesidades materiales. Necesidades que el poder de la “realidad” maneja a su voluntad. No es secreto que algunos artistas a lo largo de la historia hicieron arte por pedido y a voluntad del mecenas o el empresario que no siempre tenía el interés en lo artístico, sino más bien en lo fiduciario.

Un arte asimilado, convertido en una triste mercancía, cuyo precio no depende más que de la popularidad mediática construida por la opinión de “expertos”, que la mayoría de las veces son conglomerados comerciales dependientes del mismo mecenas que hace negocio o política con ellas.

La grotesca diversión ha comprado el arte y al artista. Es lo que vende y el rating, ahora, es lo único que importa.

Un arte vacío, donde todo es arte y por tanto nada lo es, tal como lo manifestó el artista plástico español, Jon Illescas. Un arte vendido al mejor postor que no lo compra por su valor artístico, sino por la cotización comercial en la casa de subastas, reducido en casos extremos a un burdo reality, al estilo de series televisivas de cable como “el precio de la historia” donde la historia es lo de menos y lo importante es el morbo con el que se trata de dar contenido al fetiche de la mercancía: no importa si es la bacinica que usó Van Gogh o si sus calzoncillos fueron falsificados, el fetiche se ha transformado en el show. La grotesca diversión ha comprado el arte y al artista. Es lo que vende y el rating, ahora, es lo único que importa.

La humanidad no puede ser humanidad sin el arte. Pero el arte, por principio, debe estar al servicio de la humanidad para ser coherentes con este propósito. Lamentablemente el interés económico no siempre es compatible con la vocación de humanidad. Y tristemente tenemos las memorias de los mártires del arte que pasaron hambre y miserias por seguir su vocación artística hasta morir en situaciones de la más absoluta pobreza y soledad para que años después, su vida y sus obras se conviertan en mercancía de culto o como activo fiduciario para revenderse en cifras exorbitantes de dinero cuando la demanda sea favorable en el mercado. Es el caso del pintor Amadeo Modigliani, su cuadro “Nu Couché” se subastó por 170,4 millones de dólares el 9 de noviembre del 2015 en una casa de subastas de Nueva York. El pintor murió el 24 de marzo de 1920 a la edad de 35 años en la extrema pobreza y su mujer Jeanne Hébuterne se suicidó posteriormente con ocho meses de embarazo, viéndose sola y casi en la indigencia.

La humanidad no puede ser humanidad sin el arte. Pero el arte, por principio, debe estar al servicio de la humanidad para ser coherentes con este propósito. Lamentablemente el interés económico no siempre es compatible con la vocación de humanidad.

El arte es un acto de rebelión que humaniza al ser humano. La belleza, el dolor, la pasión y todos los sentimientos de redención humana volcadas del mundo interior del artista al exterior, en su obra. Una parte de la humanidad es redimida con cada obra de arte alcanzada a la plenitud de su realización. Pero esta rebelión adquiere un sentido liberador cuando se impregna de ideales de lucha y reivindicación de causas sociales, cuando el arte con toda su intensidad transformadora muestra las injusticias y la desgarradora “realidad” a la que están condenados muchos seres humanos del inframundo, que no tienen voz y que son invisibles en la maquinaria publicitaria de los grupos de poder y de sus sistemas políticos y económicos.

El arte es un acto de rebelión que humaniza al ser humano. La belleza, el dolor, la pasión y todos los sentimientos de redención humana volcadas del mundo interior del artista al exterior, en su obra.

La libertad y el compromiso liberador es arte en acción. Cada artista que nace y florece, enaltece el espíritu humano. Desde la calle, el barrio y ahora también desde las redes sociales, los blogs, etc., la expresión del arte debe diseminarse por todos los medios posibles para llegar a todos los rincones del mundo, cual agua vital que fluye libre, horadando las piedras a su paso, así sea necesario.

La libertad y el compromiso liberador es arte en acción. Cada artista que nace y florece, enaltece el espíritu humano. Desde la calle, el barrio y ahora también desde las redes sociales, los blogs, etc., la expresión del arte debe diseminarse por todos los medios posibles para llegar a todos los rincones del mundo

El compromiso con el arte debe ser de todos, no solamente dándole el valor, reconocimiento, retribución justa y el lugar que merecen los artistas por las horas de trabajo dedicadas al arte, que visto así, resulta ser esencial para la humanidad tanto o más importante como las demás profesiones; sino también, el compromiso con la formación del espíritu creador de las generaciones presentes y futuras, un espíritu emancipador y por tanto impregnado de la rebeldía generadora de “realidades”, creadas a través del arte, a través de las cuales la existencia humana pueda justificar su humanidad y la búsqueda emancipadora del ser humano en el tiempo.

nulfoyala@gmail.com

TE ESPERO (à la mort)

Ilustración: Nulfo Yala (2020)

Hoy te espero más que nunca,

son de esos cielos invisibles,

y de días que zozobran,

el dolor se arremolina y devasta

y el vacío se impregna

inevitable como la ausencia de tu presencia.

 

El laberinto resultó ser una trampa.

Y yo, dentro,

el ingenuo que quiso perderse,

que quiso jugar con la arcilla del tiempo

tallando aire,

para crear algún amor,

para creer en algún amor

a quien rezar letanías,

aún, a sabiendas que,

la ausencia de amor,

es vano clamor y ruego.

 

Las ilusiones ya no llegan,

se extraviaron sin retorno,

Y los sueños, cual burbujas,

que estallan insustanciales y llanas,

son reducidas irremediablemente al efímero momento.

 

Hoy te extraño más que nunca,

el dulce silencio,

abrazo eterno,

insondable refugio,

en el inconmensurable olvido,

del nunca jamás inmortal,

del nunca más del siempre imperecedero.

 

Lo llenado está vacío,

los desvaríos se han perdido,

en el sinsentido amargo e incomprendido.

 

Ya el llanto nunca es suficiente,

ni el recuerdo de la alegría alcanza,

Ya no estás,

y te echo de menos,

Cuando en algún momento,

aunque,

sé que no existe el tiempo,

era parte de tu paz,

y de tu abrazo impasible y sereno

 

Hoy,

te escribo para decirte que,

estoy aquí,

Y…te espero.

nulfoyala@gmail.com

LOS NACIONALISMOS EN TIEMPOS DE PANDEMIA: LA RECONFIGURACIÓN DEL IMPERIO DE LA IDENTIDAD NACIONAL EN ÉPOCAS VIRALES DEL COVID19

Ilustración: Nulfo Yala (2020)

El efecto de la pandemia reconfigura el mundo a medida que se queda y avanza. Ni el mundo ni nosotros que formamos parte de él seremos los mismos después.

La lucha por la libertad será un “porqué” que seguirá vigente hasta el último día que el ser humano siga en esta tierra y que inventará nuevos “cómos” para que la reivindicación de la libertad como derecho y obligación sea el propósito fundamental de la humanidad.

Para nadie es extraño que hoy se hable de un mundo que entra peligrosamente en un periodo de recesión económica, tal como lo vaticinan distintos académicos en el mundo como el profesor Jeffrey Frankel de la Universidad de Harvard, quien además hace énfasis en lo “dramático” de la situación.

La pandemia del COVID 19, ha puesto el mundo de cabeza una vez más. Pero esta vez en una crisis sin precedente en un mundo interconectado e interdependiente a través de las redes sociales, cuyo efecto informativo y desinformativo se intensifica de manera caótica e impredecible en las decisiones de los ciudadanos de la comunidad global de la que forman parte, hasta ahora.

El efecto de la pandemia reconfigura el mundo a medida que se queda y avanza. Ni el mundo ni nosotros que formamos parte de él seremos los mismos después.

Esta reconfiguración, como tendencia mundial, hasta donde se observa, acentúa el viraje planteado por Trump, hacia el resurgimiento de los nacionalismos y no solo como modelo directriz de la economía, sino también tomando el concepto de nacionalismo propuesto por Greenfeld referido a la construcción de los individuos a partir de la identidad nacional de sus países. El discurso de “América Primero” y el “Made in América” resuena ahora con mayor intensidad.

Y detrás de lo económico por supuesto llegan inevitablemente los discursos de la construcción de la “identidad nacional” que deriva en un patrioterismo peligroso, letal y muchas las veces incluso religioso, hasta llegar a consignas recalcitrantemente ultranacionalistas y militaristas al estilo de “primero la patria, luego la patria y siempre la patria” o “dios, patria y hogar” que se escucharon en acontecimientos recientes, previo al derrocamiento del gobierno, en el caso de Bolivia.

El efecto de la visión nacionalista de Trump, rápidamente se contagió en el mundo, en algunos países más que en otros. Debilitando poco a poco la estructura de un mundo globalizado e interdependiente. Algunas potencias que apostaron su desarrollo en este modelo globalizado, por supuesto tomaron una posición de defensa y asumieron el liderazgo frente a esta visión desglobalizadora, como es el caso de China.

El ideal de un mundo sin fronteras, sin banderas, sin muros, se vino abajo. Aunque, en realidad, este ideal nunca llegó a concretizarse ni siquiera en los momentos del mayor apogeo global. Se vislumbraba una débil esperanza de un mundo donde se valore y respete al ser humano como tal, independientemente de su nacionalidad o país de procedencia. Pero al final fue un sueño corto y efímero.

El efecto de la visión nacionalista de Trump, rápidamente se contagió en el mundo, en algunos países más que en otros. Debilitando poco a poco la estructura de un mundo globalizado e interdependiente.

Frente a este panorama fue China quien asumió el liderazgo en pro de un mundo globalizado, pero sin perder su profundo y arraigado nacionalismo, esta vez desde el partido comunista, que se constituyó en un modelo sui-géneris, globalizando un sistema de producción que a pasos agigantados hegemonizó y aún hegemoniza la economía del mundo desde su visión más consumista y capitalista.

En cualquier caso, esta pandemia está consolidando el poder del ejercicio del estado-nación, construido sobre una ideología nacionalista de una identidad basada en lo “nuestro” versus el “otro” o el “extraño”. En estos momentos el otro es el enfermo o el que está sospechosamente en riesgo de estarlo. Sorprendentemente se observa como algunos países niegan el ingreso a sus mismos ciudadanos, negándoles el derecho a su ciudadanía, por el miedo al contagio.  Un miedo político del que detenta el poder. Si el problema se les escapa de las manos tendrá costos políticos y eso a muchos de los gobernantes les causa realmente pánico, más que la enfermedad en sí misma. Y por lo mismo cambiarán de idea inmediatamente exista la presión política. Para el poder de turno el prestigio, la popularidad y el “rating” lo es todo y más aún en épocas de elecciones.

Esta pandemia está consolidando el poder del ejercicio del estado-nación, construido sobre una ideología nacionalista de una identidad basada en lo “nuestro” versus el “otro” o el “extraño”.

Las acciones que se generan para controlar la pandemia, tienen también una fuerte retórica de control político y ejercicio del poder. Más allá de la necesidad de algunas acciones, como por ejemplo, el tomar los recaudos para evitar el contagio, se enmascara un sofisticado mecanismo de control y ejercicio de autoridad sobre los gobernados. Se evidencia en el uso de la fuerza por parte de los cuerpos policiales y militares, justificando el ejercicio de su poder sobre los otros, en nombre del bien común. Golpeando, flagelando, privando de la libertad, sometiendo al gobernado a multas, arrestos, procesos y demás acciones de sometimiento. La mecánica del poder planteada por Foucault, resurge una vez más con fuerza descomunal en estos momentos, para que el poder se reafirme y desarticule cualquier intento del “cuerpo” (considerado por Foucault como espacio biopsicosocial donde se ejerce el poder) que cuestione la autoridad; pues en estos momentos toda acción es vista como necesaria e incluso aplaudida por algunos sometidos. La reivindicación social de las fuerzas del poder que luchan al lado de médicos, “contra el mal por el bien de todos”; reivindicación que quedará en la memoria luego que pase la tormenta. Si bien se quedará el recuerdo,  el aparato de coerción sobre el “cuerpo” continuará, esta vez de acuerdo a las nuevas exigencias del poder de acuerdo a las políticas que se diseñen para cuidar y proteger a los gobernados de cualquier pensamiento y acción considerada subversiva, especialmente si se pide libertad y democracia.

Las acciones que se generan para controlar la pandemia, tienen también una fuerte retórica de control político y ejercicio del poder. Más allá de la necesidad de algunas acciones, como por ejemplo, el tomar los recaudos para evitar el contagio, se enmascara un sofisticado mecanismo de control y ejercicio de autoridad sobre los gobernados.

El ejercicio del poder, en situaciones de pandemia, exige un control disciplinario total. Autoridades políticas y gestores del poder, a través de sus dependencias, se encargan permanentemente de dirigir las acciones para disciplinar a los “elementos subversivos” que intentan salirse del control. “Meteré a la cárcel a todo el que no cumpla”, “quien cuestione la autoridad será capturado y encarcelado” son algunas amenazas que vierten algunas autoridades o gestores del poder de turno. No solo su incapacidad para manejar situaciones de crisis como ésta sale a relucir, sino también la personalidad autoritaria que disfruta del poder: doblegando, humillando y dominando por mandato del poder. Y todo hábilmente justificado bajo la construcción de un discurso sofisticado, cargado de nacionalismo, de patria, de bien común. Un discurso protector pero que castiga, de un llamado al bien común, pero cargado de política y de represión policial y militar.

El ejercicio del poder, en situaciones de pandemia, exige un control disciplinario total.

Esta maquinaria del poder, ha traspasado el espacio físico y el tiempo sobre el que tradicionalmente se sometía al individuo, que Foucault denominó la “microfísica del poder”. Ahora el terreno de dominación ha pasado al terreno virtual y especialmente en las redes sociales. El ciberautoritarismo al que hace referencia el filósofo Paul Preciado se ha concretizado en acciones de persecución y criminalización de la libertad de expresión en las redes sociales. El caso boliviano es uno de los más representativos. A partir del anuncio de “ciberpratullajes” y persecuciones judiciales a los que usen las redes sociales en contra lo dispuesto por la “autoridad” han seguido acciones que han culminado con arrestos e inicios de sumarios y acusaciones. El control represivo y criminalizado de las redes sociales llega no solamente para someter al individuo desde su espacio biopsicosocial, esta vez también lo somete en el espacio virtual de la red. El cibernauta, de pronto, se ha transformado en cibervigilado y ciberperseguido; y todo lo que diga o no diga podrá usarse en su contra en el mundo “real” en cuanto amenace la autoridad o el discurso político impuesto por el poder.

El cibernauta, de pronto, se ha transformado en cibervigilado y ciberperseguido

La telenación o telerepública toma su forma y se configura de manera rápida e impredecible, pero inevitable para el uso del poder y el ejercicio disciplinario para castigar ser humano. Quien se atreva directa o indirecta a atentar contra el orden establecido o el discurso del poder dominante, está sujeto a una persecución online en tiempo real. Ya ni siquiera se necesitan los chips sofisticados debajo de la piel para rastreo, como lo escenificaban algunas películas de ciencia ficción. Los celulares y sus aplicaciones han ocupado ese lugar y de una manera mucho más radical y universalizada. Ahora, todo el que tiene un celular debería saber que puede ser rastreado satelitalmente a lo largo y ancho del planeta, sin posibilidad de escapatoria. El registro del último acceso, el contacto del amigo de tu amigo, el reconocimiento facial en una calle, el último mensaje o incluso hasta una foto satelital de una calle puede delatar la presencia y activar inmediatamente los protocolos de persecución.

La telenación o telerepública toma su forma y se configura de manera rápida e impredecible, pero inevitable para el uso del poder y el ejercicio disciplinario para castigar ser humano.

Con la pandemia la definición de identidad y sentido de pertenencia se ha modificado. El concepto de nacionalidad y territorialidad, entendida como la identificación del “ser” social en territorio y tiempo y cultura, utilizado como medio de cohesión y base del nacionalismo, se ha ido reduciendo, de manera que la inmunidad – comunidad, como lo planteaba el filósofo Roberto Espósito, se circunscribe en un espacio tan reducido como el que cabe en la unidad habitacional de los aislados en cuarentena. El otro, el peligroso y potencial contagio del virus, debe estar distante y lejano como si no existiera, su presencia solo podrá ser percibida a través de los dispositivos tecnológicos, una presencia fantasmagórica, como diría Derrida, impregnada de la realidad de lo que alguna vez tocamos, abrazamos o besamos, pero que ahora ya pertenecen al dominio de lo externo. Este miedo a la muerte no es otra cosa que la manifestación de la pérdida del control de las cosas que nos poseen pero creemos poseer y es a través de esas cosas que los dispositivos de control se activan intensificando el miedo. Si no quieres perderlo todo sométete y obedece, responde el poder disciplinario y dominador.

Si no quieres perderlo todo sométete y obedece, responde el poder disciplinario y dominador.

Esta traumática pero aleccionadora experiencia de confinamiento viene estableciendo además los límites de lo humano respecto del otro, del diferente, del que está ahí, pero que es sospechosamente culpable de un posible contagio. El otro ya no es solamente el extranjero es el propio vecino o conciudadano que está fuera del territorio y que no merece volver porque está infectado. Y también aquel que está en el territorio, pero que debe ser confinado, privado de su libertad porque está marcado por la enfermedad. Ya no es la lejanía ni la cercanía territorial y mucho menos la nacionalidad la que excluye y clasifica, ahora es el miedo que impregna todo a su alrededor. Un miedo que es utilizado por los gestores del poder para terminar de imponer su voluntad y su retórica política. Así el otro se vaya muriendo de hambre por el aislamiento, será perseguido y confinado, castigado y disciplinado; no importan las circunstancias ni la situación, el régimen de poder no perdona la peor subversión de todas: el grito de rebeldía de la pobreza que se revela por el hambre.

Pero el virus no tiene fronteras, no sabe de nacionalidades ni de nacionalismos. El mundo una vez más ha quedado en zozobra intentando justificar lo injustificable, como si dependiera de la nacionalidad y los nacionalismos la intensidad del ataque de la enfermedad. Cuando en realidad depende más que nunca de una colaboración mundial, de gestión de salud pública internacional, equipamiento y recursos económicos suficientes y distribuidos coordinadamente en todos los países del mundo, de estrategias de salud preventivas, de reorganización institucional mundial para atención y tantas otras acciones que son necesarias e imprescindibles. Esta pandemia al igual que otras que pusieron al mundo de rodillas, demuestra nuevamente que las banderas, los nacionalismos y por tanto las identidades nacionalistas, regionalistas y localistas (en su versión extrema) no sirven de nada cuando se trata de luchar juntos como humanidad que vive en el mismo planeta. Que en estos momentos la coerción del poder disciplinador y normalizador que solo busca el control y la docilidad del ser humano, no sirve de mucho. Ni el castigo ejemplarizador es una estrategia de lucha contra la pandemia, ni el terrorismo de estado es la solución para una enfermedad común que afecta a todos los “estantes y habitantes” (como les gusta llamar a algunos administradores del poder) humanos del planeta tierra.

El régimen de poder no perdona la peor subversión de todas: el grito de rebeldía de la pobreza que se revela por el hambre.

Y esto incluye a aquellos países imperiales que utilizan su poder para someter a otros a su voluntad. El garrote o la zanahoria, que se ha transformado en el chantaje descarado, aún más inmoral en estos tiempos de pandemia, del “si te sometes a nuestra voluntad dejaremos de estrangularte” que es una manera de decir “doblégate o muere”. Todo en nombre de supuestos ideales democráticos y humanitarios que el poder imperial ha construido y ha diseñado para imponer su voluntad en el mundo a través de los organismos internacionales que han sido creados para sus intereses o que se han sometido en el camino para legitimizar la voluntad del poder hegemónico imperial. Acompañado siempre de un poderoso sistema comunicacional a nivel planetario cuya matriz mediática es financiada y controlada por sus aparatos de difusión y creación de opinión pública mundial. Al final sigue resonando el discurso de “quien no está con nosotros, está en contra nuestra” o “la existencia del régimen enemigo amenaza nuestros intereses” que tristemente precede al uso de la fuerza bruta de las intervenciones militares. Luego de la destrucción, en medio de parafernalias anuncian posteriormente el cumplimiento de su misión “trayendo democracia y libertad a los oprimidos”. Dejando sembrado el caos, la destrucción, la muerte, el dolor y sufrimiento del “pueblo liberado” que persiste indefinidamente. Ahora el mensaje del poder dominante imperial es claro y contundente para sus enemigos: “Si quieres sobrevivir a la pandemia sométete a nuestra voluntad y te liberaremos del virus”, por supuesto el virus no es el COVID19.

Ahora el mensaje del poder dominante imperial es claro y contundente para sus enemigos: “Si quieres sobrevivir a la pandemia sométete a nuestra voluntad y te liberaremos del virus”, por supuesto el virus no es el COVID19.

Una vez más se hace necesario el reconocimiento de que el mundo es interdependiente. Y lo que afecta a unos terminará afectado a todos en algún momento. Que las luchas de hegemonía de las potencias para imponer su voluntad y someter a otros, al final es un camino perverso de un poder destructivo que terminará corrompiendo y destruyendo tarde o temprano también a los que lo ejercen y por efecto directo a sus partidarios. Que la maquinaria de sometimiento disciplinario y de normalización, alineado directa o indirectamente en el juego perverso del poder, tarde o temprano se aniquilará en una lucha con los poderes emergentes de turno que a su vez serán reemplazados por otros que converjan en intereses creados para someter nuevamente a sus gobernados y excluir y destruir a todo aquello que se le oponga. La historia del poder lo demuestra. Ciclo a ciclo, destrucción tras destrucción, aniquilación por aniquilación, el poder de turno se fortalece, se legitimiza y luego perece en manos de otro más fuerte y perverso. Al final solo cambia de manos pero nunca de fines.

El poder de turno se fortalece, se legitimiza y luego perece en manos de otro más fuerte y perverso. Al final solo cambia de manos pero nunca de fines.

De esta forma la lucha inclaudicable por la libertad sigue siendo la premisa fundamental de la emancipación del ser humano para lograr una convivencia justa y equitativa, la realización vital del “ethos” Foucaultiano. Una lucha utópica y que tal vez nunca pueda realizarse plenamente, pues los países y las nacionalidades y la perversión de los nacionalismos generados a partir de estas doctrinas excluyentes y destructivas, no dejarán de existir en mucho tiempo. Pero la lucha continuará en la misma medida, cada generación, cada experiencia pasada, cada presente normalizado y de crisis como ésta, cada momento histórico futuro, siempre tendrá al menos un ser humano que lucha por la libertad plena, que recoja la antorcha y la lleve hasta la siguiente posta, no importa el país en el que se nazca y se desarrolle, no importa la causa de lucha liberadora en su espacio-tiempo-histórico desde su nacionalidad.

La lucha por la libertad será un “porqué” que seguirá vigente hasta el último día que el ser humano siga en esta tierra y que inventará nuevos “cómos” para que la reivindicación de la libertad como derecho y obligación sea el propósito fundamental de la humanidad.

nulfoyala@gmail.com