EL CERRO RICO DE POTOSI, RICO EN OPRESIONES

M.Almanza (2022)

Por Milenka Almanza (mileoxka@gmail.com)

Las luchas por el cerro Rico de Potosí, siguen siendo coloniales, busca el progreso, el desarrollo del neocolonialismo, el individualismo y la sobre-explotación de la naturaleza heredada; y perpetúan las opresiones sistémicas y las destinan a repetirse.

Monumento  natural, monumento histórico, coloso de Plata; son algunas de las denominaciones de magnificencia y pleitesía que evocan los pobladores de la Villa Imperial de Carlos V, en una muestra de apología al coloniaje y la invisibilizacion de la implicancia de este monumento en el pasado, el presente y el futuro de sus habitantes.

Todo gira alrededor de la minería, esta ha transcurrido en el tiempo y se ha apoderado sutil y poderosamente del imaginario  cultural de sus habitantes (Almanza. 2020) Hoy por hoy su población, después de siglos de explotación buscan “salvar el monumento”, monumento que silencia, calla y  amordaza muchas opresiones invisibles, inmutadas, naturalizadas por propios y ajenos.

Pero para poder entender mejor la implicancia de esta problemática, es necesario, saber el abordaje de las opresiones; que no son desigualdades meramente, son desigualdades estructurales, que se visibilizan desde luchas emancipadoras como la lucha feminista (Young, 2000).

Estas opresiones de acuerdo a Young (2000), son primordialmente: la explotación, la marginación, el imperialismo cultural, carencia de poder y la violencia

En esa dimensión el Cerro Rico, por sí mismo, no es el opresor, sino la dinámica de su poderío encarnado en las ambiciones de algunos humanos e intereses de poder sectarios. La colonialidad ha instaurado un visón lineal del tiempo, haciendo un solo futuro posible, un futuro que fuerza a la evolución y el progreso (Guzman, 2019).

Ese tan anhelado “progreso” no va a permitir analizar la primera de las opresiones: la explotación, pues esta montaña metalífera es el ejemplo innato de la explotación capitalista de los pueblos y la naturaleza. En el entendido que, explotación como forma de opresión, como la explica Ayala (2002), debe ser constantemente redefinida, pues asignarla sola a ella como categoría de opresión, puede invisibilizar las otras categorías que han influido históricamente en la explotación capitalista. El capitalismo juega un rol fundamental y central, que pregona una libertad falsa, donde aparentemente no existe dominación. Sin embargo, existe las brechas sociales y de clase, aun bien marcadas, esto se entiende a partir de que el valor del trabajo del trabajador minero  no es proporcional al sueldo que percibe, es decir la fuerza de trabajo, produce el nuevo valor.

Ese afán de la población potosina de alcanzar el tan anhelado “desarrollo”, en esa carrera impuesta por los países “desarrollos” y con tintes igualitarios, como el único y mejor rumbo de las sociedades, fuese el desarrollo.  Pero la cuestión es ¿qué tipo de desarrollo?, pues si analizamos la implicancia de las opresiones a nivel social, se traducen en múltiples limitaciones que los impiden desarrollarse. Entonces, en los discursos de entidades como el “Comité Cívico Potosinista”, se observa la recurrente bandera del desarrollo, para conseguir sus objetivos y luchas, sin siquiera considerar la implicancia tan multidimensional de “desarrollo” que, por las características de las peticiones de los cívicos, aparenta ser un desarrollo meramente económico, sin analizar otras dimensiones e implicancias de éste. Tampoco se analiza que al pedir un desarrollo meramente económico están entrando al círculo vicioso de la insostenibilidad ambiental, y que el desarrollo o crecimiento económico de las generaciones pasadas y el extractivismo de la colonia, ha derivado en el deterioro de la estructura cónica del Cerro de Potosí, que es actualmente motivo de luchas para su conservación, en un afán de conservar, pero pidiendo desarrollo económico a costa de otros monumentos históricos y naturales, como el salar de Uyuni, para la extracción del litio – no vaya a ser que de aquí a algunos años los cívicos y otras organizaciones similares, pidan la conservación del salar de Uyuni, cuando son ellos los que actualmente propugnan su explotación”. Sin analizar las opresiones sistémicas en general; sin ver a quienes afecta y cómo este brutal extractisvismo tiene su implicancia en la madre tierra y, por ende, en el fututo de la especie, en un afán de reproducir sistemáticamente la explotación de los trabajadores y la naturaleza; convirtiéndonos, trágicamente, en una sociedad explotadora de la naturaleza.

Otra dimensión de la explotación también tiene que ver con los gobiernos del neoliberalismo, que ha arrasado con las luchas de los obreros, y mujeres que en otrora lucharon contra las dictaduras militares. Ha desplegado todo su repertorio de individualismo en sus herederos. Parece haberse instaurado una forma de control en sus habitantes, pues sus luchas de clase aparentemente han cesado; pero las relaciones de poder persisten. Atraviesan la estructura rocosa y social de todo lo que implica el Cerro Rico de Potosí.

Los trabajadores y trabajadoras mineras no pueden sobrevivir sin alquilarse, ya que carecen de los medios de producción, es una trampa malévola, pues, en teoría son cooperativistas y todos debieran gozar de los excedentes, la realidad no es así. Existen nuevos capitalistas, que explotan a los trabajadores que contratan, y con ellos surgen nuevos millonarios sin conciencia de clase.

Otra cara funesta de la explotación minera son las muertes de los mineros, que al parecer al sistema no le interesa, ellos mueren a diario, de las peores formas, aplastados por toneladas de rocas desprendidas en interior mina, asfixiados por gases tóxicos, en un escenario más funesto de la explotación que le cega la vida y luego los desecha. No importa quien murió, la minería del Cerro rico de Potosí, introducirá en sus entrañas otro desafortunado cual destino está pactado en el extractivismo. De lo que no se habla es de quienes quedan detrás de esa muerte: la madre, los hijos. El sistema tapa esta terrible situación, en un sistema productivo minero, donde existe centralidad, pues todo se reduce a lo que produce materialmente la especie (Mark 2001, citado por Navarro, 2016), en un tratamiento de la muerte desigual, de reproducción de inequidades sociales y de clase en la minería en Potosí.

Pero existe una explotación mayor, y más marcada, que no menciona el Marxismo: la explotación de las mujeres, la esposa del trabajador, las amas de casa, “las sin oficio” y mucho menos la explotación de la naturaleza. Esta explotación, en el contexto del cerro Rico de Potosí, dentro de la actividad minera, son las mujeres  las que cuidan y no son cuidadas; las que endosan la reproducción. Es decir, son fuerzas de trabajo invisibilizadas  y no tradicionales: trabajo no remunerado, se traducen en explotaciones más profundas y violentas.

Para comprender mejor esta dimensión es importante detenernos en la denominada transferencia de poder del empresario capitalista, que goza de la transferencia de poder de los trabajadores a los dueños del capital; y no solo eso, sino que los trabajadores cada vez que transfieren el poder disminuyen el suyo, ya que el poder del capitalista, socaba la autoestima y el control del “empleado”. Algo similar sucede con la esposa del minero en el cerro, ellas transfieren su escaso poder, o en el peor de los casos les quedan debiendo poder a sus esposos; por tanto, esto resuena en dependencia económica, emocional y subordinación. Y se quedan en el ámbito privado, privadas de voz.

Las mujeres que viven en torno a la minería del cerro, no han formado sindicatos, no han visibilizados sus voces, sus sentires y pensares. Están en el último eslabón de la explotación capitalista. Cada mañana lo primero que ven es el Cerro Rico de Potosí y también antes de dormir. Ellas transcurren su vida en el anonimato, ellas sostienen la vida, vida que no cuenta, cuando las golpean los maridos, cuando las matan.

Con ese análisis de la explotación como opresión, surge otro tipo de opresión más, que es la marginación, que es una forma gravísima de opresión. Una más de tantas, dentro de las formas de marginación en torno al Cerro Rico de Potosí y la actividad extractivista minera. La marginación es el desecho de las personas que no le sirven al sistema capitalista (Youg, 2000); pero yo le añadiría que se convierten en el desecho, víctima del desprecio y la naturaleza despojada que ya no sirve al capitalismo y el patriarcado.

La marginación en el Cerro de Potosí, cae, sobre todo, en las mujeres porque la libertad civil es un asunto masculino, y va más allá, pues establece un derecho político de las hombres sobre las mujeres (Pateman, 1995). Esta marginación hace que las mujeres de los trabajadores mineros y las palliris (mujeres que trabajan en los desechos y recuperan minerales a la intemperie) sean aisladas y excluidas de la toma de decisiones en torno a la minería -en general a los asuntos públicos – lo que se traduce en la ausencia de poder. Se argumenta que el poder patriarcal y el poder político son prácticamente idénticos, lo cual explica las relaciones de poder en lo político de los cooperativistas mineros y la escasa o nula participación de las mujeres mineras en  la toma de decisiones en un pensamiento patriarcal tradicional, donde el padre es el jefe de familia, que asimila las relaciones de poder en las familias tradicionales a la autoridad del padre.

Esta marginación, hacen que se vuelvan invisibles los rasgos de grupos reducidos como: no binario y disidencias sexuales, generando en un escenario de heterosexualidad normativa traducida en el imperialismo cultural, que no acepta divergencias

Pero también es importante mencionar que existen  mujeres que trabajan en el Cerro Rico de Potosí en áreas marginales, como: los desmontes, pallacos, relaves; que tienen una característica de ser zonas de desechos, de descarte, sin ningún tipo de seguridad laboral; trabajo que no figura en el Producto Interno Bruto de la nación, para figurar crecimiento económico. Donde se destina al trabajo de las mujeres a lo prescindible, a lo reemplazable.

En última instancia, una de las opresiones más sugestivas, es la violencia; que tiene una connotación social, que las normaliza y las hace socialmente aceptables (Young, 2000). Por tanto, no es solo una cuestión individual, y hacerlas tolerable la hace legítima. Y los que sufren las violencias, son los grupos más desventajados, como los niños, niñas y mujeres; que son sistemáticas, ya que, por el simple hecho de pertenecer a los grupos mencionados, están predispuestos a sufrir violencia, que los privan de ejercer su libertad y los despojan de sus energías, lo cual tiene mucho que ver con la opresión de la ausencia de poder.

Las formas de violencia que se suscitan en torno al Cerro rico de Potosí, son: violencias sexuales, psicológicas, económicas, todas son estructurales. Ninguna figura en textos académicos, a lo sumo en los medios sensacionalistas, que fomentan el morbo y la revictimización de las víctimas; pues los intereses de sus pobladores son otros, preocupados más del hundimiento del cerro; que, por ejemplo, una niña violada en cerro mientras iba a alimentar a sus animalitos. Vidas acabadas, vidas paupérrimas, que son un número más en las estadísticas; y, lamentablemente lo que no se ve, no se cuenta y no cuenta.

Otras de las violencias, que se entrelaza con la opresión traducida en explotación, es la dinámica del trabajo sexual en Potosi, cuyos “consumidores”, son en su mayoría trabajadores y empresarios mineros que explotan el Cerro de Potosí. La prostitución hace que los varones tengan acceso al cuerpo de las mujeres, no confinadas al ámbito privado, donde los cuerpos de las mujeres alimentan a la industria capitalista (Pateman, 1995). Desde el pensamiento patriarcal- han sido concebidas como objetos, apropiables, consumibles y descartables. (Moncada, 2016). Donde los más ricos mineros, compran y consumen cuerpos blancos, migrantes, foráneos, lo cual lleva las dinámicas de la explotación a otras latitudes como Santa Cruz de la Sierra.

Para concluir una de las categorías de violencia, es la violencia ambiental, que se constituye una agenda pendiente en las opresiones sistémicas. La población en el cerro de Potosí y en zonas aledañas, convive con la contaminación de siglos, con el extractivismo del agua, y el sufrimiento colectivo de otras formas de vida, que también importan, en un escenario donde lo que no se nombra no existe.

Entonces las luchas por el cerro Rico de Potosí, siguen siendo coloniales, busca el progreso, el desarrollo del neocolonialismo, el individualismo y la sobre-explotación de la naturaleza heredada; y perpetúan las opresiones sistémicas y las destinan a repetirse.

REFERENCIAS:

Almanza M, 2020. Campamentos mineros: El resabio colonial de degradación de la mujer y su medio ambiente. Un enfoque desde el ecofeminismo. Revista de Malas estudiantes. México.

Ayala U., 2002. Crítica a la explotación Capitalista.

Guzmán A, 2019. Descolonizar la memoria, descolonizar los feminismos.

Mark 2001, citado por Navarro, 2016. Hacía una teoría crítica de la muerte. Líneas para su construcción. Revista de Tehomai. Córdoba Argentina.

Moncada A, 2016. Oro, sexo y poder: violencia contra las mujeres indígenas en los contextos mineros de la frontera amazónica colombo-venezolana. Textos e Debates.

Pateman Cg, 1995. El contrato Sexual. Universidad Autónoma Metropolitana. Iztapalapa, México.

Young I, 2002. La Justicia y la Política de la Diferencia. Universidad de Valencia. Valencia España.

 

IGUALDAD Y LA DIFERENCIA UNA CONFRONTACIÓN POLÍTICA Y TEÓRICA

Milenka Almanza (2020)

 

Por Milenka Almanza:

Con el giro posmoderno que transita de la igualdad al reconocimiento de la diferencia, en qué consiste el Feminismo de la Diferencia, como lee este feminismo la emancipación de las mujeres. Cuál es el debate que entabla con el feminismo de la igualdad.

Dos teorías aparentemente dicotómicas, en disputa; pero que transitan y encarnan los feminismos y su evolución contante, ambos transgresores, sujetos de un debate intrafeminista.

En ese marco, este artículo analiza las divergencias, contradicciones conceptuales, que hacen el debate entre el feminismo de la Diferencia y el feminismo de la igualdad, y el proceso emancipatorio de ambos.

Entonces, el feminismo de la diferencia es una construcción contrastante de miradas, enfoques transgresores y el alter de los feminismos de la igualdad. Se constituye en una elaboración teórica en constante discusión en las teorías feminista, también denominado como feminismo cultural. Analiza los procesos de emancipación desde su contribución a la transformación de los procesos de poder en general o reafirman el poder de lo masculino; por tanto, no acepta la masculinidad como modelo a seguir.

En cambio, el Feminismo de la Igualdad, visualiza su emancipación, de la liberación de un sujeto femenino; pero una de sus mayores críticas estructurales es que lo masculino es la estructura de esa igualdad. Además, desde el punto de vista de la posmodernidad, existe una crítica a las miradas de los feminismos modernos que afianzaban la esencialidad, al ser humano occidental y las mujeres blancas monoteístas. Adicionalmente, el feminismo de la igualdad, tiene como meta la libertad, pero no se ha cuestionado que es libertad y quien lo propugna , desde donde se mira, de  donde se entiende; y ese es a mi juicio una de los mayores errores conceptuales.

En contraposición el Feminismo de la Diferencia, hace una crítica profunda a la concepción de las sociedades occidentales, sus necesidades, organización, de las cuales surgen las necesidades de buscar igualdad, como si la única e universal forma de organización, opresión seria desde la mirada de las sociedades y el pensamiento occidental, y que pretende construir un única historia (Piedra, 2004)

En ese contexto, una de las principales aportaciones del feminismo de la Diferencia, es la lectura de la emancipación, interpelando y cuestionando la categoría “mujer”, y que los esfuerzos feministas deben orientarse a la deconstrucción.

El debate que aborda con el feminismo de la Igualdad, de hecho ambos son contrarios entre sí, en ese marco el debate es amplio, pues el feminismo de la igualdad reconoce a lo femenino como segundo, y que debe buscar a través de diferentes medios llegar a compartir el primer lugar con el sujeto masculino, en oposición al Feminismo de la Diferencia plantea una oposición radical a la despatriarcalizador.

Por otro lado de acuerdo a Irigaray (1997), el Feminismo de la Igualdad, plantea sus vindicaciones, bajo los discursos de la modernidad, en cambio el feminismo de la diferencia desde Irigaray propone restaurar y resinificar el ser y el habitar de lo que se considerara como mujer. Además el debate se centra en que el feminismo de la igualdad no presta atención en el diversidad cultural de las mujeres (Piedra, 2012); además de las diversidad racial y de género. En cambio el Feminismo de la Diferencia, ataca los discursos totalizadores, y es una propuesta de pluralismo; de manera que el feminismo se pueda asimilar fácilmente a otros varios movimientos de autodeterminación y liberación (Owens; 1986), lo cual lo hace más versátil y dinámico. En consecuencia propone que pensar a las mujeres o a la femenino desde la diferencia es importante, pero no desde el binarismo, hombre mujer; sino de las múltiples otras opciones a considerar.

Adicionalmente, una de las consecuencias, quizá no previstas por las feministas de la igualdad, es que  producto del abordaje teórico y conceptual de este feminismo hoy en día, se ha derivado la doble o triple jornada de las mujeres. Esto fundado en lo masculino que se ha considerado como el modelo a seguir, y que profundiza la visión de lo femenino como objeto sexuado.

Pero a su vez, esta pregunta interpela la igualdad se asume que la mujer está relacionado con el sexo biológico o su cuerpo sexuado, por tanto este sujeto debe ser liberado de u opresión, en cambio desde la diferencia, el sujeto es una incógnita sujeta a construcción constante.

No obstante,  si se analizan las aportaciones y dimensión del feminismo de la igualdad en primera instancia, se consagra con el movimiento sufragistas y, hoy por hoy, los perfiles valorativos de la democracia. En contraposición, la aplicabilidad del feminismo de la igualdad, devela una cosmovisión eurocéntrica, cuya aplicabilidad en el contexto boliviano y latinoamericano, es cuestionado en suma, por las características de las sociedades y sus orígenes.

Desde el feminismo de la diferencia, se aborda e incluye  una posición denomina: ética del cuidado, lo cual defiende que la diferencia moral de las mujeres, tiene que ver con cómo de las cría (Serret, 2016), esto complejiza el entendimiento más una de la diferencia, pues tiene un amplio contenido cultural, por lo que también se lo denomina Feminismo Cultural.

Lo complicado de esta mirada un tanto radical, es la invisibilización o anulación del sujeto del feminismo. Replantea  y repiensa, el concepto mismo de mujer, lo cual es revolucionario, pero no esa anulación desde lo teórico anula el sujeto político del feminismo.

También si se analiza el Feminismo de la Diferencia y de la Igualdad a un nivel de individuos, el feminismo de la diferencia, tiene una ardua tarea en su diversidad, lo cual lo complejiza más; en cambio el de la igualdad, tiene un enfoque más macro, de sociedades, pero sociedades occidentales.

Pero a través, de ambos dicotomías subjetivas, tanto de la fragmentación como de la universalización, se impide la construcción de la mujer como sujeto social. Pues desde la diferencia, se cuestiona lo esencial, es decir, ¿que se considera como mujer?,

Por tanto considero, que más allá de las miradas es urgente  orientarse las luchas hacia lucha contra el poder mismo, y no la participación de la mujer en el poder femenino, siendo esta incluso una forma de poder en el intrafeminsimo.

BIBLIOGRAFIA

Varela N, 2019. Feminismo para Principiantes. Ministerio de Cultura y Deportes. Madrid España.

Serret E, 2016. Igualdad y diferencia: la falsa dicotomía de la teoría y la política feministas. Disponible en www.sciencedirect.com

Piedra N, 2004. Feminismo y Posmodernidad: Luce Irigaray y el feminismo de la diferencia.

Owens, C, 1986. “El discurso de los otros: las feministas y el posmodernismo”. En: Halfoster. La posmodernidad. Kairos, Barcelona.

Irigaray, L, 1998. Ser Dos. Argentina, Editorial Paidós

De Miguel A. 2000. Los Feminismos. Diez palabras clave sobre mujer, Pamplona, Verbo Divino.

De Las Heras, S. 2009. Un Aproximación a las Teorías Feministas. Instituto de Derechos Humanos Bartolomé de las Cazas. Madrid España.

mileox@hotmail.com